Mamut, donde la tradición de los calçots llega en clave de abundancia
La temporada de calçots en este restaurante del Baix Llobregat se disfruta con una degustación sin límites de la popular cebolla rematada con una bandeja de carnes o un arroz

Calçots y carnes, la propuesta invernal de Mamut. Foto: Mamut
Hay un restaurante a 15 minutos al sur de Barcelona, encajonado entre la playa de Viladecans y los campings, que en su aislamiento proponen unas de la ofertas gastro más interesantes del invierno en el Baix Llobregat: es Mamut Beach Club, con su menú de calçots.
La temporada de degustación de esta cebolla abarca entre fines de noviembre y principios de abril. Se trata de un producto de la tierra que se cultiva sobre todo en las comarcas catalanas del Alt Camp (con Valls como su capital gastro), Baix Camp, Tarragonès y Baix Penedès.
La ceremonia de degustarla es un poco pringosa, pero vale la pena: con una buena cuota de habilidad hay que quitar las capas quemadas del vegetal, que se sirve en una teja tras haber pasado por las brasas, y mojarla en salsa romesco. Para comerla, hay que alzar la boca en una posición vertical, para evitar las manchas. Los dedos quedan como si se estuviera trabajando en una carbonería, pero es parte del juego.
Un ambiente diáfano para la tradición
En Mamut la temporada de calçots comenzó el pasado 24 de enero, y al ver la cantidad de gente que concurre (y eso que en sus salas hay una capacidad de 180 personas, que casi se duplica con el beach club del verano), se nota que es todo un éxito. Solo una cifra para graficarlo: cada fin de semana se despachan 12.000 calçots.
El interior, con las ventanas tapiadas de bambús y otros arbustos, es un ambiente diáfano, un toque exótico, con el techo recubierto con hojas de palma y las lámparas construidas en calabazas. Por eso se le llama Winter Garden, un espacio adaptado para que el frío del invierno sea solo un recuerdo lejano.
La experiencia de los calçots
El rito del calçot, cada fin de semana, se presenta con un menú que se inicia, sin preámbulos, con la teja de estas cebollas a la brasa con salsa romesco. Cada porción es de 15 unidades, y si bien uno se piensa que no llenan, no hay que engañarse: recuerden que la provisión de este vegetal es ilimitada, y recién estamos en la primera parte de la experiencia.
Los fines de semana los calçots son ilimitados, pero conviene ir con el freno de mano porque después vienen las carnes o los arroces
Además, los calçots llegan acompañados del tradicional pan con tomate y las alcachofas del Parc Agrari del Baix Llobregat, que rodea al restaurante. Esta es una de las apuestas por el producto de proximidad que caracteriza a las cartas, no solo de Mamut, sino de los demás restaurantes del Grupo Lancaster (propietario de locales como CBC y Embarcadero de Castelldefels, Lancaster de Gavá y de varios chiringuitos veraniegos).
Llegan las carnes
Pero volvamos a los calçots: para no quedar knock out en el primer round, nos limitamos a una teja; porque sabíamos que a continuación venía un dilema: ¿elegir la carne o el arroz? Las dos opciones, por visitas previas, sabíamos que son igual de recomendadas. Así que salomónicamente la gente de Mamut nos ofreció una muestra de ambos platos.
Primero llegó el arroz mar y montaña de pluma ibérica y zamburiñas, cocinado con un toque de costra, o como se le llama en Cat, al estilo socarrat. Este plato que forma parte de su carta habitual, donde también conviven el de marisco con gamba, chipirones y mejillones; el de costilla ibérica con butifarra de Vic, boletus y romero; o la fideuá con langostinos y mejillones.
A los pocos minutos aterrizó la bandeja cárnica, con cortes de pluma ibérica, butifarra, pollo y cordero; acompañadas de patatas al caliu, escalivada y alubias de Santa Pau.
Ni hace falta decir que estábamos más que satisfechos, pero siempre hay lugar para el postre, y en este caso, fue con un dulce mel i mató (miel bañando un queso fresco) y crema catalana, porque para la tercera opción (brownie con chocolate) ya era demasiado.
Dos opciones para la semana
El precio de esta desbordante experiencia gastro es de 40€ por personas, e incluye refresco, agua o copa de vino o cerveza. También hay una opción más ‘liviana’ de miércoles a viernes al mediodía a 24,90€, donde la diferencia es que los calçots se limitan a una teja, y que el arroz es el de butifarras con alcachofas.
La única forma de llegar a Mamut es en coche (o tomando un taxi desde la estación de Viladecans), pero por suerte el restaurante cuenta con parking propio, que, si se llena, tiene la opción de aparcar en el estacionamiento municipal de la Playa de la Murtra, a un par de metros.
Cuando dejen el coche y pasen por debajo del mamut que da la bienvenida, sepan que como ese paquidermo, aquí todo es a lo grande. Pero para un domingo diferente, no está nada mal.