Leopoldo Pomés, un hombre esencialmente moderno

Leopoldo Pomés. Flashback La Pedrera, del 10 de marzo al 12 de julio de 2015

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La Fundació Catalunya La Pedrera ha organizado la que seguramente es la muestra retrospectiva más amplia del fotógrafo, y muchas otras cosas, Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931). Se trata de una exposición que reúne más de 140 fotografías, una cincuentena de sus spots publicitarios y algún otro material, incluyendo un poema de este hombre poliédrico.

Leopoldo Pomés ha sido durante toda su vida un hombre esencialmente moderno, avanzado. Un hombre, en la línea de los Tàpies, Gil de Biedma, Castellet…, sin cuyo aporte libertario la noche del franquismo habría sido mucho más oscura aún. 

Lo que el artista, que hoy homenajea La Pedrera con esta colección bastante exhaustiva de su obra, aportó en la década de los 50 y los 60 fue una bocanada de aire fresco, una cierta voluntad transgresora; de hedonismo en el momento álgido del nacionalcatolicismo; de innovación, más que en los usos en los temas que enfocaba con su cámara, en los anuncios televisivos que rodaba, o incluso en los restaurantes que abría en la ciudad.

A Pomés hay que atribuirle, por ejemplo, el nuevo canon de belleza que significaban modelos como Teresa Gimpera o la Karin Leinz cuyos fotos inundan las paredes de su «tortillería» Flash-Flash: mujeres libres, activas, independientes. O los anuncios de Freixenet y sus «burbujitas» que eran esperados cada Navidad como algo inherente a esas fiestas.

Todo eso está en las salas modernistas de La Pedrera: sus inicios vinculados al grupo Dau al set y los retratos de Antoni Tàpies, Joan Brossa o Modest Cuixart; las fotografías de la Barcelona de finales de los 50; los anuncios, entre ellos el del coñac Terry; o los retratos de Cortázar, Jorge Herralde, Eduardo Mendoza, Marta Pesarrodona, etc.

En definitiva, una colección que viene a ratificar la voluntad de La Pedrera de convertirse en una referencia de la cultura fotográfica y que continua las realizadas sobre Colita o Català-Roca. Atrás, muy atrás, la crisis obliga, quedaron los tiempos en que de sus paredes colgaban cuadros de las corrientes más vibrantes del arte europeo y con firmas como Chagall, Malévich, Nolde, Rodchenko, Kandinsky, Giacometti, Maillol o Depero.

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