Mas y Duran comprueban ahora que son rehenes del soberanismo

Los dos dirigentes deciden que CiU se abstenga en la ley de abdicación del Rey ante el fervor de las bases nacionalistas que pedían el voto en contra

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Las bases. El fervor de las bases. Ni Convergència Democràtica ni Unió Democràtica son partidos asamblearios. Durante años han criticado a Esquerra Republicana, al entender que su dirección no podía tomar decisiones con autoridad y que todo lo debía consultar. Y ahora comprueban que la dimensión que ha cobrado el movimiento soberanista –que ellos han alentado– les impide decidir el voto en una decisión tan importante, pero tan sencilla de explicar como la ley de abdicación del Rey Juan Carlos I.

Querían votar en un primer momento a favor. El mismo lunes. Comprobaron la situación doméstica, y trataron de impedir el no. ¿Solución? La tierra de nadie de la abstención.

Lo mejor, la abstención

Atrás ha quedado la cacareada responsabilidad de CiU ante los temas de estado. Es otro tiempo. Se han roto 35 años de acuerdos de estado.

Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida, como máximos dirigentes de la federación nacionalista, se reunieron este miércoles en el Palau
de la Generalitat para dirimir que lo mejor que podían hacer era inclinarse por la abstención de una ley de lectura única y que sólo tiene un cometido: aceptar la abdicación del Rey Juan Carlos, después de que el propio monarca lo explicara y lo justificara este lunes.

En otras palabras, como diría Sinatra, si el Congreso votara en contra, el significado sería que no se acepta esa abdicación.

Presión de los compañeros de viaje

La votación, sin embargo, implica una gran carga política. Los partidos favorables al derecho a decidir, que están en el mismo barco que CiU y que defienden la consulta del 9 de noviembre, ERC, ICV y la CUP, siguen presionando para que CiU vote en contra, porque consideran que se avala la sucesión de la Monarquía, sin que pase por un referéndum. Y las propias bases de Convergència, también las de Unió, han pedido votar en contra.

Convergència Democràtica, en estos momentos, tiene un secretario de organización que justifica con contundencia desentenderse de esa votación. Se trata de Josep Rull, que no ve prioritario para Catalunya preocuparse de la causa sucesoria. “Quien rompió el papel de arbitraje fue la propia Corona cuando el Rey habló de quimera sobre Catalunya”, afirmó, en referencia a unas palabras del monarca en 2012.

El otro alfil del soberanismo en Convergència es el conseller de Presidència, Francesc Homs, para quien la prioridad “es la consulta del 9 de noviembre”.

Al principio fue un sí

Sin embargo, Duran Lleida dio a entender al Gobierno de Mariano Rajoy que CiU votaría a favor. Para Rajoy es importante. Quiere saber si puede o no recuperar a CiU para una operación de reforma de la Constitución, que se puede impulsar con Felipe VI como nuevo Rey. El martes, el Gobierno español entendió que podía contar con CiU. Pero este miércoles la cosa ya había cambiado. “En los sitios que visitas, en Catalunya, en muchos lugares, la militancia de CiU ha dejado muy claro que no quiere saber nada del problema sucesorio”, explica un dirigente nacionalista.

Por tanto, para la dirección de CiU ya es mucho haber llegado a la abstención. Y de la necesidad se hace virtud. “Será una abstención positiva, porque el nuevo Rey también se lo debe ganar, debe ser consciente de que existe un problema que se debe resolver con Catalunya”, se asegura.

Preparar la operación de estado

Mas y Duran, en todo caso, deberán, a partir de las próximas semanas y meses, tal vez antes de la Diada, según distintas fuentes políticas y económicas, explicar a sus bases que se podría llegar a un acuerdo de estado, o que el Gobierno, ahora de la mano del nuevo Rey, lo va a intentar, y que se debería ser más receptivo.

Mariano Rajoy, sin embargo, dio muestras este miércoles de no dar crédito a la posición de CiU. Aunque ese es un problema de una gran parte de los círculos políticos y económicos de Madrid, que siguen pensando que CiU es la formación de siempre, la de los compromisos de estado.

Pero ahora se trataba de votar a favor de una ley que acepta la abdicación del Rey Juan Carlos I, colaborador estrecho durante más de 30 años del ex presidente Jordi Pujol.

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