Los cambios del Gobierno en la tarifa del gas enfrentan a las empresas y no da una solución de precios

El Ejecutivo modificó la tarifa regulada del gas para ayudar a los más vulnerables, pero finalmente se ha quedado a medias; y, en la parte empresarial, ha generado recelo entre las comercializadoras

La vicepresidenta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. EFE/Javier Etxezarreta.

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El pasado invierno estaba previsto que fuera el gran colofón de la crisis energética derivada por la guerra de Ucrania. Sobre todo, en lo que respecta a los precios del gas. Por eso, el Gobierno tomó la decisión de intervenir las tarifas para apoyar a las familias más vulnerables. Finalmente, metidos ahora en pleno verano, el resultado no ha sido el esperado. Además, se ha generado cierto malestar entre las empresas.

Así se ha puesto de manifiesto este martes durante la ‘Reunión Anual 2023‘ organizada por Sedigás, la patronal de las empresas del sector gasista. El congreso, que reúne a las principales compañías del sector, ha tenido una mesa redonda para abordar el presente y futuro del negocio, donde se ha abordado qué ha supuesto la intervención del mercado.

En concreto, la Gas & Power Southern Europe senior manager de BP, María Fernández-Argüelles, ha asegurado que «las medidas que han sido muy directas en atacar el problema, como las reducciones de IVA e impuestos -que iban dirigidas a solventar una situación temporal-, han funcionado bien», pero detrás de esto había un ‘pero’.

Fernández-Argüelles, en calidad de vicepresidenta dentro del consejo directivo de Sedigás, también ha asegurado que «entendiendo que el objetivo que se perseguía [con la intervención de la TUR] era el que debía ser: proteger a los clientes más vulnerables, y que nadie tuviera que prescindir del gas para calentarse, la forma en que se ha hecho ha drenado la competencia».

Cambios que no solucionan

«Lo que hemos visto es un traspaso de clientes del mercado libre a la TUR. Eso es un traspaso que va a tardar en volver», afirma la directiva de BP. De hecho, es probable, y así lo estiman desde el sector, que posteriormente todo vuelva a ser como antes.

Antes esta situación, Fernández-Argüelles sostiene que «desde la asociación creemos que se podría haber hecho de otra manera, que habrían existido otros mecanismos sin tener que haberse dado ese traspaso. Se tendrían que haber dado a las comercializadoras esas oportunidades». Esto es una de las grandes reivindicaciones que ha habido en el sector.

Muchas de las comercializadoras que no pueden ofrecer la TUR (Iberdrola, Endesa, Naturgy y TotalEnergies; sí pueden) consideran que no ha habido un trato justo y competitivo. Lo peor de todo, como se cuestiona desde el sector, es que realmente tampoco ha servido de manera masiva. Es decir, ha habido un volumen considerable de cambios, y eso ya distorsiona la competencia; pero, a la hora de examinar los datos con detalles, muchas familias vulnerables han seguido en las tarifas del mercado libre.

¿Por qué los clientes no se cambian de compañía?

Ante este escenario, y pese al mensaje triunfalista del Gobierno, donde dice que más de dos millones de personas ya están disfrutando de la tarifa barata (TUR), las realidad deja un escenario más complejo.

En España hay casi unos 8 millones de suministros de gas natural. Esto hace referencia a hogares y pequeñas empresas. En estos momentos, hay cerca de 5,5 millones de personas que todavía siguen pagando la tarifa cara (libre mercado); mientras que unos 2,5 millones de usuarios están en el mercado regulado.

Supuestamente, desde que en agosto de 2022 saltaron las alarmas sobre que se esperaba un invierno muy duro, con precios altos, se han pasado de una tarifa a otra unos 800.000 consumidores. Sobre estos datos brutos, ese movimiento apenas refleja un 10% de usuarios. ¿Qué ha pasado entonces?

Las explicaciones, según ha recabado ECONOMÍA DIGITAL con fuentes del sector, no son definitivas ni concluyentes. Más bien son un mix de situaciones que terminan por arrojar luz a la situación. 

Entre esas múltiples cuestiones, por ejemplo, es que el recibo del gas -cuando no está asociado a la luz- se emite cada dos meses. Esto implica que el impacto real sobre la factura la hayan podido observar muchos usuarios una vez que han pasado los meses más fríos de noviembre y diciembre.

Luego, incluso al descubrir los precios, los expertos señalan el factor ‘pereza’. Hay un volumen importante de clientes que, salvo que sea alarmante, prefieren no llevar a cabo trámites administrativos. Asimismo, se suma el ‘desconocimiento’ como otro elemento clave. Las tarifas móviles, por ejemplo, son sencillas puesto que las variables son limitadas. Sin embargo, en la energía, está el consumo, la potencia, así como los múltiples impuestos que complican las ecuaciones.

Por último, y no menos importante, pese a que las empresas aseguran que han hecho un gran esfuerzo desde el verano para facilitar el cambio a sus clientes, la realidad es que la sencillez es un concepto relativo. Además, esto se entrelaza con lo anterior del desconocimiento.

Raúl Masa

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