Empezar en el caviar-bar y terminar en el karaoke: así es el nuevo (y más loco) Manero
Julio Iglesias y Chiquito de la Calzada, tapeo y champagne, fotomatón y karaoke. Manero tira la casa por la ventana y este es el divertidísimo resultado

Manero se desmelena en su nuevo local. Foto: Grupo Manero.
Una luz cálida escapa por los ventanales de una fachada discreta que aloja un nuevo vecino en la madrileña calle Marqués de Cubas. Flanqueada por la Carrera de los Jerónimos y Alcalá, a unos pasos del Congreso de los Diputados, la antiguamente conocida como calle del Turco acoge una de las aperturas que más darán que hablar en la capital.
Llamado a convertirse en el referente de la familia Manero, que ya cuenta con una recomendable taberna en Madrid (Claudio Coello, 3) y dos más en su Alicante natal, el grupo sube su apuesta con una propuesta tan excesiva como divertida.
Porque el nuevo Manero (Marqués de Cubas, 14) es una barra y un bistró, una coctelería y un caviar-bar, un restaurante, un club Dom Perignon y un pub clandestino que aloja el karaoke donde terminar las noches más locas del centro de la villa y corte.
Muchos locales en un local
No hay más que franquear la entrada para comprobar que la sencillez se queda fuera. Lázaro Rosa-Violán firma, junto al estudio Apple Tart Interior Design, encargado del resto de proyectos del Grupo Gastroportal al que pertenece Manero, el interiorismo que envuelve la propuesta de tapeo, cocina, mixología y música y se encarga de aportar una atmósfera única.
Terciopelo, mármol, mosaicos, obras de arte, moquetas de suelo a techo, alfombras mullidas, taburetes de piel, lámparas antiguas de Manises, cristales de Murano, espejos isabelinos, un fabuloso piano de cola, piezas de anticuario (como una vieja taquilla de teatro traída directamente de París y reconvertida en cabina de DJ) y bien de dorado llenan los más de 450 m2 de espacio que se dividen en ambientes diferentes.
Porque a Manero puedes llegar de día y salir de noche, empezar con una ensaladilla rusa marca de la casa, pasarte al champán y las ostras, bailar con música en directo y acabar cantando Fangoria a pleno pulmón.
De “nueva era de la gastronomía y el ocio premium” califica Carlos Bosch, el empresario y fundador de Gastroportal, este nuevo local, que define como “glamouroso y gourmet pero a la vez casual y divertido”.
Tras atravesar la puerta, la primera decisión: a la izquierda una gran barra cuadrada que honra la tradición clásica del tapeo y el vermú -siempre en versión Manero-.
A la derecha y de forma casi simétrica, con los mismos reposapiés con soportes tallados a mano con forma de león que remiten al vecino edificio de las Cortes, otra barra se enfoca a la coctelería, idea para pedir un Spritz, un Espresso Martini o un cóctel de autor.
Desde la apertura al mediodía al cierre se pueden pedir los clásicos de la casa como el excepcional bocadillo de calamares, el bikini, el lobster roll o el pepito de ternera y, por qué no, una impresionante barca con caviar y marisco coronada con las quisquillas de Santa Pola o algo de laterío gourmet de marca propia.
También en este espacio se pueden pedir platos calientes como el puerro confitado a la brasa, el canelón de la madre de Carlos, tortillas y croquetas, así como postres, entre los que destaca la tira de chocolate con AOVE Manero o la torrija con helado de vainilla.
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Un bistró con ‘efecto wow’
Un cortinaje oculta un pasillo que aloja los baños (no te asustes si oyes voces: son los chistes de Chiquito de la Calzada los que te acompañan) y conduce a un sofisticado bistró y caviar-bar en una exótica sala que destila teatralidad.
Alfombras con motivos florales, dramáticas lámparas, columnas vestidas de cristal de Murano y techos pintados a mano con paisajes oníricos envuelven mesas y sofás de terciopelo, así como el imponente piano de cola.
En un ambiente que recupera algo de los restaurantes clandestinos de épocas pasadas en América, Italia o Francia -y que se puede privatizar en zonas más pequeñas a través de cortinajes- se sirve una cocina española basada en producto y que no renuncia a los platos clásicos de bistró, si bien actualizados.
El chef Carles Abellán está a los mandos de una propuesta que incluye milanesas, sopas de cebolla, pescados a la meuniére o mariscos, todo servido en hermosas vajillas.
En la bodega, blancos, tintos, cavas, champanes, vermuts y cerveza, muchos de ellos con la marca propia Manero, con la que Carlos Bosch embotella sus favoritos y que realiza en colaboración con enólogos y bodegas.
Si las paredes hablasen
Otra cortina separa este bistrot de la zona club, con un interiorismo cada vez más rico y envolvente que emula el ambiente un tanto retro de los grandes cafés europeos. Y, de nuevo, sorpresas.
En el Club Manero Dom Perignon destaca una barra de mármol, con un frontal de madera con columnillas talladas y espejo, ideal para las primeras copas.
Justo enfrente, un saloncito presidido por una chimenea parisina antigua luce coronada por un retrato del rey Carlos III, en un guiño a la historia de Madrid y, al tiempo, a la modernización introducida por el conocido como mejor alcalde de Madrid y que cuya estela recoge Manero.
Otra fantasía llega en forma de oda a Julio Iglesias, un icono personal de Carlos Bosch y un clásico de la banda sonora de todos los Manero al que se dedica un rincón plagado de fotos y recuerdos.
Por último, otro reservado esta vez decorado con 32 cuadros inspirados en el atardecer de Turner que serán intervenidos puntualmente por artistas de la talla de Domingo Zapata espera con la última de las sorpresas: un karaoke a demanda que verá, no nos cabe duda, muchas fiestas improvisadas -y quién sabe cuántos secretos-.