Mas se esconderá tras las masas para no declarar

El ex president, alentado por la ANC, pretende retrasar el juicio por el 9N, y aprovechar la concentración de independentistas para volver a la carrera electoral

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Calor humano…y político. Artur Mas se esconderá tras las masas independentistas que le arroparán este lunes para no declarar en el TSJC por la causa del 9N. Su objetivo es retrasar el juicio, y no tiene ninguna intención de declarar.

Alentado por la ANC, la entidad soberanista que ya ha registrado a casi 30.000 personas para manifestarse este lunes, Mas quiere una gran imagen para su culto personal, y para todo el movimiento soberanista. La idea es que el juicio a Mas, y también a las ex consejeras Irene Rigau y Joana Ortega, se transforme en una gran operación propagandística.

Para ello, Mas será recibido en la plaza Sant Jaume, en la Generalitat, por el presidente Carles Puigdemont. Y se pretende bajar, a lo largo del Arco de Triunfo del Paseo Sant Joan, hacia la sede del TSJC con las masas independentistas detrás. Lo que busca Mas es que sean esas propias masas las que le impidan declarar, como un héroe herido, aunque él lo tiene decidido de antemano. Otra cosa es si podrá cumplir ese propósito.

Operación pika

Tras la actuación de la Guardia Civil, a lo largo de este jueves, con una veintena de registros en oficinas y domicilios particulares, en la llamada operación pika, y que afecta a ex altos cargos de Convergència y amigos personales de Mas como Sixte Cambra, la campaña de Mas cobra una nueva dimensión.

Fuentes nacionalistas admiten que Mas busca cómo darle la vuelta a ese juicio sobre el 9N y preparar ya una larga campaña electoral con la vista puesta en una elecciones al Parlament, en la que el soberanismo pueda alcanzar una mayoría absoluta aplastante.

Lleva meses Artur Mas ofreciendo pistas. Considera que el referéndum no se podrá realizar, y ahí discrepa de Carles Puigdemont. Su idea, lanzada en una conferencia en la Cambra de Comerç, es obtener una gran victoria en unas elecciones que obligue, después, al Gobierno central a negociar, sin ninguna línea roja. Y para encabezar ese proyecto se ha situado él mismo, teniendo en cuenta, además, que Puigdemont no quierer ser candidato.

Competir con Junqueras

Como ya ocurrió con las elecciones de 2012, –en el cartel electoral aparecía como el Moisés del pueblo catalán– Mas no se resiste a abandonar la causa. Arrepentido por dejar su cargo, tras la exigencia de la CUP, en las elecciones de septiembre de 2015, Mas está dispuesto a ser, de nuevo, el cartel electoral. Se trata también de la salvación de su propio proyecto, el PDECat, consciente de que todo se ha puesto de cara para una victoria de Oriol Junqueras al frente de Esquerra Republicana.

La afrenta contra el Estado es clara. Mas apela a la «democracia» y al apoyo popular para desafíar las leyes «españolas», anteponiendo la legalidad que emana del Parlamento catalán. Y nadie, dentro del movimiento independentista, niega esa asociación, a pesar de las advertencias del mundo jurídico, como se comprobó este mismo jueves en un acto protagonizado por una treintena de juristas.

Mas se ha lanzado. Y el independentismo probará su última carta: la presión popular en las calles, en la cara de los magistrados del TSJC.  

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