El creciente temor en los aeropuertos de Aena por el coronavirus

Trabajadores de los grandes aeródromos españoles lamentan la falta de medidas de prevención. “Seguimos las directrices de Sanidad”, se defiende la empresa

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Con 275 millones de pasajeros al año, los aeropuertos de Aena son el principal punto de entrada de personas a España. Y a pesar de las prevenciones tomadas, el coronavirus circula por el país importado por turistas y viajeros. Los aeródromos se convirtieron en puntos sensibles por el flujo de individuos, pero el gestor aeroportuario no consideró necesario dotar de material a sus empleados más allá de las recomendaciones realizadas por el Ministerio de Sanidad, algo que genera temor en parte de la plantilla.

Las distintas fuentes consultadas por Economía Digital expresan distintos grados de preocupación frente al coronavirus, del mismo modo que sucede con la población general. No obstante, todas coinciden en que buena parte de los trabajadores están inquietos por la falta de medidas tomadas, especialmente en las dos grandes infraestructuras de la Península Ibérica: el aeropuerto de Madrid-Barajas y el aeropuerto de Barcelona-El Prat. “En Aena cuesta dios y ayuda que se dote de materiales de prevención para este tipo de casos; ya ocurrió con el ébola y está volviendo a suceder ahora”, coinciden.

Consultada por este medio, una portavoz del gestor aeroportuario, controlado al 51% por el Ministerio de Fomento, explica que “se están siguiendo las medidas indicadas por Sanidad”. A la práctica significa la instalación de cartelería por las terminales y el reparto de folletos a los pasajeros procedentes de China, Corea del Sur, Japón, Singapur, Irán y el norte de Italia. Más allá de ello no se están siguiendo protocolos de precaución especiales para los vuelos llegados de las regiones conflictivas.

Nada que ver con las imágenes que se ven en otros aeropuertos del Viejo Continente, donde se toma la temperatura a los viajeros o incluso se han retirado las tradicionales bandejas para colocar el equipaje de mano en los filtros. “En Aena se ha optado por evitar generar alarma a toda costa y no se han impuesto más medidas de las dictadas para las empresas corrientes”, lamentan desde un sindicato. «Hay materiales, pero a la práctica no se está haciendo nada», añaden desde otro.

Lo cierto es que en los aeropuertos hay guantes y mascarillas repartidas por si se debe atender a algún pasajero con síntomas. No se llevan en el día a día. Tampoco a modo de precaución. “Sólo pedimos que se haga un protocolo propio para los empleados; tener desinfectante disponible, por ejemplo”, demandan. “Lo estamos valorando”, responden desde la cotizada semipública sin entrar en más detalles.

Los episodios de desconcierto se repiten desde el inicio de la crisis del Covid-19. El primer episodio que se recuerda en el aeropuerto de El Prat fue cuando a los pocos días de conocerse los primeros contagios, cuando el virus todavía estaba focalizado en la ciudad de Wuhan, el Ministerio de Interior envío mascarillas protectoras a la Policía Nacional pero no hubo ningún despliegue para la plantilla de Aena. La diferencia se recibió con cierto nerviosismo entre los trabajadores.

A día de hoy, los oficiales dispuestos en el control de pasaportes para los vuelos a destinos fuera del Espacio Schengen todavía portan las mismas medidas de precaución. También se puede ver a algún Guardia Civil en los filtros para equipajes equipado con protector. No sucede lo mismo con los Mossos d’Esquadra que, a pesar de contar con máscaras y guantes, no los utilizan.

Otro punto de fricción se produjo con las encuestas de satisfacción que personal de Aena realiza a viajeros al azar. A finales de febrero, el sindicato USO pidió paralizarlas «mientras no se entregaran medios preventivos adecuados» ya que implicaban el contacto cercano con pasajeros llegados de muy distintas geografías. El gestor aeroportuario hizo caso omiso y los cuestionarios personales se mantienen.

Por ello, desde otro sindicato piden que se convoque los distintos comités de seguridad y salud –existentes tanto a nivel local como a nivel nacional– con tal de evaluar las medidas necesarias. Exigen abandonar el paraguas de «lo que diga el Ministerio de Sanidad» y comenzar a tomar decisiones propias.

El último episodio, anecdótico eso sí, se vivió este martes en una reunión entre la directora de recursos humanos, Begoña Gosálvez, y los representantes de la plantilla. Aunque el coronavirus no formaba parte del orden del día, terminó por colarse después de que la ejecutiva y su séquito no quisieran saludar con los tradicionales dos besos a los empleados con la excusa de los protocolos adoptados para evitar la propagación de la enfermedad. 

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Carles Huguet

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