¿Retraso electoral en Cataluña? JxCat, a favor; PSC, en contra; ERC no sabe

La posibilidad del aplazamiento de las elecciones en Cataluña continúa ganando enteros en un clima de enorme confusión entre los socios del Govern

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Se supone desde hace un año, cuando Quim Torra dio por agotada la legislatura, que los ciudadanos de Cataluña deben votar y renovar el Parlament. Se supone desde el pasado octubre que ese día ese el 14 de febrero. Pero ahora la fecha está en el aire demostrándose, una vez más, que el Govern no tiene rival a la hora de esconder las urnas.

La decisión última está en manos del presidente en funciones, Pere Aragonès (ERC), el mismo que firmó el decreto de convocatoria para celebrar la jornada electoral el 14-F. El mismo que ahora maneja dos montones de folios sobre la mesa: un montón con encuestas electorales que dan la victoria a Esquerra y otro montón con informes de Salud que auguran una situación límite del sistema sanitario en pocas semanas, es decir, en plena campaña.

En ERC predominaba hasta hace solo unos días el convencimiento de que había que celebrar las elecciones, sí o sí, el 14 de febrero y consumar la victoria. Pero las advertencias de reputados médicos respecto a la evolución de la pandemia en los próximos días y el martilleo de Junts per Catalunya, que desde octubre pone inconvenientes al 14-F, han sumergido a los republicanos en un mar de dudas.

Illa será ministro hasta que empiece la campaña

El PSC observa con preocupación el posible retraso, confiado como estaba en las posibilidades de su candidato, el ministro de Sanidad. Salvador Illa, en todo caso, ya ha tomado la decisión de agarrarse al cargo de ministro hasta que no empiece la campaña en Cataluña formalmente, sea dentro de quince días o sea dentro de dos meses, para mantener así su privilegiado atril mediático.

«Por nuestra parte está muy claro. Si aplazan, Illa tiene más tiempo para avanzar con la campaña de vacunación y para explicar todo lo que está haciendo contra la pandemia el ministerio de Sanidad», dicen en el cuartel del PSC.

Los socialistas, que mantienen conversaciones con los republicanos, intentan convencerlos de que lo mejor es acudir a las urnas el 14-F y diseñar el dispositivo conveniente para esquivar la pandemia. Pero temen que Aragonès vaya a posponer las elecciones este viernes.

«Si algo sabe hacer Junts per Catalunya es volver loca a ERC. Y lo están consiguiendo de nuevo. Si aplazan las elecciones van a dar más tiempo a Junts para remontar. Ellos sabrán», dicen los estrategas socialistas.

La apertura del juicio oral de Borràs planea la campaña

Junts per Catalunya es mayormente partidaria del aplazamiento electoral, pero hay voces como las de la propia candidata, Laura Borràs, partidarias de continuar adelante con el 14-F.

Borràs, claro, está pendiente de cambiar el escaño del Congreso (que todavía ocupa) por el del Parlament antes de que el Tribunal Supremo abra juicio oral contra ella por adjudicar contratos a dedo cuando presidía el Institut de les Lletres Catalanes (2013-17). Con el cambio de escaño, el Supremo dejaría de ser competente para juzgarla y tendría que enviar la causa al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC).

El resto de los partidos de la oposición, por su parte, han optado por hacer la estatua a la espera de que el Govern decida este viernes qué hacer respecto al aplazamiento electoral.

Casi todos han estudiado la decisión de impugnar el retraso del 14-F ante la Junta Electoral Central, pero, en estos momentos, es una opción con pocas opciones por dos razones: porque ven poco recorrido al recurso tal y como se diseñó el último decreto de alarma y por lo impopular de impugnar un aplazamiento electoral anti-Covid. Solo Vox, de hecho, lo contempla en estos momentos, pero no lo anuncia.

De aquí al viernes, día del juicio final respecto al aplazamiento del 14-F, solo hay una cosa clara: no va a haber unanimidad en la mesa de partidos que va a debatir respecto a la conveniencia de acudir o no acudir a las urnas dentro de un mes. El PSC se opondrá al retraso, pero lo encajará, mientras que los Comuns o el Pdecat, deseosos de tiempo, lo celebrarán con mayor o menor disimulo.

«Si las elecciones se van a mayo, Illa puede quemarse mucho. Vienen semanas muy complicadas y no lo tiene fácil para compatibilizar el cargo de ministro con el de candidato del PSC», dicen en el PP, que observan la situación sin gran alboroto. Tampoco lo hay en Ciudadanos, que tiene muy asumido que su descalabro es inevitable.

Aragonès, en cambio, cambia la mirada nerviosamente entre sus dos montones de folios.

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