Las orquestas, condenadas: pierden ‘bolos’ y no pueden hacer ERTE
Los músicos sufren el impacto de restricciones sobre las fiestas patronales de los pueblos, tras un año negro en el que se han quedado fuera de las ayudas públicas
La frase hecha de ‘irse con la música a otra parte’ volverá a hacerse realidad este verano. La quinta oleada de contagios ha acabado con las expectativas de recuperación del sector musical, que protagonizará su segunda campaña estival consecutiva con las orquestas bajo mínimos por las restricciones que pesan sobre las fiestas patronales. Un golpe directo a la economía de los artistas.
El mes de agosto es la época más importante del año para los profesionales que recorren los pueblos españoles para amenizar los festejos, desde los intérpretes con años de formación musical hasta los eléctricos que montan el escenario. Sin embargo, el repunte generalizado de los casos positivos de Covid-19 volverá a minar sus posibilidades de volver a la normalidad.
Giuseppe Mola lleva tocando la trompeta desde los cinco años. Forma parte de la charanga La Contrabanda que se ha hecho un nombre con sus pasacalles por los municipios de la Comunidad Valenciana, una campaña que hasta la llegada de la Covid-19 le servía como colchón anual. «De normal suelo tirar todo el año con lo que recaudo tocando en las fiestas», ha explicado a Economía Digital.
El intérprete italoargetino fiaba buena parte de sus recursos personales a la intensa temporada de fiestas, en las que llegaba a trabajar prácticamente todo el mes sin descanso e incluso doblar horarios para cumplir un calendario con más de una veintena de eventos. Su trabajo paralelo como profesor de música es lo único que le ha impedido acabar en números en rojo como algunos de sus compañeros de profesión.
«En un verano tengo dos días libres contados»
Giuseppe Mola, trompetista en La Contrabanda
«Algunos compañeros al no poder tocar en la calle han tenido que vender sus instrumentos o ponerse a trabajar en almacenes», ha afirmado.
Los músicos de las orquestas, los grandes olvidados de la política de los ERTE
Al golpe económico de las cancelaciones de los bolos, se suma la inestabilidad laboral en la que viven instalados habitualmente los músicos. El carácter estacional de sus actuaciones implica que no gocen de un contrato indefinido, sino que les den de alta para cada interpretación en el Régimen de Artistas de la Seguridad Social.
Esta situación excepcional ha acabado condenándoles a lo largo de la pandemia, ya que se han convertido en los grandes olvidados de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) impulsados por el Gobierno de Pedro Sánchez. La normativa no contempla la protección de los trabajadores que viven gracias a encadenar decenas de pequeños contratos.
Es la situación que ha vivido Nuria Gracia, la vocalista de la orquesta aragonesa Fórmula Show. La cantante y bailarina ha dedicado la última década de su trayectoria profesional a formar parte de hasta tres grupos diferentes. A pesar de su experiencia no ha podido acceder a las ayudas públicas de la Covid-19. «Es imposible cobrar el ERTE», ha admitido.
Las restricciones sanitarias del último año le han forzado a buscar algunos trabajos alternativos con los que poder mantenerse, desde monitora de gimnasio hasta dependienta de una tienda de alimentación, mientras mantiene viva su esperanza en que a partir del año que viene la situación epidemiológica permita recuperar el ritmo habitual de los conciertos.
«Nos hemos tenido que buscar la vida porque vivimos del verano»
Nuria Gracia, cantante y bailarina de Fórmula Show
Su grupo tiene cerrado para el mes de agosto más de una decena de actuaciones por Aragón, sin embargo en un año fuerte antes de la pandemia podían llegar a hacer 25 o 26 galas, casi una por día. La duda está en si la Covid-19 todavía puede acabar con el calendario previsto. «A veces nos cancelan por un brote en un pueblo», ha relatado.
Los grupos se unen para hacer frente a las restricciones
La situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los músicos ha llevado a algunas compañías a unirse para sumar fuerzas y exigir sus derechos a las administraciones. Así surgió, por ejemplo, la Asociación de Empresas de Grupos y Orquestas de la Ribera del Ebro (AEGORE), que concentra a 43 equipos y 750 músicos de Aragón, Navarra y La Rioja.
El organismo calcula que entre las tres comunidades autónomas pueden facturar en un año convencional antes de la pandemia entre 15 y 20 millones de euros por las actuaciones de las fiestas patronales. Sus previsiones para este 2021 marcado por la quinta ola de contagios son de apenas un 10%.
El presidente de AEGORE, Ángel Lasheras, ha responsabilizado de una parte de esta situación a las administraciones públicas que no les han ofrecido ninguna alternativa ante las cancelaciones de los bolos, mientras han intensificado sus restricciones sanitarias. «Estamos indefensos total», ha lamentado.
«Estamos abandonados completamente por todas las instituciones»
Ángel Lasheras, presidente de AEGORE
El responsable de la asociación ha advertido sobre el impacto que tendrá esta crisis en el futuro del sector, después de que muchos profesionales hayan tenido que renunciar a la música para buscar otros empleos. «Luego vendrán los problemas porque muchas orquestas han dejado de funcionar», ha expresado.
AEGORE ha centrado sus esfuerzos en elaborar una gran prueba piloto en Zaragoza con un musical al que han invitado a todos los alcaldes de la provincia para promocionar las actuaciones cumpliendo los protocolos sanitarios. Sin embargo, todavía no han logrado una respuesta de las administraciones que les permita darle la vuelta a la situación. Se han tenido que ir con ‘la música a otra parte’.