Villarejo, héroe súbito del independentismo

Los atentados de agosto de 2017 fueron usados impúdicamente por el independentismo para denigrar, como siempre, a España

Tras Companys, Macia, Pujol y Puigdemont el excomisario Villarejo accede al olimpo de los dioses independentistas. El policía jubilado está siendo juzgado en la Audiencia Nacional que le pide hasta 100 años de condena por una galería completa de fechorías y corruptelas a caballo entre Torrente y Johny English. Con el objetivo legítimo de defenderse, Villarejo ha dicho que el atentado islamista de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils fue cosa del aparato del Estado con el fin de atemorizar a la por esos días díscola, convulsa y separatista Cataluña.  

Que Villarejo haga de Villarejo no es noticia, que el independentismo haga de independentismo tampoco, pero la reacción de Puigdemont, Pere Aragonés, Puigneró -el de la NASA catalana-, etc… merece un breve análisis porque sirve para ratificar, una vez más, cual es la base moral del independentismo.  

Los atentados de agosto de 2017 fueron usados impúdicamente por el independentismo para denigrar, como siempre, a España. Los mossos fueron presentados como una policía propia de un país independiente que en el caso de que hubiera tenido competencias plenas hubiera evitado la matanza que, en todo caso, según el relato independentista fue provocada por un imán colaborador del CNI.

Los mossos fueron presentados como una policía propia de un país independiente que en el caso de que hubiera tenido competencias plenas hubiera evitado la matanza

Tras presentar a España como un país dispuesto a mirar hacia otro lado mientras una cédula islamista perpetraba un atentado que mataba a compatriotas y gentes de otras nacionalidades para fijar la idea de que en realidad los muertos no eran víctimas del islamismo sino de España, vino el remate con el escrache al Rey en la manifestación convocada en el Paseo de Gracia para homenajear a las víctimas. La concentración fue convertida por la Generalitat y sus organizaciones afines: OMNIUM y la ANC en una manifestación independentista donde el olvido a las víctimas fue el peor insulto para las afligidas familias.  

Cuatro años y medio más tarde Villarejo acude para ser juzgado en la Audiencia Nacional y suelta que el atentado “es cosa del CNI para asustar a Cataluña” y a continuación todo el separatismo se lanza en tromba a dar credibilidad a Villajero, a acusar a España y a su gobierno de los crímenes más atroces:  Puigdemont denuncia que España tiene responsabilidad y afirma que “mancharse las manos de sangre para defender la patria tiene aceptación en determinados sectores de la sociedad, la política y los medios españoles”.

Su frase revela que da total verosimilitud a la afirmación de Villarejo. Llaman la atención los escrúpulos de Puigdemont, un personaje que ha buscado el amparo de Putin, el amigo del polonio para liquidar adversarios que osan oponerse a sus fines políticos.

El independentismo es un movimiento oscuro donde los derechos individuales y la dignidad humana solo cuentan si formas parte de su tribu

Por su parte Puignero, el vicepresidente de la Generalitat, el mismo que escribe España como Ejpanistán o ha afirmado que “la diferencia entre un mongol y un español es una medalla“ reclama una investigación internacional basada en la afirmación del presunto delincuente. Es el mismo vicepresidente de un gobierno que horas antes ha purgado a la cúpula policial de los Mossos que estaba llevando a cabo una investigación a colegas suyos de militancia como Laura Borras o Miquel Buch.  

El independentismo es un movimiento oscuro donde los derechos individuales y la dignidad humana solo cuentan si formas parte de su tribu. De su tribu son los presos de ETA, dado que que acuden siempre entusiastas a las manifestaciones batasunas que piden la liberación de asesinos no arrepentidos, pero no les preocupa la más mínimo sus victimas, catalanas o no porque no son de los suyos.

Es un movimiento gástrico porque el apoyo y homenaje a los familiares de asesinados pocas horas antes les da igual y no tiene importancia ante la posibilidad de poder organizar un aquelarre televisado en directo a medio mundo que coloque al Rey Felipe VI en un apuro.  

El independentismo elige siempre a los peores y nunca decepciona: Salvini, Villarejo, los nostálgicos del Reich en Flandés, a su fiesta macabra jamás falta lo peor de cada rincón de Europa.  

Carod Rovira, vicepresidente de la Generalitat, hace 16 años, le pidió a ETA en un siniestro encuentro el Perpiñán que si mataba no lo hiciera en Cataluña, que eso perjudicaba sus objetivos políticos. No fue un lapsus, es una forma de ser, incalificable, que hoy sigue siendo el chapapote ideológico en el que se sustenta el independentismo catalán.