Anarquía en la atención primaria en Barcelona: «Los jefes no salen del despacho»

Auxiliares haciendo PCR, personal de enfermería deprimido, rastreadores que aconsejan romper la cuarentena... así es el colapso en la atención primaria

Una profesional sanitaria sale del Centro de Atención Primaria (CAP) de la calle Manso de Barcelona, el 21 de octubre de 2020 | EFE/EF/Archivo

Una profesional sanitaria sale del Centro de Atención Primaria (CAP) de la calle Manso de Barcelona, el 21 de octubre de 2020 | EFE/EF/Archivo

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«Se está contratando a mucha gente nueva, gente que en teoría dicen que está tutelada, y no es cierto. Están haciendo pruebas de coronavirus, serologías… Todos los días ves hacer verdaderas salvajadas. El otro día oí a un compañero que en teoría es un rastreador decirle a un señor que dejara el confinamiento para venir a hacerse una serología a la cola de extracciones».

Habla una experimentada enfermera de un Centro de Atención Primaria (CAP) de Barcelona, que no solo confirma el colapso de la primera línea de defensa del sistema sanitario catalán denunciado por Metges de Catalunya, sino que también matiza que la mayoría de los problemas no han devenido exclusivamente a cuenta de la pandemia, sino que se arrastran desde hace mucho tiempo.

El doctor Javier O’Farrill, presidente del sector de ambulatorios de Metges de Catalunya, dijo a este periódico que en la comunidad hacen falta al menos 1.500 médicos en la atención primaria. El plan de la Generalitat para fortalecer el sistema con 300 millones de euros que se quedan cortos contempla solo la contratación de 300 médicos y 220 enfermeras; esto es, menos de un médico por cada CAP.

La citada enfermera, que prefiere no revelar su identidad dada la cultura ponzoñosa que achaca a estos centros de trabajo, asegura que en muchos de los más de 400 CAP catalanes en efecto se ha contratado a más personal, pero auxiliar. «Ellos justifican que contratan a becarios auxiliares de enfermería porque no encuentran enfermeras, pero les sale mucho mejor porque si tienes un auxiliar el jefe ya te dice que igual haces PCR«.

«Se están haciendo las cosas mal y aquí nadie hace nada»

El personal auxiliar de enfermería tanto toma la temperatura a la entrada de los CAP como hace pruebas PCR o rayos X, y la tutela que supuestamente han de tener no está ni se la espera, según el testimonio de esta sanitaria. «No están tuteladas porque no hay personal suficiente, mientras los jefes están dentro de sus despachos. No salen de su despacho».

Mientras tanto, el personal de la primaria se deprime cada vez más. Sobre un 80% de los trabajadores del sector están tomando ansiolíticos o antidepresivos, según fuentes conocedoras de la situación. El caos organizativo en que se ha convertido la realidad de los ambulatorios de unos años a ahora sentó las bases para que la pandemia bajara los ánimos a mínimos, pues el personal siente miedo, estrés e impotencia en su día a día.

Poco se habla de las otras enfermedades y de cómo estos sanitarios no dan abasto. «El enfermo no se tiene en cuenta, el trato es malo. No hay nada más que Covid. Los enfermos de otras enfermedades se han abandonado totalmente. Hemos pasado de un control exagerado del niño sano y del control de enfermedades crónicas a abandonarlos totalmente. En urgencia se hace más trabajo del que debería porque la gente se siente abandonada».

Lo que más deteriora, siempre según esta enfermera, es el trabajo psicológico, no tanto el físico. «A mí el trabajo físico no me echa para atrás, no me importa. Me importa, me cansa, me agota ver que se están haciendo las cosas mal. Cuando hablo con las compañeras me dicen lo mismo: ‘se están haciendo las cosas mal y aquí nadie hace nada’. Con la pandemia todo se ha desbordado. Es un disloque«.

Los trabajadores ya venían «quemados» por las condiciones laborales y los horarios, dice la trabajadora de primaria. «Hacen falta personas con cabeza. Recuerdo cuando al frente de un equipo estaba la persona que más sabía y si tú no podías coger una arteria esa persona venía y te lo hacía. Ahora aquí está al frente la que sabe jugar mejor sus cartas tanto políticas como de otro tipo, y esa es la que manda».

La debilitada atención primaria en Cataluña

Un informe publicado esta semana por Fundación Alternativas que recoge datos de 2018 sitúa a Cataluña como la sexta comunidad que menos porcentaje de su gasto sanitario dedica a la atención primaria (el 13%). Asimismo, es la región que menos gasta en personal sanitario (menos del 35%) en toda España. Si a ello se suman las controvertidas dinámicas laborales relatadas por la enfermera, el resultado es el caos.

Un caos del que avisó la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF), el sindicato más representativo en el sector público, que el pasado 4 de diciembre denunció que cada CAP en Cataluña «se gestiona dependiendo del criterio y voluntad del gestor del centro, hasta el punto de que parece que no se trabaje en la misma empresa». CSIF exigió entonces un presupuesto «óptimo» y más personal para los ambulatorios.

Esta semana, enfocándose en toda España, la central reclamó «un refuerzo de plantillas y una planificación urgente de los recursos» ante el actual avance de la pandemia. CSIF cifra en 289.235 profesionales el déficit de la sanidad española con respecto a la UE. «Los efectos de la pandemia han puesto en evidencia las necesidades estructurales de nuestras administraciones públicas, que se han visto tensionadas y al borde del colapso».

Volviendo a la atención primaria, el informe de Fundación Alternativas dice que una atención primaria fuerte contribuye a «la equidad, calidad y efectividad del sistema sanitario». Por ello, el bajo nivel de gasto en este sentido de comunidades como Cataluña y Madrid «coloca a su población en situación de desventaja relativa». Y escenarios como el de la emergencia sanitaria de la Covid-19 no hacen más que recalcarlo.

El documento también recoge datos relevantes sobre la situación prepandemia que ilustran el colapso que ha atizado la pandemia. En 2018, en España había, en la atención primaria, 0,77 médicos y 0,66 enfermeros por cada 1.000 habitantes. En 2008, en Cataluña, el 8,9% de los ciudadanos pensaba que la atención primaria había empeorado; en 2016, el porcentaje ya era del 29,3%, según datos del CIS y de Sanidad.

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