El drama de Fagor: vende el 45% menos que hace ocho años

Los números rojos hacen inviable la compañía, independientemente de las ayudas que reciba o los recortes de gastos corrientes que aplique

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Si los ingresos se reducen de la manera que lo han hecho en Fagor Electrodomésticos, por muchas ayudas que se reciban del Gobierno vasco, de la propia Corporación Mondragón y hasta del BBVA, su principal acreedor, al final la cuerda no se puede tensar más.

Se puede reducir la plantilla a la mitad, como se ha hecho (de casi 11.000 socios trabajadores a poco más de 5.500), se pueden dejar de cobrar pagas extraordinarias, como también ha ocurrido durante estos últimos años, o reducir la actividad puntual de algunas plantas.

¿Con qué se pagan las deudas?

Mil maneras de reducir los gastos corrientes para “renacer y adaptarse” como signo de vitalidad, como decía el sacerdote José María Arizmendiarrieta (Arizmendi), el fundador del movimiento cooperativo en Mondragón hace seis décadas. Pero llega un momento en que las deudas, más su respectivos intereses crecientes, hay que pagarlas y no hay con qué.

Comentaba en 2010 Txema Gisasola, el hoy presidente de Corporación Mondragón y entonces director general de Fagor Electrodomésticos, que, tras haber reducido las ventas en 330 millones entre 2006 y 2009 y entrar pérdidas, que ya se había acabado la recesión y que poco a poco, aunque sería difícil, se recuperarían los ingresos, situando en 2014 la fecha en que volverían a ser similares a los registrados en 2007. Nada más lejos de la realidad.

Facturación

Este año, sin ir más lejos, serán apenas 1.000 millones de euros los que se facturen, un 45% menos que hace ocho años. Hecho que llevará a reconocer unas pérdidas muy superiores a los 100 millones de euros, profundizando en el agujero que se viene horadando desde aquellos 120.000 euros de beneficios logrados en 2008, el último ejercicio cerrado en positivo.

Que la salida al exterior y la búsqueda de nuevos mercados eran inevitables era algo que nadie puso en duda hace una década. Por ello, cuando en 2005, se decidió comprar la francesa Brandt todo fueron parabienes para la decisión, plenamente respaldada por los cooperativistas.

Compras en el exterior

Es ahora, a toro pasado, cuando algunos critican aquella adquisición al verla como el origen de todos los males. Los que la defendieron entonces y la siguen defendiendo ahora alegan que, de no haber sido por esta y otras compras en el exterior, quizá Fagor no hubiera resistido tanto, a la vista de la brutal caída registrada en el mercado español tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y el severo descenso del consumo aparejado.

Seguramente hubiera sido así, pero también comprar una empresa, como Brandt, tan grande como la propia Fagor, por algún lado se tenía que resentir si, como ha sucedido, las cuentas no han salido. Porque, aunque en menor medida que en España, también los negocios en tierras galas se han resentido.

Deuda financiera consolidada

No está de más recordar cómo la adquisición de Brandt modificó sustancialmente el balance de la cabecera industrial de la Corporación Mondragón, al tener que echar mano de una deuda adicional de casi 70 millones de euros para sufragar los 162 millones pagados por el grupo francés.

De la noche a la mañana, a finales de 2005, Fagor vio como su deuda financiera consolidada a largo plazo aumentó un 230%, hasta 177 millones de euros, y en un 395% a corto, hasta superar los 320 millones de euros. Unos 500 millones de entonces duplicados en la actualidad tras incumplimientos, aplazamientos, garantías adicionales, avales y más avales, y esa segunda emisión de aportaciones financieras subordinadas cubierta en 2006 por 125 millones de euros, que se unían a los 60 millones emitidos dos años antes.

Concurso y liquidación

Aunque los responsables de Fagor siguen hablando de que con otros 170 millones de euros se podría evitar el concurso y la liquidación final de la cooperativa, sus principales valedores –la propia Corporación Mondragón y el Gobierno vasco– ya no lo ven así. Han sido muchos los millones aportados en préstamos participativos y, salvo que se produzca un acuerdo in extremis en esta primera quincena de noviembre, la suerte está echada.

Hace nada, en mayo pasado, Fagor recibió 70 millones de euros en préstamos participativos procedentes de la Fundación Mondragón, con una carencia de dos años, a amortizar en seis y con un interés del 5%. Antes, en enero, dos sociedades de capital riesgo del Ejecutivo vasco hicieron lo propio con otros 40 millones, con vencimiento en enero de 2020, para financiar el plan estratégico 2013-2016. Seguramente serán los últimos 110 millones de financiación que entren en Fagor.

Economía Digital

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