Al veneno y al puñal, cierra la muralla 

Existe un acuerdo generalizado a la hora de decir que todas las ideas se pueden defender en democracia de manera pacífica y dentro siempre de la legalidad

La polémica sobre la presencia de etarras en las listas de Bildu ha abierto un debate entre la clase periodística y política española que evidencia la indigencia intelectual de quienes defienden que una verdadera democracia es la que acoge en el seno de sus instituciones también a terroristas.

¿No les decíamos que sus ideas se pueden defender sin pegar tiros? ¿No están mejor haciendo política que poniendo bombas? El problema es que buena parte del periodismo patrio es muy dado a la sinécdoque, ya saben, utilizar la parte para referirse a todo el conjunto. De tal manera que Txapote, un decir, representará algún día en un ayuntamiento de Bildu la victoria de quienes siempre han creído en la fuerza de la palabra frente a la violencia fanática. 

De igual forma que se echan todos los residuos orgánicos a un contenedor con el fin de conseguir abono para la tierra en forma de humus, las instituciones democráticas se convierten así en una especie de planta de compostaje capaz de reciclar desechos y convertirlos en algo provechoso para la sociedad.

Y quien habla de terroristas dice lo mismo de violadores o corruptos. ¿No estarían todos mejor en el Congreso de los diputados que haciendo fechorías incontroladamente? ¿Quién nos asegura que el Tito Berni no está pegando sablazos con los fondos “next degeneration” en algún país africano? Está claro que todos estaríamos más tranquilos viéndole en su escaño, detrás de Patxi López, votando a favor de ilegalizar la prostitución. Por el bien de la democracia, ¡que vuelva! 

Es tan inaceptable tratar de obtener réditos políticos aterrorizando al personal con bombas, tiros y secuestros como comprando voluntades con sobornos y cohechos

Existe un acuerdo generalizado a la hora de decir que todas las ideas se pueden defender en democracia de manera pacífica y dentro siempre de la legalidad. Queremos convencer así, a los muchos que no lo están, de que es tan inaceptable tratar de obtener réditos políticos aterrorizando al personal con bombas, tiros y secuestros como comprando voluntades con sobornos y cohechos.

Está claro que no es lo mismo asesinar que robar, aterrorizar que ser un corrupto. La Justicia y el Estado de Derecho ya se encargan de establecer las diferencias penales, pero más allá de eso nuestro sistema democrático debe defenderse de quienes, después de haber delinquido, pretenden que se les recompense por dejar de hacerlo. 

Hay que decir sí, adelante, a quienes opten por la vía política y legal, renieguen públicamente de los delitos cometidos y colaboren con la justicia. A esos, como dice la canción, hay que abrirles la muralla. Pero a quienes no se arrepienten, a quienes no colaboran en el alivio del dolor de las víctimas, a quienes creen que hicieron lo correcto matando y que por eso reciben miles de votos de recompensa, a esos, al veneno y al puñal, cierra la muralla. 

Unos ciudadanos observan varios carteles electorales en San Sebastián. EFE/Juan Herrero.

El problema es que Pedro Sánchez los necesita y por eso les despeja el camino. Lo viene haciendo el PSOE desde que el gobierno de Rodríguez Zapatero negoció con ETA su final y su necesaria incorporación a la vida política del país para sumar un bloque que supere a la derecha que encabeza el PP. Se convirtió a la formación de Arnaldo Otegi y sus satélites en socios preferentes frente al enemigo a batir: el PP.

¿”Qué pasa, que en España sólo puede gobernar la derecha”? Se lamentaba amargamente hace unos días en una emisora de radio el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, quien acto seguido decía que él no quería saber nada con cualquier cosa que huela a asesinos. 

Pedro Sánchez nunca renunciará a pactar con Bildu hagan lo que hagan. Porque renunciar a ellos sería renunciar a seguir gobernando. De lo que se trata, por lo tanto, es de endulzar todo lo posible el mal trago que tienen que pasar los “Fernández Vara” de turno si quieren seguir en sus cargos.

La martingala consiste por lo tanto en convertir en demócratas a quienes se sienten orgullosos de haber sido terroristas y que sigamos debatiendo en que esto es lo mejor que nos pasa. Y que se lo debemos, por supuesto, al partido que nos gobierna, como dijo Pedro Sánchez en el Senado hace unos días. 

Las encuestas apuntan a un importante aumento de Bildu en las elecciones del día 28 en el País Vasco. Muchas personas les votarán porque en sus listas van candidatos que hicieron lo que hicieron. Otras les darán su confianza precisamente por lo contrario, por dejar de hacerlo y para que sigan así. Y el día 29 escucharemos en muchos medios que esos resultados son el triunfo de la democracia y de la sociedad que acabó con ETA.