Los catalanes ya no ‘pintan’ nada en Madrid

La influencia del poder catalán, en el mundo empresarial y político se ha reducido en pleno proceso soberanista

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La influencia de los catalanes en Madrid, el poder de una forma de entender las relaciones políticas y empresariales ha pasado a mejor vida. Salvo contadas excepciones, esa determinación de tender puentes, que ha sido siempre la principal característica del catalanismo, se ha quebrado.

Las largas horas de conversación entre un presidente del Gobierno español y un empresario catalán ya pertenecen al pasado. Aquellas largas reflexiones entre Felipe González y Pere Duran Farell, el visionario empresario que presidió, primero Catalana de Gas, y posteriormente Gas Natural, pertenecen a una época en la que el catalanismo vivió su momento de gloria. Era el periodo en el que vicepresidente del Gobierno era Narcís Serra, un catalán que coordinaba todo el aparato del Estado, aunque siempre mantuvo una cierta y prudencial distancia.

Ni un solo ministro catalán

¿Y ahora? En el último tramo de 2013, las fuentes empresariales y políticas consultadas aseguran que todo ha quedado en un erial. Por primera vez en democracia, se recuerda, “no hay un solo ministro catalán en el Gobierno”, porque Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior, no ejerce como tal, ni nunca quiso jugar ese papel, con su carrera política centrada desde hace años en Madrid.

En el mundo empresarial destacan tres figuras, que todavía mantienen buenas conexiones con los sectores económicos, pero ya no políticos. Se trata de Santiago de Torres, que forma parte de diferentes consejos de administración, y que fue delegado del Gobierno catalán en Madrid en la etapa del President Pasqual Maragall. Entonces, y con José Montilla como ministro de Industria, se establecieron conexiones periódicas con todo el sector económico y político catalán en la capital española.

Catalanismo político socialista

Desde 2007, Antoni Llardén preside la compañía Enagás, la empresa que actúa como gestor técnico del sistema gasista. Llardén, bien conectado con la política catalana, actúa ya como un ejecutivo completamente entregado a su empresa. Dialogante, y siempre dispuesto a tender puentes, Llardén defiende un catalanismo que ha pasado a mejor vida, debido a la confrontación institucional que se ha creado entre el gobierno español y catalán.

Y también figura Rafael Suñol, también miembro de diferentes consejos de administración, que en la época de Narcís Serra, y muchos años después, ha sido el hombre de los acuerdos, de los pactos, de las aproximaciones políticas y empresariales para resolver problemas. El hombre al que se acudía en Madrid para conocer qué ocurría en el sector económico.

Los mejores vínculos entre el mundo empresarial y político catalán con el Ejecutivo español, ciertamente, se han establecido con Gobiernos socialistas en la Moncloa. Ocurrió con Felipe González y con José Luis Rodríguez Zapatero, con operaciones tan ambiciosas como la opa de Gas Natural a Endesa, en 2005, que fue abortada por Manuel Pizarro, el hombre que el PP utilizó en las elecciones de 2008 para tratar de batir al ministro de Economía, Pedro Solbes.

Rosell y Fainé, a lo suyo

Y a finales de la legislatura de Rodríguez Zapatero, el poder catalán, si se entiende con ello esa característica a lo largo de los años de buscar acuerdos, con la premisa del entendimiento, se reforzaba con el nombramiento de Joan Rosell al frente de la CEOE. Y Isidre Fainé, presidente de la Caixa, era designado presidente de la CECA, la asociación de las cajas catalanas. Parecía que el poder catalán recuperaba sus bríos.

Pero ahora, tanto Rosell como Fainé buscan cómo ordenar sus propios asuntos. Rosell al frente de una patronal que arrastra un legado no precisamente brillante, con el reto de afianzar la reforma laboral. Y Fainé trata de descifrar si podrá o no finalmente compaginar la presidencia de La Caixa con la de CaixaBank.

Piqué, siempre Piqué

¿Pero hay interlocutores con el Gobierno de Mariano Rajoy, justo en un momento en el que se producen situaciones como las vividas en Foment? ¿Hay aproximaciones de ese mundo empresarial y político, que eviten el bochorno vivido después de que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, haya dejado plantada a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría?

