El PP ve imposible blindar sus pactos con Ciudadanos

Dirigentes del PP admiten que un pacto de PSOE y Ciudadanos para los presupuestos pondrá en crisis algunos de sus acuerdos de gobierno territoriales

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«Sobre el papel, un pacto de presupuestos entre el PSOE y Ciudadanos no tendría por qué afectar a los pactos de gobierno de PP y Ciudadanos. Pero en la práctica, es imposible que no afecte». Quien se expresa así es un dirigente del PP, uno de los que se encarga de intentar mantener en pie los acuerdos con Ciudadanos y también uno de los que admite que existe una preocupación generalizada entre los populares por la estrategia política de Inés Arrimadas, volcada en llegar a acuerdos con el PSOE para demostrar la utilidad de su partido.

Ni las reuniones del gobierno de Pedro Sánchez con ERC y Bildu ni los continuos ataques de Podemos a Ciudadanos han hecho titubear a los de Arrimadas en su ofrecimiento al PSOE para pactar los presupuestos generales del Estado. Sigue intacto por mucha reforma del delito de sedición que el Gobierno tenga sobre la mesa para contentar a los independentistas.

Al fin y al cabo, las encuestas parecen premiar esta estrategia de Cs de arrimar el hombro con el PSOE. El último estudio del CIS no solo premió a Cs con un avance del 8,8% al 10,6% del voto, sino que colocó al partido naranja a tiro de Vox (11,7%). Es un motivo de enorme alivio para un partido que hasta hace solo unos meses avistaba la irrelevancia. 

«Es su último cartucho: conseguir acuerdos con el PSOE para no desaparecer del mapa. Pero ese cartucho puede alterar las circunstancias políticas que existen ahora mismo. Hay pactos territoriales que están bien trabajados, que son estables. Hay otros, como los de Madrid, que son una olla a presión», describen en el PP.

PSOE, Ciudadanos y la batalla de Madrid  

Esta olla a presión podría relajarse este lunes si la reunión que tienen prevista la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sirve para hallar algún tipo de colaboración entre administraciones en la lucha contra la pandemia. Si, por el contrario, refleja un nuevo fracaso de «la cogobernanza» que ha predicado Sánchez, Madrid seguirá siendo un centro de batalla político sin muchos escrúpulos entre PP, Ciudadanos, PSOE, Podemos, Más Madrid.

La reunión se enmarca, claro, en un contexto de grave crisis en Madrid por el descontrol con los contagios. Pero no deja de ser un guiño de Sánchez a Ciudadanos, que reclamó con toda claridad a Moncloa una mayor implicación de Moncloa para intentar atajar los rebrotes.

En paralelo a la grave situación de Madrid, Arrimadas ha dado la instrucción al portavoz de Cs en el Congreso, Edmundo Bal, de mantener a toda máquina la interlocución con la vicepresidenta primera, Carmen Calvo.

Ambos se vieron por última vez hace cuatro días el pasado jueves durante una hora y media y los contactos seguirán esta semana. Bal salió moderadamente satisfecho de su última cita con la vicepresidenta porque está convencido de que hay posibilidades de llegar a un acuerdo de presupuestos. 

Pero Ciudadanos sabe de sobras que el PSOE juega a dos mesas y que nada hace pensar que vaya a levantarse de la que mantiene con los soberanistas. ¿Hasta cuándo se puede mantener el doble juego?

El mapa de consecuencias territoriales

El PP contempla con expectación la jugada presupuestaria del Gobierno, que Sánchez intenta desplegar a cámara lenta, porque va a tener consecuencias en todo el territorio. ¿Qué puede ocurrir si hay acuerdo entre PSOE y Ciudadanos?

Responde un dirigente del PP refiriéndose al caso de tres comunidades: «En Madrid van a volver los tambores de elecciones anticipadas porque la relación con Ciudadanos es muy inestable, muy imprevisible. En Cataluña es simple, van a dar la patada definitiva a la coalición electoral con Cs. Y en Andalucía no va a pasar nada porque hay un compromiso bastante firme para que el gobierno funcione, porque Ciudadanos viene de romper con el PSOE en la pasada legislatura y no se dan las circunstancias precisamente para que rehagan su relación».

Sea como fuere, a todas las partes les cuesta anticipar el futuro porque todo, en el fondo, depende de que Sánchez enseñe de una vez por todas sus cartas de cara al resto de la legislatura.

El presidente del Gobierno intenta la cuadratura del círculo con pactos incompatibles —con ERC, Bildu y Ciudadanos— a pesar de que los implicados han dicho cientos de veces que no hay pista para tanto baile.

Calcula el Gobierno cuánto debe entregar y cuánta estabilidad puede recibir a cambio para levantar los cimientos de lo que Moncloa llama «una arquitectura de votación muy complicada». Tan complicada que no solo afecta al Congreso, sino al mapa de pactos de buena parte de las comunidades.

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