Durro, el pueblo con más monumentos Patrimonio de la Humanidad en España
Es uno de los pueblos más bonitos de España y ya ha tenido su reconocimiento, ¡no te pidas este bonito pasaje de la provincia de Lérida!

El pueblo de Durro en Lérida. Foto: Los Pueblos Más Bonitos de España
En el corazón de los Pirineos catalanes, en la provincia de Lérida, se encuentra uno de los tesoros arquitectónicos y culturales más impresionantes de España: el Vall de Boí. Este valle, formado por encantadores pueblos como Taüll, Durro y Boí, alberga un conjunto de iglesias románicas declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000. Sin embargo, hay un detalle que hace que este pequeño rincón de los Pirineos sea aún más especial: Durro es el pueblo con mayor número de monumentos Patrimonio de la Humanidad por habitante en toda España, contando con dos de estos impresionantes edificios en un pueblo de apenas 80 habitantes.
Este excepcional logro no solo habla de la riqueza histórica y cultural de la zona, sino también de la belleza natural que la rodea. El paisaje del Vall de Boí, enmarcado por las majestuosas montañas de los Pirineos, es el telón de fondo perfecto para los monumentos que allí se encuentran. La fusión entre la naturaleza y el legado histórico convierte a esta región en un destino turístico único en España, ideal para los amantes de la arquitectura, el arte medieval y la historia.
Taüll: la catedral románica del Vall de Boí
Uno de los hitos más importantes en la visita al Vall de Boí es el pueblo de Taüll, famoso por albergar dos de las iglesias románicas más destacadas de la región: Sant Climent de Taüll y Santa Maria de Taüll. Estos templos son auténticos ejemplos de la pureza del estilo románico y se han conservado de manera extraordinaria a lo largo de los siglos.
Sant Climent de Taüll, conocida como la «catedral románica del valle», es probablemente la iglesia más famosa de la región. Su elegante campanario, que se alza en solitario sobre una loma, es uno de los iconos más reconocidos del románico en España. Construida en 1123, esta iglesia destaca por la sobriedad y equilibrio de sus líneas arquitectónicas. A pesar de su aparente simplicidad, es un monumento cargado de simbolismo y espiritualidad.
Junto a ella, en el núcleo del pueblo, se encuentra Santa Maria de Taüll, la única iglesia de la zona que llegó a generar un asentamiento a su alrededor. También construida en el siglo XII, su interior es igual de fascinante, con frescos que recrean escenas religiosas típicas del románico. Ambas iglesias han sido objeto de intensos estudios y trabajos de restauración, lo que ha permitido mantenerlas en un estado excepcional.
Durro: un pueblo que respira historia
A tan solo unos kilómetros de Taüll, el pequeño pueblo de Durro es otra joya del Vall de Boí. Con solo 80 habitantes, es sorprendente que este diminuto rincón de los Pirineos cuente con dos monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad: la Iglesia de la Nativitat de Durro y la Ermita de Sant Quirc.
La Iglesia de la Nativitat de Durro es uno de los ejemplos más espectaculares de la arquitectura románica de la región. Con dimensiones impresionantes, su tamaño refleja la importancia que Durro tuvo en el pasado, cuando era uno de los principales núcleos del valle. Su robusto campanario se ha convertido en una imagen icónica del pueblo, y su interior sigue siendo testimonio de una época de gran esplendor espiritual y artístico.
A unos 1.500 metros de altitud, la Ermita de Sant Quirc de Durro ofrece una experiencia aún más sobrecogedora. Su ubicación, en lo alto de una montaña, permite contemplar vistas espectaculares del valle, haciendo que la visita sea tanto un encuentro con la historia como una oportunidad para disfrutar del paisaje natural que rodea a este enclave. La sencillez de su arquitectura, típica de las ermitas de montaña, contrasta con la grandiosidad de su emplazamiento.
El legado del románico en el Vall de Boí
Además de Taüll y Durro, el Vall de Boí alberga otros pueblos que forman parte de esta ruta románica única. Iglesias como Sant Joan de Boí, documentada ya en el año 1079, o Santa Eulàlia d’Erill la Vall, cuyo campanario es conocido como la «reina de las torres románicas», completan esta increíble concentración de arte medieval en un entorno de montaña. Cada una de estas iglesias tiene características únicas que las hacen especiales, desde la simplicidad de su estructura hasta la riqueza de los frescos y esculturas que decoran sus interiores.
Una visita al Vall de Boí es un viaje al pasado, a una época en la que la religión y la arquitectura estaban profundamente conectadas. Estos templos, más allá de su valor artístico, son testimonio de la vida espiritual y comunitaria de los habitantes de la región durante la Edad Media.
No cabe duda de que el Vall de Boí, con sus pueblos como Taüll y Durro, es un destino imperdible para aquellos interesados en el arte, la historia y la naturaleza. La declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO no solo reconoce la importancia de estos monumentos, sino que también pone en valor el esfuerzo por preservar este legado para las futuras generaciones.