Rajoy se abre ahora a los pactos si se respeta la lista más votada

Rechaza cambios en el Ejecutivo y afirma que la estabilidad política "es un valor que ha permitido realizar las reformas"

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Apareció la autocrítica, pero de forma leve. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no es un hombre de cambios bruscos. Y desea continuar en la misma posición hasta las elecciones generales de finales de año. El problema es si llega a tiempo.

Pero, a pesar de todo, Rajoy ha admitido la difícil situación en la que se encuentra el PP tras las elecciones autonómicas y municipales. Es la primera fuerza política, pero puede perder todos los gobiernos, si no es capaz de llegar a acuerdos. «Estoy abierto a pactos, a ofrecer pactos transparentes y estables, defendiendo la primacía de la lista más votada, que es lo que quiere la mayoría de los españoles», ha asegurado, pensando en Madrid y Valencia, las dos joyas de la corona, tanto en los ayuntamientos como en las comunidades desde hace más de dos décadas.

Esa fue este lunes su respuesta más clara, en su comparecencia tras el comité ejecutivo del PP. Rajoy entiende que el partido debe ser «más próximo a los ciudadanos», después de que la propia secretaria general, María Dolores de Cospedal, asegurara, en el órgano de dirección, que la formación tiene «un problema de comunicación».

¿Y qué pasa en Andalucía?

El problema inmediato para Rajoy, si defiende esa máxima sobre las listas más votadas, se presenta en Andalucía. La presidenta en funciones, Susana Díaz, sigue sin poder ser investida, y, ahora, tras los resultados de este domingo, podría recibir de inmediato la abstención de varias fuerzas políticas: Podemos, Ciudadanos o el propio PP.

Rajoy, sin embargo, dudó este lunes, se mostró huidizo ante esa cuestión. «Nuestro candidato, Juan Manuel Moreno, se puso en contacto en su momento con Susana Díaz, y le hizo algunas propuestas para ofrecerle el apoyo, pero no obtuvo respuesta y así es difícil», aseguró. Sin embargo, no todos los dirigentes del PP siguen esa línea, y algunos barones –conscientes de la situación en la que podían caer, antes del domingo– defendieron que el partido se abstuviera en la próxima votación en el parlamento andaluz que se convoque.

El poder territorial, diezmado

Lo que no hará Rajoy ahora es cambiar su Ejecutivo. Aseguró que él cree que será el candidato a la Moncloa, y que no es el momento de afrontar una crisis de Gobierno. El mantra del PP es claro: la estabilidad política ha servido, como incidió Rajoy tras el comité ejecutivo, para afrontar reformas. «Muchos países de nuestro entorno han tenido muchas dificultades para realizar reformas, porque no han tenido estabilidad política», clamó.

Rajoy, por tanto, reivindicó la capacidad de gobernar del PP en el transcurso de la crisis económica, «algo que no es nada fácil», y admitió que ha supuesto una erosión que ahora ha pagado en las urnas. El problema, sin embargo, es que en las próximas semanas el poder territorial del PP podría verse muy reducido, con la pérdida de la mayoría absoluta en todas las comunidades.

Sin contacto con otros dirigentes

El jefe del Ejecutivo sigue solo. Rajoy no ha esquivado que no ha contactado con ninguno de los otros dirigentes políticos, ni con Pedro Sánchez, el líder del PSOE, ni con Pablo Iglesias, de Podemos, o Albert Rivera, de Ciudadanos, la gran esperanza de los populares que se ha visto frustrada, porque su fuerza electoral no ha sido suficiente, y los partidos de izquierda pueden sumar en plazas tan determinantes como Madrid.

El PP, por tanto, vivirá días, ahora, de calma tensa. Algunos barones entienden que el partido debe reaccionar cuanto antes, porque en las generales la debacle podría ser total. Uno de ellos es Alberto Nuñez Feijóo, el presidente de la Xunta de Galicia, que, además, se la jugará en su propia comunidad el año que viene, si es que no está llamado para otras tareas más elevadas. 

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