Aborto político

Este año han aumentado el número de abortos en España, siendo Galicia la quinta comunidad donde más se han incrementado. Sin duda, otro síntoma de lo que está consiguiendo esta crisis mal gobernada. ¿Quién se atreve, o simplemente puede, tener un hijo o hija con la que está cayendo? ¿Qué país y panorama ofrecen estos políticos para animar a la gente a tener hijos? ¿Qué sería de la niña a la que se refería Rajoy?

El escenario para alguien que quiera formar una familia, ya no digamos aumentarla, en España es simple y llanamente desalentador; y en Galicia todavía peor, cuando precisamente aquí la natalidad resulta crucial y el envejecimiento sin freno un abismo social.

Para colmo de contradicciones resulta que, entre las erráticas políticas y directrices del Gobierno, en este asunto se han centrado en restringir los supuestos legales para poder abortar, es decir, recurren al viejo argumento de la represión cuando no se sabe hacer otra cosa, y luego resulta que hasta las estadísticas los desacreditan. Es decir, no hay por dónde cogerlo, pero por supuesto aquí tampoco nadie dimite ni asume responsabilidad alguna.

Si a ello sumamos que las familias numerosas denuncian su abandono y que nunca tuvieron tan pocas ayudas, entonces tenemos otro desaguisado mayúsculo del actual equipo al frente del país, que ni tan siquiera es capaz de responder a sus propios principios doctrinales o ideológicos (presididos en este caso por la perspectiva religiosa católica), demostrando, una vez más, que la boca se les llena de palabras y discursos vacíos, mientras que los hechos los ponen en evidencia y desmienten una y otra vez.

Pero lo peor de todo es que el incremento de abortos a los que están abocando a este país no se limita sólo al ámbito de la posible descendencia.

También están abortando el empleo, la sanidad, la educación, el estado de bienestar, la justicia, la economía, la administración, la investigación, las ayudas sociales, las empresas, los sindicatos, las cajas de ahorro, las televisiones, las energías renovables; así como también la convivencia, la democracia, la política, la decencia, el honor, el respeto, la verdad, la honestidad, la felicidad, la esperanza, la ilusión, la ética, la moral, la paz, toda regla cabal o íntegra, etc.

El diagnóstico social resulta claro: tenemos un engendro político con múltiples y graves malformaciones, lo que a todas luces aconseja el aborto de este gobierno.

Aunque, como en los supuestos humanos, supongo que se agarran al derecho a la vida del feto fecundado en las urnas –lo que cuesta un polvo social cada cuatro años– para seguir con el complicado embarazo político que nos están haciendo padecer a todos los españoles.