Villar Mir salva a Colonial de la debacle
El veterano hombre de negocios madrileño Juan Miguel Villar Mir va en pos de hacerse con la inmobiliaria barcelonesa Colonial. Es ésta una de las más antiguas entre las grandes del ramo. Se fundó en 1946, tras la segregación de los bienes raíces del legendario Banco Hispano Colonial. A su vez, el banco había sido constituido en 1876 por iniciativa de Antonio López del Piélago y López de Lamadrid, dedicado entre otras muchas actividades mercantiles, al floreciente transporte marítimo de esclavos africanos hasta las Américas. Con el tiempo, la Corona le concedió el título de marqués de Comillas.
Villar Mir ya posee el 22% de Colonial y ahora acude a una ampliación de capital que elevará su paquete hasta el 29,9%, a un paso del límite a partir del cual habría de lanzar una opa por el 100%. Con este desdoble, la compañía despeja definitivamente su futuro y pone punto final a las durísimas vicisitudes que ha trampeado desde el pinchazo de la burbuja de la construcción.
En su enésima aventura empresarial, Villar Mir va de la mano de dos socios de relumbrón. Uno es el banco andorrano Mora, feudo de las familias Mora y Aristot. El otro es el consorcio colombiano Santo Domingo, poseedor de una conspicua fortuna gracias a la batería de pelotazos que soltó sucesivamente con la cervecera Bavaria, la aerolínea Avianca y otras varias compañías.
Los tres grupos abordan la ampliación al mismo tiempo, pero juran ante quien quiera oírles que no han concertado su desembarco ni han suscrito pacto alguno de accionistas. El anunció no es baladí, pues si la CNMV averiguare que mantienen algún tipo de acuerdo subterráneo, podrá obligarles a cursar una oferta pública de adquisición por la totalidad del capital. Por otra parte, a Villar le basta y le sobra su lote próximo al 30% para manejar el cotarro a discreción.
Es obvio que los flamantes mandamases de Colonial pueden dormir a pierna suelta. La CNMV se caracteriza por una implacable ferocidad contra los pequeños inversores y una magnánima pachorra para con los peces gordos. Así ha sido siempre y no parece que vaya a mudar sus inveteradas costumbres. Mucho menos ahora que el organismo supervisor tiene de máxima responsable a una militante del Partido Popular.
Sea como sea, la entrada de Villar Mir es positiva para Colonial. Significa dar carpetazo a una etapa de interinidad, en la que un consorcio de bancos devino forzoso propietario de la empresa, tras ejecutar los préstamos que concedió en su día al sevillano Luis Manuel Portillo para que se adueñara de la sociedad.
El caso de este ladrillero de Dos Hermanas es digno de estudio. En apenas un par de años de expansión trepidante, logró forjar la mayor inmobiliaria española y una de las principales de Europa. Pero en horas 24, Portillo cayó del cielo al infierno. Los paquetones de títulos de Colonial que amasó con créditos, pasaron directamente a manos de las entidades financieras. Portillo perdió Colonial, la finca, el avión y hasta su mansión hispalense. Tras la debacle, se recluyó en su holding sevillano Zent Inversiones. Pero ésta se había cimentado exactamente igual, o sea, con el mismo engrudo que empleó en su asalto a Colonial: carretadas de deuda y más deuda.
Hace un par de años, Zent suspendió pagos sepultada bajo un pasivo de más de 1.000 millones de euros. Estos días la administración concursal ultima los trámites para enterrar la entidad. Se trata de una liquidación por derribo, pues las deudas superan ampliamente a los activos.
De Villar Mir, ex vicepresidente del Gobierno durante la Transición, se pueden decir muchas cosas, todas ellas elogiosas, comenzando por su exquisita educación. Trabajador infatigable, a sus tempranos 83 años todavía sigue al pie del cañón al frente de su buque insignia, la constructora OHL. Su innato olfato para los negocios le ha llevado a poner su mira en Colonial, atraído sin duda por el esplendoroso valor de los activos que encierra su balance. A partir de ahora se le presenta un arduo trabajo. El principal, renegociar las deudas que arrastra para acompasar la amortización a la realidad de las rentas que genere la compañía. Una vez supere ese escollo, Villar Mir habrá realizado una de las transacciones más lucrativas de su fecunda y larga trayectoria.
Tampoco es flojo el provecho que ha conseguido el actual factótum de la inmobiliaria, Juan José Brugera Clavero. En 1994, este personaje cesó como primer ejecutivo del catalán Sindibank. Por las mismas fechas, La Caixa había adquirido Colonial al renqueante Banco Central de Alfonso Escámez y pretendía contratar a un profesional que llevara las riendas. Mediaron contactos y la caja contactó con Brugera. Éste aceptó de inmediato, con un sueldo de medio millón de euros anuales. Brugera dejó el grupo. Fichó por Mutua Madrileña para regresar a la misma promotora, a petición de los bancos que acababan de adueñarse de las acciones del andaluz.
La debacle que a la sazón vivía Colonial era pavorosa. Brugera cobra unos 600.000 euros al año y además se las arregló para hacerse con acciones de la compañía. El año pasado devengó una mamandurria adicional de algo más de un millón por lograr refinanciar la deuda, como si este cometido no entrara dentro de sus obligaciones ordinarias de máximo gestor de la casa. Una vez que Villar Mir y su equipo tomen posesión, es probable que prescindan del incombustible ejecutivo. Eso sí, con la pertinente recompensa millonaria. A río revuelto…