Galante, el nuevo templo del tapeo en el Born
El restaurante entra en la escena gastro de este barrio de Barcelona con un local de grandes dimensiones y una carta basada en tapas y platos de raíces tradicionales

Vistas del restaurante en la calle Princesa. Foto: Galante
Que abra un restaurante como Galante (Princesa 53, Barcelona) en un barrio donde la gentrificación amenaza con inundar de locales de ramen y hamburguesas gourmet, es de agradecer. Su llegada al Born está dirigida no solo a los turistas sino también a los barceloneses que muchas veces huyen de los barrios muy masificados ante la homogeneización de las propuestas.
Lo interesante de Galante es que se basa en los principios del tapeo y los platos de cocina catalana y española, elaborados con el mismo cariño y desenfado de las bodegas de toda la vida. Pero la diferencia es que en su local no hay que estar de pie, apretujados y esquivando los codazos de otros comensales, sino que se puede elegir entre la sala con vistas a las calles Princesa y Comerç, en los dos privados adjuntos a la entrada, o en el amplio espacio del subsuelo, ideal para grupos o para quienes buscan un poco más de intimidad.
La sala principal, además, tiene el añadido visual de la isla donde se cortan los embutidos, se abren las ostras y se preparan las tapas frías, otro detalle que recuerda a las tabernas del barrio que muchas han pasado al recuerdo.
Empezamos con el tapeo
Al Galante se puede ir a comer, o simplemente a tapear. O las dos cosas. Esa fue nuestra decisión: empezamos con un delicado jamón ibérico Maldonado cortado a mano, la estrella de la carta de embutidos donde se encuentran el chorizo y el lomo ibérico Joselito, el fuet de Vic Riera Ordeix y la mortadela trufada. Si hay indecisión, hay una tabla de ibéricos que lo soluciona.
Para el picoteo, también se ofrecen ostras gallegas, olivas rellenas de anchoas (“pero de verdad”, bromean), boquerones marinados, berberechos en aliño de limón, taco de bonito en escabeche o la mojama de atún con almendras. Y si se quiere apuntar un queso, están el papoyo (de cabra curado de Cádiz) o el manchego (de oveja curado de Zamora).
Uno de los atractivos visuales, en la sala a pie de calle, es la isla donde se cortan los embutidos y preparan las tapas frías
Del capítulo de tapas, acertaron con la sugerencia del taco de langostino con mayonesa de ají y pico de gallo, una combinación de sabores locales y foráneos que se repite en otros platillos, como la tempura de langostino con mayonesa sweet chilly o el tartar de salmón con mayonesa japo.
También probamos unas interesantes croquetas de pollo confitado y parmesano (también hay de fricandó) y el brioche de chistorra con cremoso de queso manchego; en una carta donde se encuentran varias tapas, algunas tradicionales y otras con un twist a tener en cuenta, como el bikini de mortadela trufada y queso manchego, las alcachofas de Tudela con virutas de jamón, la tortilla fea de bacalao, la albóndigas guisadas con carn d’olla y los dados de solomillo al ajillo.
El turno de los principales
Nos hubiera gustado seguir de tapeo, pero había que dejar lugar para los platos principales, como el meloso de rabo deshuesado con cremoso de patata, tan tierno que se cortaba solo con mirarlo; y el solomillo de vaca premium fileteado y con patatas fritas.
Viendo lo que hay en la carta, hay motivos para regresar, porque más temprano que tarde habrá que probar los macarrones de Galante con boloñesa de butifarra del Perol, los fideos con pluma ibérica, el tataki de lomo bajo con demi-glace, el pulpo a la plancha con parmentier de patata o la potente chuleta -sin hueso- de vaca premium, unos 500 gr de pura carne con pimientos del piquillo y patatas fritas.
Con el postre bajamos un cambio, compartimos la torrija de crema catalana y helado de vainilla, pero sepan que también hay flan casero, tarta de queso (dicen que es mejor compartirla) o de chocolate cremosa con helado de vainilla.
Un brindis por Galante
La carta de vinos está bien dotada con blancos, tintos, rosados y espumosos que se sirven por copa o botella, con unas 70 referencias de La Rioja, Cataluña, Galicia, Castilla y León y algunas de Francia; donde también resaltan varias opciones premium, como para darse un capricho. Por otra parte, la cerveza es de bodega, sin pasteurizar, que si bien es un pelín más amarga que la común, tiene aromas y matices más intensos.
La apertura de Galante es un nuevo hito para el Grupo Varela, que además de los tradicionales restaurantes Varela y La Xarxa, en Plaza Molina, expanden sus propuestas de maridaje con la tradición en la Bodega La Puntual (también en el Born) y de reivindicación de la cocina marinera en L’Estupendu, en Badalona. A no perder de vista.