Josep Piqué, que acaba de ser nombrado vicepresidente segundo y consejero delegado de la constructora OHL, y que deja en breve la presidencia del Cercle d’Economia, sigue siendo uno de los hombres mejor conectados en Madrid. Nunca ha dejado la política, aunque diga que “suficiente, quiere decir suficiente”, y sigue teniendo contacto con Mariano Rajoy. Piqué conoce bien la política catalana, y es de los pocos con capacidad de análisis que es escuchado en Moncloa, según diversas fuentes.

También lo es un empresario de origen gallego, que ha ido construyendo un pequeño imperio en el mundo hotelero, con Hotusa. Se trata de Amancio López Seijas, en la junta del Cercle d’Economia, que forma parte de un selecto grupo, muy plural, que trata de aproximar posiciones entre Madrid y Barcelona, y con excelentes conexiones con Rajoy.

El negativo legado de CiU en el Congreso

Pero la vía estrictamente política casi no existe. Por varias razones. El delegado del Govern en Madrid es Josep Maria Bosch, un diplomático, que ha sido cónsul general de España en Montpellier y previamente ocupó el cargo de consejero diplomático del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, además de ser representante permanente adjunto de España ante este organismo y otros con sede en Ginebra.

Es decir, no tiene conexiones políticas ni empresariales, y ha sustituido a Jordi Casas, –los dos de Unió Democràtica– que sí las tenía, pero que renunció al no compartir en absoluto el proyecto soberanista de Artur Mas. Casas, que ha desarrollado buena parte de su carrera política en Madrid, buscó siempre esos puentes de entendimiento.

Lo que ha ocurrido también, según apuntan las mismas fuentes empresariales, es que el poder político catalán se ha ganado una mala imagen en Madrid por el abuso de CiU, durante años, de su actividad como puro ‘lobby’ en la defensa de intereses empresariales concretos.

Esa política muy a corto plazo, muy basada en lograr introducir una enmienda para conseguir una partida económica en beneficio de tal o cual sector industrial o empresarial, llevada en los últimos años casi directamente por el diputado Josep Sánchez Llibre, más que por Josep Antoni Duran Lleida, ha deteriorado la imagen de conjunto. Y CiU lleva toda la vida haciendo eso en Madrid, con Miquel Roca, y con Duran Lleida.

Influencia en el Banco de España

Rajoy se encuentra, por tanto, con pocas piezas a las que acudir. Sin ministros catalanes que conozcan la realidad de la vida política y, principalmente, mediática de Catalunya; sin empresarios a los que contactar rápidamente, el presidente del Gobierno ha decidido enrocarse a la espera de que Mas acabe chocando contra su propia impotencia.

Sin embargo, hay gente voluntariosa, a pesar de verse ninguneados, en comparación con lo que ocurría con el anterior gobierno socialista. Se trata de Guillem López-Casasnovas, que dice abiertamente, en el seno del Banco de España, donde es consejero, que Rajoy debe reaccionar, que debe entender lo que sucede y que se lo debe tomar en serio. El gobernador del Banco de España, Luis Linde, ha comenzado a entender el mensaje.

También lo hace Salvador Alemany, como presidente del Carec, el consejo de expertos que asesora a Artur Mas, que ha buscado en los últimos meses tejer esos necesarios acuerdos, principalmente, en materia de financiación autonómica.

Peso intelectual

Y, en el terreno más académico, hay dos figuras emergentes: Antón Costas, que será el nuevo presidente del Cercle d’Economia, y Teresa García Milà, profesora de la Universitat Pompeu Fabra y directora de la Graduate School of Economics. El objetivo de los dos es ver que no se puede continuar así, porque lo que ha fallado, se entiende, es la propia confianza personal e institucional. En esa misma línea también está Oriol Amat, economista y consejero de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

¿Es suficiente, es mucho? Las fuentes consultadas consideran que no, que el poder catalán se ha diluido, que la carrera independentista ha roto ya muchos puentes y que será difícil rehacerlos.

Nada que ver con aquellas largas conversaciones entre Felipe González con Duran Farell, que pusieron las bases de la posterior internacionalización de las empresas españolas en Latinoamérica.

Era un catalán, y tenia una visión de conjunto.

¿Y ahora?

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