‘La Vampira del Raval’, un buen musical autóctono de pequeño formato

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Alguien me dijo en una ocasión que un musical vale la pena si al salir tienes una canción en la cabeza que no puedes dejar de tararear. La Vampira del Raval la tiene. Tiene una canción pegadiza y algunas más bastantes buenas, donde se puede apreciar el talento de Albert Guinovart. Pero, sobre todo, lo que tiene este musical es unos cuantos números espléndidos, muy bien ejecutados por un reparto excelente donde sobresalen Pep Cruz y Mingo Ràfols.

La Vampira del Raval relata en un tono burlesco la vida de Enriqueta Martí, una personaje real de principios de siglo que secuestraba, prostituía y llegó hasta a sacrificar niños para satisfacer deseos poco públicos de la alta sociedad barcelonesa. Una historia tenebrosa que el autor de este musical, Josep Arias Velasco, serpentea con momentos bufos.

Precisamente, los mejores logros de este musical están en esos intervalos, en su engarce con la historia, números en los que el espectador duda de si está ante una secuencia más o los actores han hecho una pausa para hacerle formar parte, como ese magnífico número de cabaret, La xafardera, que interpreta Mingo Ràfols. Bien, asimismo, la dirección de Jaume Villanueva, con algunas buenas ideas como la de las marionetas para representar a los niños. En el debe, algún chiste demasiado fácil, como los de “Els tres pilars de la societat”, que queda algo trasnochado.

En definitiva, una buena alternativa teatral para estas fiestas. Si cierra los ojos, y olvida el idioma en que está, puede que hasta se imagine usted trasladado al Off Broadway.

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