La coctelería de la semana: Bestiari

En una transitada calle del Born esta coctelería de autor homenajea a la mitología barrial de Barcelona con una estética pocas veces vista

El Bestiari está en una concurrida calle del Born

El Bestiari está en una concurrida calle del Born. Foto: El Bestiari

Barcelona está llena de bestias. Antes que alguien se ofenda, aclaremos que hablamos de las criaturas mitológicas que desde la Edad Media forman parte del folclore urbano, combinaciones de animales (o con partes humanas) que representan a los barrios y que, cada fiesta mayor, sale a desfilar entre llamaradas de los correfocs o desafiando a los gigantes y cabezudos.

Ahí están el Drac de Gràcia o el de Ciutat Vella, la Víbria (dragón con pechos de mujer), la Mulassa (mula de aire juguetón) o el Bou (un toro feroz). “Cuando vine de Italia me llamó la atención el culto a estas bestias en las fiestas y en las calles. Y quisimos que nuestra nueva aventura esté inspirada en ellas”, nos cuenta Luca Corradini en la barra de El Bestiari (Rec 49, Barcelona), un local donde el homenaje a esta tradición local se combina con una estética que pareciera firmada por Tim Burton y Jean-Michel Basquiat.

Todos los cócteles son de autor
Todos los cócteles son de autor. Foto: El Bestiari

Un bartender multifacético

Corradini no solo es el creador de una quincena de cócteles de autor, todos también inspirados en el bestiario barcelonés, sino que fue el encargado de decorar el local, donde hay una multitud de pequeños muñecos de expresión diabólica, de pinturas de círculos, cruces y símbolos sin sentido; de manchas y lámparas psicodélicas.

Corradini es el creador de los cócteles, el autor de la decoración y quien fabrica los vasos para El Bestiari

Este corpulento italiano, proveniente de los Alpes, tiene una importante experiencia en el mundo de la coctelería, cimentada por su paso en el Savoy de Londres, que se abrió camino en la escena local con la apertura del Mariposa Negra Bar, también en el Born, con su socio José Carlos Infante.

Además, Corradini también se encarga de diseñar y fabricar los vasos que se usan en el local, todos de cobre y con trazos de pintura plateada. “Somos artesanos, y queríamos dar un toque artístico tanto en los cócteles como en los vasos. Decidimos recurrir al cobre porque es lo que se usaba para beber en la Edad Media”, apunta.

Muchas preparaciones también tienen versiones sin alcohol
Muchas preparaciones también tienen versiones sin alcohol. Foto: El Bestiari

Además, tras pasar por el congelador, los vasos están bien fríos, lo que evita tener que usar hielo. “El cobre un excelente conductor de temperatura, que puede mantener al cóctel fresco durante mucho tiempo”, explica.

Los vasos los fabrica en un pequeño taller que está detrás de la barra. Allí corta los tubos de bronce, los lija a mano, y les coloca un revestimiento para evitar que el metal cambie el sabor de las bebidas. En los más bajos les añade un resorte, y a todos les da el toque final con las pinceladas de cruces, rayas y caras.

Cóctel Estarrufadet
Cóctel Estarrufadet. Foto: El Bestiari

Coctelería de autor

Aquí no van a encontrar ni gin-tonic ni Manhattan ni ningún otro cóctel clásico: la idea es venir a probar creaciones nuevas, donde Corradini y su equipo buscan la novedad, pero sin arriesgar a usar ingredientes demasiado extraños que puedan ahuyentar a la clientela.

En nuestro caso, empezamos con un refrescante Guardià y un exquisito Estarrufadet. El primero, que toma como modelo al dragón gaudiniano de Les Corts, es dulce y afrutado y cuenta con un ron de elaboración propia, Fernet Branca de menta, zumos de limón y de mango, plátano, galleta Biscoff de caramelo y tres trocitos de chocolate que cuelgan de la bebida.

Los muñecos creados por Corradini están a la venta
Los muñecos creados por Corradini están a la venta. Foto: El Bestiari

El segundo, inspirado en un dragón que es la mascota de Poble Sec, tiene limoncello, sal del Himalaya casera, mermelada de frambuesa, zumos de limón y de naranja, sirope de boldo, esencia de pino; y está coronado por una espuma de remolacha.

Había ánimos de probar un par más, y fuimos por La Mulassa (Bombay Dry, licor de lichi, limón, infusión casera de majorana aromática y leche de almendra) y El Mosquit (inspirado en la criatura de Can Barò, lleva licor de Amareto y genciana artesanal, maceración de cardamomo verde, infusión concentrada de café frío, vainilla, sirope casero artesanal de regaliz y nata).

Y ya el alcohol, aunque bien disimulado, estaba haciendo presencia, así que dejaremos para otra oportunidad probar cócteles como el picante y ahumado Correfoc, el especiado y cítrico Fénix, el afrutado y vegetal El Drac Volador, el tropical y dulce La Quimera o el fresco y mediterráneo Niku Sour.

Todos los vasos son fabricados en el mismo local
Todos los vasos son fabricados en el mismo local. Foto: El Bestiari

Opciones más fuertes o sin alcohol

Cabe precisar que varios de estos cócteles, de un precio medio de 11 a 13 euros, cuentan con versiones sin alcohol, donde se mantiene la experiencia sensorial de las creaciones originales.

Además, la carta presenta una media docena de preparaciones “cortas y fuertes”, como el Mariposa Gimlet (ginebra Boatyard Gin Mariposa Negra Edition con vino rosado infusionado con eucaliptus, cordial de menta y melón piel de sapo casero), el Vibria (bourbon Buffalo Trace, licor de chocolate y naranja, Pedro Ximénez y licor de hierbas alpinas Genepi) o el Segresaure (tequila Cazadores blanco, maceración casera de flor de jazmín, vermut y Fusetti bitter italiano), entre otros.

Luca Corradini, fundador de El Bestiari
Luca Corradini, fundador de El Bestiari. Foto: El Bestiari

Corradini apuesta por la divulgación de la cultura de la coctelería, y ofrece diferentes talleres para los apasionados por este mundo. Uno es de cócteles (50€ por persona), que dura dos horas, y otro tiene el añadido de aprender a crear y pintar los vasos de cobre (80€). De todas formas, estos vasos también se venden al público (25 a 35 €), así como algunos muñecos de cerámica donde se pueden meter velas en su interior. Y así llevar una pequeña bestia a la casa.

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