A achatarrar

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Hace unos días, en una entrevista en el diario El Economista, Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell, empleaba una expresión sumamente gráfica para referirse al exceso de capacidad que padece la banca española: achatarramiento. Los procesos de fusión que habían de emprender las entidades financieras tenían que tener como principal objetivo, casi único, utilizar los fondos del FROB para achatarrar una parte de su red de oficinas y plantilla.

Ayer, las cajas de Catalunya, Tarragona y Manresa ya pusieron unas cifras muy concretas al desguace que quieren implementar: el 20% de su plantilla -1.800 personas- y el 30% de su red de oficinas -500-. Más allá de esa noticia no hay ninguna otra. Es decir, no hay ningún otro proyecto que justifique la fusión, no hay ningún plan que inyecte ilusión sobre la caja resultante.

No hay, pues, otro objetivo, que achatarrar. Previsiblemente, los que sean achatarrados lo van a ser en unas condiciones a los que otros muchos trabajadores achicharrados por la crisis no van a poder acceder, pero esa es harina de otro costal. A nuestra costa.

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