Una bandera de tapar vergüenzas

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Nuestra nota de la semana pasada mostraba una colección de sorpresas por los titulares que habían protagonizado la actualidad de entonces: desde el espionaje a los vicepresidentes del Barça hasta las continuas revelaciones sobre el caso Millet. 

Estábamos, seguramente, apenas al principio y debimos prepararnos aún para mayores pruebas. Porque como si de una letanía aprendida a sangre y fuego se tratara, los acusados de semejantes desmanes han sacado el escudo defensivo que ellos creen infalible en este país: el problema no son sus fechorías sino la conspiración que, con ellos como víctimas, los enemigos siempre acechantes de Catalunya están lanzando sobre nuestra querida nación. 

Así, un Àngel Colom asediado sobre las cantidades que realmente cobró de Félix Millet y con qué objetivo no duda en levantar la cabeza y mirar a los ojos del periodista contrapreguntándole… “la cuestión es a quién le interesa que el independentismo que yo represento parezca corrupto”. Increíble, si no fuera tan triste y patético.

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