David Rieff: “En conflictos como en el País Vasco lo importante es la paz»

Rieff, autor de Elogio del Olvido, defiende que "el recuerdo no es necesariamente moral ni el olvido algo inmoral" y que depende de cada caso

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David Rieff no vive el mejor momento de la humanidad para defender su amor por el matiz, por el caso por caso, por el detalle, pero insiste, pese al blanco o negro que marcan los nuevos tiempos. Rieff (Boston, 1952) tiene un compromiso como intelectual: molestar e incentivar la reflexión, aunque sea a contracorriente. Lo hace en Elogio del Olvido (Debate), una obra en la que considera que “en muchos casos, en países con desgarros, el recuerdo no es necesariamente moral ni el olvido algo inmoral”. Se refiere a situaciones como la de Bosnia, y entra en zonas complicadas: “En el País Vasco es más importante la paz”, aunque pueda entender la actitud de las víctimas, que buscan que la justicia sea completa.

“Es más importante la paz que la justicia a las víctimas”, señala, pero admite que puede estar equivocado, que la comparación que él establece es con Irlanda, y que en aquel país –en Irlanda del Norte– un terrorista llegó a ser viceprimer ministro, en referencia al recientemente fallecido Martin MacGuinness. De nuevo la defensa del matiz, de la diferencia.

Rieff insistió en que puede haber paz sin justicia. Y que los movimientos pro derechos humanos se equivocan cuando sostienen que sin paz no hay justicia. “Hubo paz en Bosnia, sin justicia, pero fue mejor esa paz”, clamó.

Puede haber paz sin justicia, y siempre es mejor esa paz, como ocurrió en Bosnia

Rieff debatió este lunes con el escritor Valentí Puig, el abogado y penalista chileno afincado en Girona, Hernán Hormazábal; y el profesor de Ética y Economía de la UB, Félix Ovejero en la librería +Bernat. Y fue Ovejero quien saltó: “No hubo dos bandos en el País Vasco, hubo uno que lo que hizo fue defender el estado de derecho”. Rieff se mostró prudente, pero reiteró que, al final, lo importante “es la paz”, la ausencia de violencia.

Ese debate será intenso en los próximos años. Lo será porque la sociedad vasca debe reflexionar sobre su pasado reciente, y porque en las mismas calles convivirán familiares de las víctimas con sus verdugos, o con los familiares de los terroristas. Obras como Patria, de Fernando Aramburu, han supuesto un espejo frente a la sociedad vasca, que necesitará encontrar vías para entender qué ha pasado, mientras mira hacia delante.

Rieff, hijo de Susan Sontag, es uno de los analistas políticos y críticos culturales más reputados en Estados Unidos. Autor de Una cama para una noche (Taurus); Crímenes de guerra (Debate) o A punta de pistola (Debate), ha conocido conflictos y guerras cruentas de primera mano, como la de Bosnia o Ruanda. Y considera que en esos lugares el olvido es casi una obligación. “En muchas partes del mundo morir y dar muerte es justo lo que está en juego, y en ese sentido la cuestión de si se debe dejar de elogiar el recuerdo y comenzar a elogiar el olvido es más acuciante”.

Es por ello por lo que Valentí Puig quiso formular una distinción, entre los intelectuales realistas y los utópicos, entre los que aprenden de la experiencia histórica. “La experiencia histórica enseña más que la ideología, y se debe analizar cada país, cada situación, y eso es lo que hace Rieff”.

Fue Ovejero quien remachó el clavo al recordar que en Bosnia se llegaba a matar al vecino, cuando sólo un año antes la relación era buena. A la pregunta de por qué se mataba al vecino, la respuesta era que por lo que le había pasado al pueblo serbio. “Pero eso ocurrió en 1389, sí, pero yo me he enterado ahora”, explicó Ovejero sobre la respuesta del reciente asesino serbio en la Bosnia de los años 90.  Ovejero no quiso evitar una referencia a 1714, la fecha a la que se ha agarrado una parte del independentismo catalán para justificar su movimiento ahora de secesión de España.

La experiencia histórica enseña más que la ideología, asegura Valentí Puig

Rieff asume que, en casos como el español, el recuerdo puede ser positivo, justamente porque ya se produjo el olvido, porque ya es una sociedad capaz de impulsar iniciativas como la ley de la memoria histórica, con la honra de los muertos fallecidos en la Guerra Civil y en los años posteriores en el bando republicano. Un nieto de un fallecido, presente el acto, explicó que, en su caso en Málaga, eso se está desarrollando con toda normalidad, “simplemente para reparar daños emocionales, sin ningún objeto de rencor”.

Historiador, Rieff relató que “la memoria no es saludable” en otros muchos lugares, como Israel. Y recordó que “la memoria colectiva es una versión del pasado, pero que es la verdad como la entiende el presente”, y que, eso, claro, es objeto de la manipulación política. ¿Ocurre eso exactamente ahora en Cataluña? La cuestión sobrevoló el acto, pero no se entró en ello.

Hormazábal consideró que sí se puede reparar, con la justicia, a aquellos que se puedan sentir perjudicados o agraviados, pero que siempre será una reparación individual.

El acto fue una exaltación del matiz, de la necesidad de no proclamar grandes verdades. Fue Ovejero quien remachó que “la realidad es confusa y matizada, cosa que no quiere decir que estemos confusos”. En ese sentido, Ovejero sí miró de frente al movimiento independentista, cuando tilda a España de no ser un país democrático. “Hay que aprender a distinguir las cosas, Franco no fue como Hitler, como Chavez no fue Stalin, y no se puede decir que un país no es democrático, porque falla tal o cual cosa”. Y no se ‘olvidó’ de un tema esencial en estos momentos en España. “Se crítica la transición, y se dice que se perdonó a una parte, cuando resulta que quien proponía una amnistía ya en 1959 era el Partido Comunista”.

Rieff pide darle una oportunidad al olvido, y un descanso al idealismo

La mirada de la realidad no es, en muchas ocasiones, un plato de buen gusto. Lo explicitó Valentí Puig al hacer suyas las palabras de Rieff, con las que, a lo largo del libro, mantiene un difícil equilibrio. Dice Rieff: “No sostengo que el olvido sea una respuesta adecuada en los casos en que la justicia o el perdón (o ambos) constituyen una opción realista, que son muchos, algunos de ellos graves y al parecer intrincados. Sin embargo, el criterio definitivo no debe ser el ideal, sino el probable, o al menos el factible. La celebrada frase atribuida a Bismarck según la cual con las leyes pasa como con las salchichas, es mejor no ver cómo se hacen, sin duda se puede aplicar de forma incluso más convincente a los acuerdos de paz”.

Y con aires de los sesenta, Rieff concluye que, parafraseando el lema del movimiento contra la guerra de Vietnam, ha llegado el momento de “darle al olvido una oportunidad, que es otra manera de decir que es hora de darle a la política una oportunidad y al idealismo, un descanso”.

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