Girona desde sus murallas: jardines, cúpulas, torres y otras vistas fascinantes
Con dos kilómetros de recorrido, una ruta por las murallas de Girona permite descubrir una nueva una faceta de la ciudad catalana entre increíbles vistas y curiosidades

Una Girona diferente desde sus murallas. Foto: JD Andrews | Archivo Imágenes PTCBG.
Girona es una ciudad llena de sorpresas. El patrimonio turístico de la también capital de la Costa Brava es inagotable y va desde lo monumental y lo museístico, hasta lo gastronómico, con varias estrellas Michelin en su interior.
Hablar de Girona es sugerir el río Onyar, sus puentes, sus casas coloreadas, un barrio judío que es una joya histórica, y una sucesión de monumentos medievales que convergen en una catedral espectacular.
Un paseo por Girona distinto a cualquier otro
Hoy proponemos visitar y disfrutar la ciudad de una forma diferente. Se trata de hacer un recorrido por dentro de la muralla, lo que proporciona una visión distinta de la ciudad.
La continua ampliación del recinto amurallado a lo largo de la historia nos ha legado un cómodo y espectacular circuito de piedra arenisca, con una altura media de 60 metros y un recorrido total de unos dos kilómetros, que permite pasear, subir y bajar por el camino de ronda defensivo más extenso de Europa, disfrutando de unas magníficas vistas de la ciudad, o de los Pirineos e incluso el mar en días claros.
Las opciones del paseo por la muralla antes de empezar
A las murallas de Girona se puede acceder desde diferentes entradas. Proponemos iniciar el recorrido cerca de la plaza de Catalunya, en el Jardí de la Infància, junto al río Onyar, que se puede combinar con una visita al refugio antiaéreo que se encuentra allí.
Este punto de partida se encuentra donde se ubicaba el antiguo el portal del Carme, siguiendo el antiguo baluarte de La Merced con el convento (hoy centro cultural) adosado.
Cerca se alza la Torre dels Socors, primera de las atalayas que permiten una visión de 360° de la ciudad.
Es recomendable también seguir de forma paralela, el mismo trazado desde el exterior para observar los restos del baluarte de la Merced, una de las pocas garitas que se conservan, y los lienzos que unen el baluarte y las dos torres, la del Portal Nou y la de los Socors.
El interior del conjunto defensivo de esta torre no es accesible desde la muralla, pero sí desde el paseo exterior.
Grandes vistas desde Sant Domènec
Siguiendo el camino se llega al pequeño baluarte carlista con la torre del general Peralta (o de los Predicadores), un nuevo acceso a las murallas que permite observar una parte noble del casco antiguo.
La Torre dels Socors permite tener una visión de 360 grados de la Girona medieval, la moderna, los jardines y los barrios que la rodean
La vista desde la muralla es para detenerse a cada paso. Se pueden seguir las líneas de las estrechas calles del call, el barrio judío medieval que es uno de los más importantes de Europa.
También se contemplan los campanarios de varias iglesias y la majestuosa silueta de la catedral que sobresale entre tejados, terrados y cubiertas de casas, edificios religiosos y palacios señoriales.
En sus interiores asoman románticos jardines que mantienen su intimidad ocultos tras altas tapias.
Desde aquí, cruzando un puente por encima del que había sido el portal de Sant Domènec, llegaremos a la torre del mismo nombre, la más elevada del recorrido.
Desde este camino de ronda se puede disfrutar de unas extraordinarias vistas de la ciudad, con la iglesia de Sant Domènec y el complejo universitario del barrio viejo en primer término.
El norte de la Girona medieval y las murallas carolingias
Desde este punto el itinerario desciende hasta la torre del Raig (o del Telégrafo) y el portal de la reina Joana, junto a los Jardines de los Alemanes, donde hay otro acceso.
Aquí se puede descender y visitar el complejo de la Torre Gironella y los restos del antiguo Cuartel de los Alemanes, o, alternativamente, iniciar el itinerario por el Paseo Arqueológico.
Desde la torre Gironella la ruta continúa dando un retranqueo que lleva al baluarte de Sant Cristòfol y al inicio del Paseo Arqueológico.
En este punto se llega a los Jardines de la Francesa, que permiten contemplar la cabecera de la catedral y unas magníficas vistas de los ábsides del templo, con el campanario, la torre de Carlomagno, y el claustro.
Del baluarte de Sant Cristòfol al portal de Sobreportes
Este tramo continúa por el Paseo Arqueológico en el exterior de la muralla, desde donde se pueden contemplar las murallas carolingias, la torre Júlia, los Baños Árabes y la imponente torre Cornèlia, donde asoma un tramo de la muralla fundacional romana, así como el portal de Sobreportes, con las inaccesibles torres que lo defienden.
De muralla en muralla
Ahora la ruta sigue por exterior de las murallas carolingias cruzando el río Galligants, y llegando al monasterio de Sant Pere de Galligants, sede del Museo de Arqueología, donde se vuelve a acceder a la muralla siguiendo la muralla de Santa Llúcia.
Una de las vistas más hermosas es a la altura de la muralla de Santa Llúcia, donde se ven el Paseo Arqueológico, la Catedral y la iglesia de Sant Feliu
Este tramo posiblemente es el que depara unas vistas más escenográficas de los monumentos de Girona: el paseo arqueológico, la catedral, la iglesia de Sant Feliu, el monasterio de Sant Pere, la capilla de San Nicolau y la plaza de Sant Pere.
Las murallas romanas de la antigua Gerunda
Hay otro itinerario que comprende la Força Vella (la fortaleza antigua). Una vez superada la catedral se pueden ver las murallas, portales y torreones de la época fundacional romana (siglo I a. C.) y de la época bajoimperial (siglo III d. C.).
Esta parte de la ruta lleva a visitar el patio de las Àligues con el Estudi General, la plaza de Sant Domènec, la calle de las Escuelas Pías, la subida de Sant Feliu y la calle Ballesteries.
La historia de la muralla de Girona
La muralla romana de Girona se construyó para proteger a la antigua Gerunda. Al ser una villa fronteriza y estratégica sufrió a lo largo de su historia numerosos asedios.
En el siglo I a.C. se levantó una poderosa fortaleza que recorría un perímetro triangular visible hoy en el trazado de la ciudad antigua, la Força Vella. Era una modesta acrópolis, muy bien protegida por gruesos muros de grandes sillares. Este primer recinto se mantuvo invariable hasta el siglo X.
En tanto la muralla se fue ampliando desde el siglo I a.C. al IX con los carolingios, hasta su reconstrucción en el XIV, para acabar con las remodelaciones de la Guerra de la Independencia en el siglo XIX.
Las murallas perdieron su importancia estratégica en la segunda mitad del siglo XIX, y se convirtieron en un obstáculo para el crecimiento urbano y la especulación.
Un tramo importante, más allá del río Onyar, fue derribada durante el primer tercio del siglo XX. Se salvó aquello que no estorbaba, que son los tramos del oeste que se han convertido en esta original ruta.