Jordi Mercader: «Si nos vamos de Europa no habrá retorno inmediato»

El presidente de Miquel y Costas entiende, en todo caso, que la inversión internacional todavía no se contrae por el proceso soberanista

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A Jordi Mercader se le escapa la casuística de la Convergència de nuestros días. ¿Se esperaba este frentismo de Artur Mas? «No». Conspicuo y breve.

A lo mejor la culpa es de la desesperanza que ha provocado la dichosa crisis económica: «La crisis ha resaltado la falta de recursos en Cataluña y sus consiguientes recortes sociales, que han acentuado el rechazo ciudadano hacia la gestión de recientes gobiernos en España».

Antes de ser un apóstol de la Revolución del Té, Mas era un político racionalista. Pese a sus recortes, su candidatura, Junts pel Sí, ha abierto un boquete que anuncia mayoría absoluta. Cuando el romanticismo llena las calles, el racionalismo se bate en retirada. Ya lo hemos visto: Once de septiembre eufórico y Josep Borrell se queda sin entrevista en TV3.

Mientras tanto el taller, el sector de Mercader, menos impulsivo y más productivo, toma distancia. ¿Existen bases estadísticas para creer que la inversión internacional se contrae por miedo a la secesión? «De momento, que yo sepa, no. Estamos en una rampa de crecimiento económico, aunque es posible que, sin la existencia de incertidumbre política, esta rampa pudiera ser más importante».

Las sinergias de un Estado

Con los cayos de Cap de Creus clavados en la espuma del mar y sobre una sucesión de piedras lunares. Así contempla el mundo la gente de Port Bou, paso fronterizo y lugar de nacimiento de Jordi Mercader, un coco industrial potente en un país industrioso.

¿Saldría ganando o perdiendo la industria de una Cataluña hipotéticamente independiente? «Saldría perdiendo tanto respecto a los niveles actuales como a los niveles potenciales que pudieran producirse de permanecer donde está. Perdería la potencia y las sinergias que proporciona el Estado si este Estado contara con el impulso de Cataluña».

Mercader está en la huella de Duran Farell y en la de Ricard Fornesa, que le hizo presidente de Agbar antes de que doblaran las campanas por el agua metropolitana; también está en la trayectoria de la gran Universidad Politécnica de Gabriel Ferrater. El actual presidente de Miquel y Costas es el clásico producto bicéfalo de la Escuela de Ingenieros de Barcelona: técnica y humanismo.

Europa, ¡cuidado!

Cuando habla de estrategia en sus coloquios en el Cercle d’Economia, Mercader puntúa fuerte pero sin ruido. Si se reúne en el Patronato del Institut Cerdà alarga la «conspiración civil» de su creador y cuando lo hace en la Fundación Gala-Salvador Dalí de Figueras, encaja en el perfil culebra de su presidente, Ramon Boixadós, otro ingeniero en la resma de Vilarasau, Masó o Bosch-Aymerich. Ellos exhiben esquema; anteponen la metodología.

Si nos vamos de España, nos vamos de Europa. ¿Y después? «Las normas europeas y la unanimidad para la incorporación rápida a la Unión Europea, desde mi punto de vista, harían imposible el retorno inmediato». Mercader ha gestionado papel y caucho en Impacsa; ha levantado diques secos y baldeado cubiertas en Bazan; ha puesto railes en Ferrocarrils de la Generalitat; ha refinado crudo en Repsol y ha situado el estandarte de Agbar en lo alto de la torre de Jean Nouvel en un momento deslumbrante de la compañía.

Problemas de suministro

Siempre gestionó desde lo más alto. En la primera etapa de Felipe González fue presidente del INI, una herencia de Claudio Boada, legada por Demetrio Carceller (el ministro catalán).

¿Cómo afectaría la separación de España a Miquel y Costas, la empresa que usted preside en la actualidad? «A pesar de ser una empresa básicamente exportadora, le puede afectar la incertidumbre que generan este tipo de situaciones con respecto a la interpretación que la clientela y a la competencia pueda haber en los suministros esenciales». 

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