La pugna entre bancos y bonistas deja sin pagar las nóminas de Abengoa

La falta de acuerdo por el reparto de las garantías de Atlantica, la filial estadounidense, impide que llegue la inyección de liquidez para afrontar los 80 millones que deben cobrar en febrero los 24.000 empleados de la multinacional sevillana

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Los 24.000 trabajadores de Abengoa representan la parte más endeble en el tira y afloja en el que están inmersos los bancos acreedores y los bonistas, para ver cuál de las partes sale mejor  posicionado del proceso de reestructuración financiera que se negocia para evitar el concurso de acreedores a partir del próximo 28 de marzo. 

Y la consecuencia de esa pugna ya la están sufriendo los empleados en sus propias carnes. No hay dinero en la caja de la compañía para pagar los aproximadamente 80 millones de euros de la nómina del mes de febrero. Puede que sí exista liquidez puntual en alguna de las filiales, pero no para abonar los emolumentos al grueso de la plantilla.

Trabajadores perplejos

El pasado mes de diciembre ya se vieron en una situación similar, sin saber si iban a percibir los ingresos de la nómina, con paga extra de Navidad incluida. Al final, en el último minuto, llegó la liquidez aportada por los bancos y el Instituto de Crédito Oficial (ICO). Cobraron diciembre y también enero, pero aquel préstamo de 113 millones ya no da para más.

En esta situación, los trabajadores asisten perplejos al baile de cifras interesado que las partes en disputa –bancos, bonistas y la propia empresa, todavía controlada por la familia Benjumea– están filtrando a los medios de comunicación, como una estrategia para forzar la negociación.

«Mucho plan y mucho ebitda, pero sin nómina»

«Mucho plan, mucho ebitda, pero no hay dinero para pagar la nómina», es el lamento generalizado de los empleados.

Descartada la posibilidad de que reciban el dinero coincidiendo con el último día del mes de febrero, los empleados confían en que el asunto se resuelva a lo largo de la primera semana de marzo. No va a resultar fácil.

La empresa espera respuesta a su plan

En la compañía están a la espera de que, tanto bancos como bonistas, hagan llegar una contrapropuesta al plan de viabilidad, con estructura financiera incluida, presentado por Abengoa hace dos semanas. «Se están diciendo muchas cosas, pero aquí no  ha llegado nada», comentan desde la multinacional sevillana.

En principio, el informe de KPMG, la consultora contratada por los bancos del G-7 –con el Santander al frente–, sobre el análisis del plan de viabilidad está ya prácticamente ultimado. Pero, ahora viene lo más difícil. Que sea aceptado por el resto de las partes, sobre todo los bonistas. Algo que «está complicado», reconocen fuentes cercanas a la negociación.

Divergencias de los bancos tras el órdago de los bonistas

El órdago lanzado por los bonistas, de aportar no solo los 165 millones que la empresa necesita para llegar hasta el 28 de marzo –el último día del preconcurso de acreedores–, sino incrementar la liquidez a los cerca 1.000 millones que Abengoa necesita para todo 2016, se ha convertido en todo un problema.

«El principal escollo», aseguran las mismas fuentes, por las exigencias de los bonistas para quedarse, a cambio de poner ese dinero, con buena parte de las garantías que los bancos tienen sobre Atlantica, la filial estadounidense de Abengoa, la ‘joya de la corona’ a la que todos quieren aferrarse, sabedores de que por ella, una vez solventado todo este embrollo, se pueden obtener unos buenos beneficios.

Todos quieren quedarse con Atlantica

El asunto ya estaba complicado cuando los bonistas anunciaron hace un mes estar dispuestos a aportar esos 165 millones, pero se ha enredado todavía más con las mayores exigencias que ahora piden por poner esos cerca de 1.000 millones.

Entonces, además del interés de hasta el 25%, la cesión de garantías solicitadas por los bonistas impidió el acuerdo. Los bancos no quisieron compartir el 25,5% de las garantías de Atlantica, valorado en unos 271 millones, como colateral de los créditos concedidos a Abengoa en septiembre y diciembre. Y, ahora, con el nuevo órdago de los bonistas, de aportar ya hasta 1.000 millones, la cosa se ha complicado más.

Exigencias excesivas

A cambio de esa aportación, siguen exigiendo quedarse con parte de las garantías de Atlantica, aglutinar el 70% del capital de la futura Abengoa y, por si fuera poco, obligar a los bancos a que aporten los 800 millones en avales, necesarios para que los proyectos puedan seguir su curso.

En el seno de los bancos, la oferta ha caído como un tiro y han empezado a surgir ciertas divergencias. Han echado sus cuentas, y algunas entidades son proclives a negociar con los bonistas, mientras que otros ni se lo plantean.

Los plazos se agotan

Al final, tendrán que ponerse de acuerdo, y pronto. El tiempo empieza a correr demasiado deprisa. Aunque queda un mes para la fecha en que vence el plazo del preconcurso, realmente, de no alcanzarse un acuerdo entre bancos y acreedores antes de mediados de marzo, el tema podría complicarse por cuestiones procedimentales.

Dicho acuerdo debe ser traslado no solo a la empresa, sino también debe contar con el resto de acreedores que no están negociando, y cuya adhesión será necesaria para que el plan salga adelante.

Mientras tanto, los empleados que siguen acudiendo cada día a su puesto de trabajo acaban de ver, como se temían, que las transferencias de sus nóminas de febrero no se han realizado. No desesperan, si llegan, aunque sea con unos días de retraso, serán bienvenidas.

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