Veremos si Europa sale más fuerte

Hay países que caen a la lona pero se levantan, y los hay que tienen que ser retirados en camilla. Reino Unido es de los primeros; España, de los segundos

Si hacemos un símil pugilístico del daño que el coronavirus hace a la economía, podemos decir que el virus ha evidenciado que hay dos tipos de países: los que caen a la lona pero se levantan y los que tienen que ser retirados en camilla. Reino Unido es de los primeros; España, de los segundos.

La pandemia ha soltado tantos guantazos que ha hecho saltar muchas mandíbulas de cristal. En nuestro caso ha puesto a las claras la falta de músculo, la endeble, por no decir nula, capacidad financiera. Una economía exhausta en muchos casos por la duplicidad administrativa y la falta de flexibilidad del mercado laboral. Un tejido de pequeñas y medianas empresas, de autónomos que se desangran a impuestos por el constante incremento del gasto público.

Así que ha tenido que venir Europa a rescatarnos. Porque el fondo de reconstrucción del Covid-19 es eso, un rescate. Nos levantan de la lona sujetándonos por debajo de los brazos porque estamos noqueados, grogui. Y si nos sueltan nos caemos.

La pandemia ha soltado tantos guantazos que ha hecho saltar muchas mandíbulas de cristal. Ha tenido que venir Europa a rescatarnos

Nuestra debilidad viene de lejos. Una deficiente recuperación de la crisis de 2008, la que José Luis Rodríguez Zapatero negaba, o el incumplimiento de los objetivos de déficit durante el gobierno de Mariano Rajoy, que tuvo una oportunidad de oro para generar ahorro público. Así que el eje franco-alemán, cada uno cogiéndonos de un lado, nos mantiene de pie en el cuadrilátero.

Peleamos en el mismo bando y eso nos salva. Claro que hay otros «boxeadores», también de nuestro equipo, que están hartos de vernos de esta guisa. Sin músculo pero sobrados de kilos. Faltos de entrenamiento. Lejos de la frugalidad en la dieta y el intenso gimnasio que ellos practican. Así que han estado a punto de dejarnos tirados entre las protestas de quienes, desde nuestro país, no han dudado en llamarles insolidarios.

Son las mismas voces populistas que en los últimos años han protagonizado el brexit en el Reino Unido. Han esgrimido razones opuestas, es cierto, pero han tenido y tienen el mismo objetivo: culpar a Europa de todos los males. De imponer la política migratoria, la justicia, un pago desorbitado a las arcas de Bruselas y la pérdida de soberanía en favor de los intereses del eje franco-alemán.

Un proyecto que no seduce como antes

Por eso, entre otras cosas, no quieren seguir en el club. Porque se sienten fuertes para levantarse tras la paliza propinada por el virus y no quieren que les ayuden y, aún menos, ayudar a nadie en esta Europa que, según dicen, no les ha traído ni progreso ni bienestar. El proyecto europeo, centrado ahora en taponar la hemorragia de países como España o Italia, no persuade a los británicos, cada vez más convencidos de que lo mejor es salir de la UE.

Turquía está cada vez más lejos de entrar en la UE, pero tiene la llave de la inmigración de Oriente Medio 

Hay voces en Reino Unido que creen que Europa se debilita en la medida en que no concentra sus esfuerzos allí donde debería hacerlo y se empeña en rescatar a quien no tiene remedio. Desde el punto de vista geoestratégico los británicos creen que el punto débil del viejo continente está en el Mediterráneo Oriental.

Para ser más exactos en Turquía. El régimen de Erdogán viene dando pasos cada vez más preocupantes. El último tiene un profunda carga simbólica que ha pasado desapercibida en la mayor parte de los medios. Y es que la basílica de Santa Sofía de Estambul, hasta ahora un museo abierto a todos los visitantes, vuelve a ser una mezquita solo para el culto musulmán, como lo fue hasta 1934.

Miembro de la OTAN desde hace más de 67 años, Turquía está cada vez más lejos de entrar en la UE, pero tiene, sin embargo, la llave de la inmigración de Oriente Medio y el control de los flujos hacia Europa. Ocupa desde 1974 el tercio norte de la isla de Chipre, país miembro de la Unión Europea, donde los británicos tienen bases militares. 

Y lo más preocupante, a pesar de los históricos enfrentamientos con Rusia, Erdogán y Putin muestran últimamente un alto grado de colaboración que no ha pasado desapercibido y del que recelan en muchas cancillerías europeas. Un informe del Parlamento británico de hace meses pero conocido ahora denuncia la injerencia rusa tanto en el referéndum del brexit como en el de independencia de Escocia.

Así que mientras unos piden a Europa unidad y firmeza en la acción exterior, otros le exigen solidaridad económica a poder ser sin condiciones.

Veremos si de esta Europa sale también más fuerte.