El PSOE impone una abstención obligatoria

La gestora de Javier Fernández no quiere ni pensar en las consecuencias de que el PSC y otras federaciones rompan la disciplina de voto

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Un debate duro, pero respetuoso. En un tiempo récord, el PSOE ha dejado atrás el bochornoso espectáculo del anterior Comité Federal y ha dejado la sensación de un debate intenso en el que los defensores de la abstención han conseguido un mayor margen de votos que los que consiguieron cuando Pedro Sánchez no tuvo más remedio que dimitir.

En las filas del «no», abrió fuego César Luena, exsecretario de organización con Pedro Sánchez. Un discurso mediocre de quién no ha sido llamado por los caminos de la oratoria. Patxi López, mitinero. No se sabe muy bien a qué juega, quien fue presidente del gobierno vasco gracias al apoyo del Partido Popular, a quién tan repugnante le resulta otorgar ahora una abstención.

En defensa de la abstención, presentó la moción Elena Valenciano, que según fuentes consultadas ha estado correcta, contundente e incluso para algunos brillante. Y ha cerrado las intervenciones Susana Díaz, presidenta de Andalucía y secretaria general de la federación más poderosa del PSOE.

La obligación de la disciplina de partido

La decisión ha sido trasladar al grupo parlamentario socialista la obligación de votar «no» en la primera sesión de investidura, para dejar clara la rotunda condena a las políticas del Partido Popular, y abstenerse en segunda votación, obligación que adquieren todos los diputados del grupo socialista.

No ha sido posible arrancar una sola palabra a Javier Fernández sobre las consecuencias que tendría la ruptura de la disciplina de voto, tanto a diputados aislados como de los integrantes del PSC. Prudencia, en línea con que la decisión del órgano máximo entre congresos del PSOE, obliga a todos a su cumplimiento sin excepciones. Descartada la propuesta de algunos miembros del Comité Federal, de que se ejecute una abstención parcial, «para no ahondar las grietas en el partido», las respuestas extra oficiales han sido contundentes: ha habido una resolución democrática que obliga tanto como lo hubiera hecho el ganar el «no». En la cultura democrática y en la del PSOE, las decisiones soberanas de los órganos de gobierno no se discuten una vez han sido adoptadas; se cumplen.

¿Y si el PSC se rebela?

No ha sido posible sacar una sola declaración oficial de las consecuencias disciplinarias de que el PSC incumpliera la resolución del Comité Federal. Pero sí algunas reflexiones de algún miembro destacado.

El PSC participa en los órganos de gobierno del PSOE. Está presente en sus congresos, en el Comité Federal y en la comisión ejecutiva. Hoy ha votado en el Comité Federal y está obligado a cumplir la resolución de este organismo. ¿Cómo se podría mantener este estatus en caso de que no cumpliera las obligaciones que le corresponden como miembros de esos organismos?

La disyuntiva en la que se encuentra el partido que dirige Miquel Iceta puede tener una enorme transcendencia para el futuro y para las relaciones entre los dos partidos hermanos, en el que el pequeño tiene la ventaja de participar en los órganos de dirección del mayor, pero no a la inversa. El PSOE, en virtud de estos acuerdos, renuncia a su presencia política en Cataluña y no tiene ni voz ni voto en los órganos de decisión del PSC. Hay un consenso tácito en que, caso de consumarse este acto de rebelión, las consecuencias tendrían que ser muy firmes.

Las posibles consecuencias de una ruptura

Una ruptura o cambio de estatus sería muy perjudicial para los dos partidos. Pero previsiblemente más grave para el PSC. El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) llegó a conseguir hasta 25 escaños en el Congreso de los Diputados, liderado por Raimon Obiols en 1982 y por Carme Chacón en 2008. En la actualidad, tras las elecciones encabezadas por Meritxell Batet, cuenta con siete escaños en el Congreso. Es decir, entre su máximo histórico y su suelo, el PSC ha perdido 18 escaños.

Pero en las últimas elecciones autonómicas no les ha ido mucho mejor. Pasqual Maragall logró 52 escaños en 1999 y Miquel Iceta consiguió en las últimas elecciones 16 escaños en el Parlament de Catalunya. Ha perdido la friolera de 36 diputados. Desde luego, no es para sacar pecho.

Una semana que será movida

Desde que el martes el rey reciba a Javier Fernández, como representante del PSOE en la ronda de consultas para encargar presuntamente formar gobierno, hasta la segunda votación de investidura nos espera una semana tensa, en la que los disidentes que anuncian su desacato a la resolución del Comité Federal tendrán que pensarse mucho si finalmente llevan hasta el final este acto de rebeldía contra el mandato del máximo órgano entre congresos del PSOE.

El portavoz de la gestora, Javier Fernández, en la rueda de prensa posterior al Comité Federal, ante las reiteradas preguntas de los periodistas sobre las medidas disciplinarias a los insurrectos, se ha limitado a declarar que no quería adelantar acontecimientos que no se han producido y que él iba a intentar convencer a los que siguen propugnando el «no» para que desistan de su actitud. 

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