Vodafone resucita el debate: ¿Es rentable el fútbol para Telefónica y Orange?

La compañía salió del deporte rey y perdió una masa crítica de suscriptores. Pero ahora ha remontado gracias a las series y el cine

LaLiga duplica el valor de sus derechos audiovisuales en México y Centroamérica. Foto de Archivo

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Con la crisis del coronavirus, la única ventana que se ha quedado abierta para ver el fútbol es la de la televisión de pago. El deporte rey, principalmente la Liga Santander y la UEFA Champions League, ha sido uno de los grandes objetos de deseo de las operadoras para armar una oferta premium, pero tras el paso de los años distintas voces han apuntado a que la compra de los derechos de emisión terminan siendo imposibles de rentabilizar.

Vodafone está fuera de este partido. Hace dos años denunció una espiral alcista en los precios de adquisición y anunció que dejaría de emitir fútbol en su tele. Con la presentación de resultados referidos a su último trimestre, ha reavivado el debate sobre si vale la pena tenerlo.

Vodafone TV, que no emite ni un solo partido de fútbol a día de hoy, ha ganado más de 200.000 abonados en el último año y medio, coincidiendo con su giro de estrategia. La compañía británica apostó por volcar su catálogo en el cine y las series. Alcanzó y mantuvo un acuerdo en exclusiva con HBO y poco después fue añadiendo a su catálogo más posibilidades, con Netflix y AXN, entre muchos otros.

Los primeros efectos fueron demoledores. Con el adiós a El Partidazo (el partido que cada jornada ofrece Real Madrid o Barcelona), la compañía vivió una fuga de sus clientes de fútbol, que terminaron recalando en Telefónica y Orange (más al primer operador que al segundo).

Los efectos positivos no se empezaron a ver hasta meses después, porque también tocó esperar a los efectos de la segunda ola, en la que abandonaron la compañía los clientes que todavía disfrutaban de ocho partidos por jornada de la competición doméstica.

Vodafone dejó el fútbol en dos fases: primero renunció a El Partidazo y más tarde a los ocho partidos de la Liga Santander

No obstante, las fuerzas se han igualado tras el paso del tiempo. Así, de acuerdo a los datos analizados de las distintas compañías, desde el primer trimestre de 2018 hasta el tercer trimestre del pasado 2020 Vodafone ha sumado 88.000 clientes, Telefónica 77.000 y Orange 75.000.

Las fuentes consultadas apuntan a que la evolución de esta carrera por dominar la televisión de pago responde a la estructura del mercado de clientes de fútbol, que apenas crece y ya no tiene casi alternativas para moverse. El mundo de las series y películas, por contra, está en plena ebullición.

¿Es rentable el fútbol para el resto de compañías?

Ahora mismo hay solo dos compañías de telecomunicaciones que emiten fútbol en su televisión de pago: Telefónica y Orange. La primera es la propietaria de los derechos y la segunda se los adquiere porque la legislación le permite acceder a los contenidos de valor de su rival para no sufrir por una posición de abuso dominante en el mercado.

De entrada, Telefónica paga aproximadamente 1.300 millones de euros cada año por emitir Champions League y Liga, aunque parte de ese pago lo recupera con lo que le da Orange.

El operador naranja abona a Telefónica, de entrada, un precio mínimo garantizado (más de 300 millones de euros, según las fuentes del mercado) por competir con la primera operadora.

Pero no solo eso, La CNMC, que es el organismo que vigila los acuerdos de Telefónica con terceros por su antigua condición de monopolio, establece que Orange debe abonar a su rival un variable en función de los clientes que capte.

A partir de ahí, el resto depende de cómo se desenvuelvan Telefónica y Orange en el mercado, que en los últimos años ha dejado una batalla de ofertas, descuentos y promociones para captar al cliente futbolero.

Ahora mismo Telefónica es la compañía con más abonados en su televisión de pago y con un ARPU (ingreso medio por usuario) por encima de Orange y mucho más sobre Vodafone. Es decir, tiene más clientes y, además, pagan de media más que el resto, lo que se traduce en mayores ingresos para la firma presidida por José María Álvarez-Pallete.  

Si nos fijamos en los ingresos totales de televisión de pago, un dato que no ofrecen las compañías a sus inversores pero sí lo hace la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC), se puede llegar a una conclusión clara: Orange no compensa con sus ingresos anuales de televisión (157M en 2019) el coste mínimo garantizado que paga por acceder a los derechos del fútbol.

Orange se negó a contestar a las preguntas de Economía Digital. «No podemos dar este tipo de información a tan solo unos días de la presentación de resultados», sentenciaron.

Mediaset y DAZN

Las guerras del fútbol entre los operadores se han visto alteradas en los últimos años por la entrada de un nuevo competidor: las OTT, plataformas que compiten ofreciendo el mismo contenido pero solo a través de internet. Ninguna de ellas ha conseguido explotar el negocio con éxito.

Su oferta que, a diferencia de las telecos, no ha ido empaquetada con otros servicios (fibra y móvil), ha permitido ofrecer precios más rebajados que Telefónica y Orange, pero han terminado renunciando.

El ejemplo más claro fue el de Mediaset, que se lanzó a esta aventura a través de la plataforma Mi Tele Plus. Su oferta tuvo una primera respuesta positiva, pero terminó siendo incapaz de hacer rentable la plataforma y un año después renunció al fútbol.

«El mercado del fútbol es finito. Tiene un número limitado de potenciales abonados. Así que solo lo puedes rentablizar con muchos pagando poco o con menos pero pagando más», resume un alto ejecutivo del área audiovisual de una teleco.

El caso de Dazn, conocido popularmente como el Netflix del deporte, fue distinto. La compañía negoció con Telefónica un acceso similar al que tiene Orange, pero hizo números y vio que no compensaba realizar tal desembolso.

Pese a que Dazn estaba en todas las quinielas, la compañía de streaming se bajó del barco en el último momento y aseguró que las condiciones establecidas por Telefónica y la CNMC suponían una barrera infranqueable para ellos.

Cristian Reche

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