Coca-Cola pide reformas en sus fábricas pero España aplica parches

El nuevo jefe de Coca-Cola exige transformar las fábricas para producir bebidas distintas al refresco, pero España pone parches a sus viejos centros

Imagen de una fábrica de botellas de plástico de Coca-Cola. | Coca-Cola

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El nuevo consejero delegado de Coca-Cola James Quincey aprieta para lograr una de las tareas que le ha encomendado la compañía: llevarla de una productora de refrescos a una empresa de bebidas de todo tipo. 

La marca de las bebidas carbonatadas comienza a ver con preocupación la caída del mercado en los países desarrollados. Los niños, jóvenes y adultos cada vez consumen menos bebidas azucaradas y los refrescos sólo crecen en países africanos y asiáticos. 

Después de haber despedido al anterior consejero delegado, Mouthar Kent, la nueva dirección de la compañía deja claras sus intenciones: Coca-Cola no sólo debe producir refrescos sino también cafés, cervezas, bebidas alcohólicas, leche y bebidas lácteas, tés zumos y aguas.

Y, para lograrlo, Coca-Cola debe acometer una inversión millonaria en sus fábricas de medio mundo. Necesita inversión en nueva maquinaria líneas de producción, la llamada digitalización 4.0. 

Fábricas envejecidas

La embotelladora española de Coca-Cola anunció en 2014 un ambicioso plan de mejora y modernización de sus centros productivos, que heredan maquinaria y logística de la década pasada.

La ahora embotelladora europea ha aumentado líneas de producción en Sevilla y Barcelona, pero ha tenido que hacerlo aplicando parches en otras fábricas como Valencia, donde se ha tenido que hacer espacio de forma forzada para ampliar las líneas de producción.

“Se trata de mejoras puntuales, pero que están alejada de la gran reconversión en los centros de producción que exige el consejero delegado para las próximas décadas”, explican fuentes cercanas a la compañía.

Coca-Cola explica que sus fábricas están actualizadas y pone como ejemplo a su centro productivo de Barcelona, el mimado por sol Daurella, que lo levantó y transformó a pulso.

Las últimas inversiones

La embotelladora europea, Coca-Cola European Partners, anunció con bombo y platillo el año pasado una inversión de 40 millones de euros para instalar una línea de producción de vidrio rellenable en la fábrica de Sevilla.

Con la inversión, la empres cuenta con tres líneas de producción de vidrio, tres de plástico (PET), dos de latas, una de aséptico y una de jarabe. Pero la inversión, que se anunció como una gran apuesta, no deja de ser una actualización dentro de los ritmos normales de una fábrica. No supone una apuesta futurista y, mucho menos, responde a las nuevas directrices marcadas por el consejero delegado Quince

Coca-Cola tampoco ha desarrollado en España el centro de investigación para el lanzamiento de nuevas bebidas que prometió para reubicar a los trabajadores despedidos de la fábrica de Fuenlabrada, en Madrid, desmantelada.

La compañía ha reconocido que no cumplirá con sus promesas y ha optado finalmente por desechar el plan de innovación y ha acordado un jugoso plan de indemnizaciones para la plantilla que ha estado hasta ahora en pie de guerra.

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