Rajoy y sus afines piden a Feijóo que tome el mando del PP

Casado sigue la instrucción del presidente gallego y cierra el expediente a Díaz Ayuso en busca de un acuerdo que lo mantenga al frente del partido

Mariano Rajoy, Pablo Casado y Alberto Núñez Feijóo en la convención del PP celebrada en Santiago / EFE

Mariano Rajoy, Pablo Casado y Alberto Núñez Feijóo en la convención del PP celebrada en Santiago / EFE

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Alberto Núñez Feijóo se ha convertido oficiosamente en el último líder de un partido en crisis. El presidente gallego está llamado a taponar la hemorragia provocada por el impúdico enfrentamiento entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, que amenaza con poner en riesgo la hegemonía del PP en la derecha en favor de Vox. Tan numerosas son las urgencias en las filas populares como los mensajes que llegan a Santiago. Aparcados en la hemeroteca el marianismo y el aznarismo, Feijóo es el único con currículum y jerarquía para tomar el mando y sacar a la formación del atolladero. Hacer la renovación de la renovación que salió mal.

Cuando menos, ese convencimiento está instalado en dirigentes del partido de todo pelaje y en los barones territoriales, que desde el inicio han trabajado en la posibilidad de que una gestora o una dirección provisional entrase a pacificar el partido. Juanma Moreno, el presidente andaluz, y Alfonso Fernández Mañueco, el de Castilla y León, ya estaban alineados con el dirigente gallego en las familias internas del PP. Ahora es Mariano Rajoy el que, no podía ser de otra forma, mira a Galicia. El expresidente habría pedido también a Feijóo que lidere una transición en el partido, al igual que varios exministros de sus gobiernos, según las fuentes consultadas por este medio.

Los próximos a Rajoy, cuya última gran representante es Ana Pastor, también una figura de consenso previsiblemente espantada con el choque público de Casado y Ayuso, verían con buenos ojos un cambio en la cúpula y que el proceso lo conduzca el presidente de la Xunta. Feijóo, como ya explicó este medio, exhorta a la tranquilidad. Tiene dudas sobre la trama de espionaje y presuntos casos de corrupción que ha hecho implosionar al partido, y confía en que Casado haga lo que ha empezado a hacer: dar marcha atrás y llegar a un acuerdo con Ayuso. Son tiempos de vértigo y llamadas.

Casado pone en marcha la desescalada

Una crisis con dos puntos de presión. El presidente del partido tiene, siempre tuvo, apoyos reducidos. Están el círculo de cargos –Cuca Gamarra, Ana Vázquez, Pablo Montesinos…– cuya continuidad depende de la suya propia. Hasta ahora, la mejor baza que tenía para calmar a los barones y al grupo de críticos que piden su cabeza era dejar caer a su número dos, Teodoro García Egea.

Sería un gesto para ganar tiempo, pero es difícil, opinan dirigentes del partido, concebir a un líder que tiene que sacrificar a su portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo, y a su secretario general para salvarse y al que se le avecinan, todo apunta, encuestas muy desfavorables. Dicho de otra manera, pocos creen que Casado pueda resistir un congreso, que se producirá más tarde o más temprano, y llegar a las elecciones generales.

El otro camino para el presidente de los populares es el sugerido por Feijóo. Tras una reunión discretísima con Díaz Ayuso, Génova anunció que cerrará el expediente abierto contra la presidenta de la Comunidad de Madrid por las posibles irregularidades en un contrato para la compra de mascarillas del que se benefició su hermano. Casado activa la desescalada sin que, por el momento, Ayuso le corresponda con un gesto similar desde la otra trinchera.

Cualquiera de los dos senderos que puede recorrer el presidente del PP, sacrificar a García Egea o su autoestima, lo harán más débil.

El ‘plan Feijóo’

La fórmula alternativa ya está, cuando menos, esbozada. El plan que más fuerza tiene actualmente y que conocen los barones territoriales y otros dirigentes populares pasaría por forzar un congreso extraordinario a corto plazo, cerrar filas en torno a Alberto Núñez Feijóo, con el apoyo del resto de presidentes autonómicos. El presidente gallego llevaría el peso orgánico del partido, una presidencia interina hacia un nuevo congreso, ya con miras a un nuevo proyecto y a las elecciones generales.

Si Casado logra cerrar la crisis, tendrá que afrontar igualmente un congreso decisivo que debería permitir al partido pasar página antes, mucho antes, de las municipales de 2023.

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