El encantador viaje en el tren rojo de Occitania

Desde Aude a Rivesaltes se puede viajar en un tren con coches descubiertos por los valles occitanos o elegir la experiencia de catar vinos en un lujoso vagón comedor

El trayecto del tren rojo se puede hacer en vagones descubiertos. Foto Wikipedia

En francés es Axat, pero muchas personas de este pequeño pueblo del otro lado de los Pirineos lo llaman Atsat, como se lo conoció durante siglos en idioma occitano.

Desde aquí al poblado de Rivesaltes, en las afueras de Perpiñan, se puede llegar en una hora en coche. Es un trayecto interesante, sí, pero no se puede comparar con el bonito viaje que se puede hacer en Le Train Rouge (El tren rojo), una experiencia ferroviaria por un valle de los Pirineos Orientales.

El viaje por el valle de Agly

Es un paisaje donde el verde de los bosques va dando paso al cambio cromático del otoño, coronado por las rocas grises del macizo de Corbières.

El tren rojo en su paso por uno de los túneles. Foto TPCF

El tren rojo circula por un trayecto de 60 km por un valle de los Pirineos Orientales, donde se visitan pueblos, viñedos y castillos

A lo largo del trayecto de 60 km, en unos rieles montados entre 1901 y 1904, se atraviesan túneles y viaductos, se pasa por desfiladeros con el precipicio bajo los pies, por campos tapizados de viñedos y por ruinas de castillos en la cima de promontorios.

También van desfilando pueblos como Lapradelle (donde está el castillo de Puilaurens), Caudiès (con el castillo de Fenouillet y la iglesia de Notre-Dame de Laval) y St Paul de Fenouillet con las gargantas de Galamus y el museo Le Chapitre.

El viaje sigue por Maury (donde hay varios murales con trampantojos), Estagel (con la capilla de Sant Vicens, del s.XIII), Cases de Pène, Espira de l’Agly (con una iglesia del s.XII) y finalmente, Riversaltes.

El coche motor Picasso. Foto TPCF

Cómo es el tren rojo

El viaje en el tren rojo se puede realizar en unos vagones con más de 50 años de historia, pero en verano muchos eligen los coches descubiertos, como la antigua tercera clase de los primeros ferrocarriles.

Los vagones son de los años ’50, y entre ellos hay algunos descubiertos que permiten ver mejor el paisaje de montañas y valles

También hay otros coches sin ventanas, pero que al menos tienen un techo metálico para proteger del sol o de algún chaparrón imprevisto.

Viaducto de la Cremade. Foto TPCF

El Velorail

Otra forma más divertida para algunos, y que de paso sirve para ayudar a digerir los abundantes platos de la cocina occitana, es el Velorail.

Esta es una especie de plataforma móvil sobre rieles, que se impulsa pedaleando como si fuera una bicicleta, y en las que pueden ir hasta cinco personas; aunque lo sugerido es que viajen como máximo dos adultos (sino el esfuerzo será bastante duro).

Entre los trayectos que se pueden hacer con este curioso vehículo es la ruta de Radeliers, de 2,2 km, que va desde Axat al vecino pueblo de Saint-Martin Lys, en lo que se cruza el río que antiguamente transportaba troncos de los bosques.

El Velorail atravesando uno viaducto. Foto TPCF

Otro es el Camino de los leñadores, de 4,4 km, que desde Axat llega al Col Campiéré, donde se atraviesan tres túneles y el viaducto de Crémade.

Pero más largo es el ‘Gran Reto’, un trayecto que une los dos últimos caminos que entre ida y vuelta totalizan 12 km.

Tren y gastronomía

Más relajadas son las propuestas de viajes y gastronomía del tren rojo especial. También conocido como ‘viaje sensorial’, se trata de un trayecto desde Rivesaltes en elegantes vagones con solo 22 sillones tapizados de cuero, donde un guía va describiendo detalles del valle de Agly.

La experiencia gourmet del tren sensorial. Foto TPCF

A la hora se realiza una parada en Maury para una degustación de vinos y aperitivos, y al mediodía se ofrece una comida elaborada por el chef a bordo, con platos de la gastronomía local.

Tras una experiencia musical e histórica en otros viñedos, el tren regresa a Rivesaltes tras siete horas de viaje.

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