Mas se fija el éxito del 9N en 1,8 millones de votantes

Los partidos pro consulta protagonizarán una campaña de participación pese al peligro de que el Gobierno anule el proceso

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La pseudoconsulta se está transformando en una consulta en toda regla, aunque «sólo para iniciados». El problema, para el Gobierno español, y para los ciudadanos catalanes que están en contra de la independencia, es que el 9N puede concitar una respuesta importante, por parte de los ciudadanos que apuestan nítidamente por ese proceso. Y lo que era, y es todavía, un “proceso de participación” puede derivar en una votación de alto valor político.

Para el President Artur Mas, la barrera del éxito será una participación de 1,8 millones de votantes.

Generar la máxima participación es lo que intentan los partidos pro consulta, que este viernes se volvieron a reunir, junto con los agentes sociales y económicos, en el marco del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. El acuerdo es incentivar la participación, con campañas por parte de los propios partidos. Esquerra Republicana, por su parte, se dispone ya a iniciar, en los próximos días, una campaña en la que distribuirá papeletas con la doble pregunta del 9 de noviembre.

A la espera de la decisión del Gobierno español

Con ese proceso, sin embargo, se han creado tensiones importantes. El sector educativo quiere compromisos por escrito del Govern de Artur Mas para que los directores de los centros de secundaria, los elegidos para poder votar, puedan abrir los emplazamientos. Hasta ahora, la pseudoconsulta de Mas se ha difundido casi de forma clandestina, con el sobreentendido del movimiento independentista sobre todos los pasos que se deberían seguir.

Pero las campañas de participación, y el hecho de que los partidos pro consulta hablen ya de que a efectos prácticos, será como un referéndum, ha encendido todas las alarmas en la Moncloa. ¿Qué debe hacer el Gobierno español? En los próximos días tomará una decisión.

Un censo de 5,4 millones de votantes

La cuestión es conocer la barrera de participación que para el President Mas sería la más conveniente. Los dirigentes de Convergència no se atreven públicamente a ofrecer un número. Los de Esquerra tampoco, con el mensaje de que debe ser el mayor posible. El censo es de 5,4 millones de catalanes, como apuntó la consellera de Governació, Joana Ortega. Pero, teniendo en cuenta que será una pseudoconsulta en la que antes de votar cada ciudadano se deberá registrar –sólo en nueve municipios de Cataluña no habrá centros para poder votar–, el objetivo sería acercarse a la mitad de ese censo.

Y Mas ha fijado esa frontera. La sitúa en 1,8 millones de votantes. ¿Es una cifra aceptable para el independentismo? En todo caso, es la que surge de la suma entre los votantes de CiU, ERC y la CUP en las elecciones de 2012. En aquel momento, la federación nacionalista no se podía definir como una fuerza netamente independentista. Ahora, por lo menos Convergència, sí lo es.

En esa suma tampoco se puede incluir a ICV, que se ha desmarcado de la pseudoconsulta de Mas, y que vive en su seno importantes contradicciones sobre la independencia de Cataluña. Hay que retener otro dato. La participación en el referéndum del Estatut de 2006 fue sólo del 48,85%. No llegó a la mitad. Y de aquella baja participación, según diferentes analistas, se podría explicar el bloqueo de la situación política actual.

Convocar o no elecciones

Dirigentes nacionalistas admiten que una cifra por debajo, como mínimo, de 1,8 millones, “sería un fracaso”, teniendo en cuenta las amplias exhibiciones en las tres últimas Diades del movimiento soberanista.

Pero, ¿cómo podría influir en los pasos posteriores del President Mas? Una gran participación, que llegara a casi la mitad, o algo por encima, del censo, con 2,5 millones de votantes, significaría una gran presión sobre Mas para que convocara elecciones con carácter plebiscitario de inmediato. Es lo que pretende conseguir Oriol Junqueras, el presidente de ERC, y la ANC.

Por debajo de 1,8 millones, sería un fracaso para el independentismo, y Mas no tendría ningún incentivo para adelantar las elecciones.

Participación digna, pero no excesiva

Es decir, y esa es la gran paradoja que atañe a la dirección de Convergència: le interesa una participación digna, pero no excesiva. Y le interesa, principalmente, “no convocar elecciones de inmediato, porque no hay ningún acuerdo sobre qué se debería hacer después”.

En Convergència nadie, ni sus dirigentes más claramente independentistas, quiere proclamar la independencia el día después de las elecciones si no hay nadie que la reconozca y sin ninguna estructura de estado preparada, como, por ejemplo, una Hacienda propia con la que se pudiera parar el golpe inicial por parte del Gobierno español.

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