La creciente inseguridad en las calles vascas destroza al PNV
El cambio de discurso del PNV evidencia la presión social y política ante el creciente deterioro de la seguridad en el País Vasco
Hace apenas unos meses, el PNV negaba tajantemente que en las calles del País Vasco se estuviera produciendo un aumento de la inseguridad. Quienes lo denunciaban eran rápidamente calificados de alarmistas por los dirigentes nacionalistas. Como dijo el alcalde de Bilbao, Juan María Aburto, en la Semana Grande del pasado verano: «No quiero que Bilbao se convierta en ningún pueblo del sur del Estado». Como si la inseguridad fuera algo impropio, incompatible y ajeno al “sano espíritu” que siempre nos ha caracterizado a los vascos, incluso cuando ETA asesinaba a destajo.
Los responsables de la Ertzaintza nunca han destacado por sus reflejos a la hora de reaccionar ante los problemas, y el actual consejero, Bingen Zupiría, no es una excepción. Así que, en un alarde de arrojo, dentro de su parquedad comunicativa, ha venido a reconocer que ha sido la presión del Partido Popular y Vox la que le ha obligado a informar públicamente, a partir de ahora, sobre el origen y la nacionalidad de las personas detenidas tras cometer presuntos actos delictivos. Él no quería, pero…
Y ese “pero” no es otra cosa que la triste realidad. Seguir con la cabeza debajo del ala les resta votos. Y muchos. Así que han tenido que asumir como propio un discurso que antes despreciaban porque les parecía caspa nacionalpopulista española. Y ahora hacen suyas frases como: «Hay personas no arraigadas, muchas de origen extranjero, que generan conflictos en el uso de armas blancas y agresiones». Dicho por el propio Zupiría cuando, hace unas semanas, le tocó dar a conocer el informe policial del año 2024 en Euskadi, que muestra un incremento del 29 % de las agresiones sexuales respecto al año anterior, así como un significativo aumento de robos y hurtos con violencia.
El PNV trata de reaccionar ante la sangría de votos que el deterioro de la seguridad le provoca. Y no es una percepción sin base científica sustentada en sensaciones sin fundamento. Es la constatación que les obliga a reconocer públicamente que «sí, que tenemos inmigración, sí tenemos detenciones y sí, tenemos nacionalidades». El partido de Sabino Arana se mira en el espejo de sus logros en materia de seguridad y no le gusta lo que ve, pero no le queda otra: en el País Vasco, los presos extranjeros duplican a los nacionales entre los menores de 25 años. La mayor parte de los reclusos ha cometido delitos contra la libertad sexual o de violencia de género. Y resulta que la Comunidad Autónoma Vasca tiene el índice de extranjeros detenidos más elevado de España, solo por detrás de Cataluña, donde 386 de los 511 jóvenes encarcelados nacieron en otro país. Es decir, el 75 %.
Los datos los ha tenido que hacer públicos el Departamento de Justicia y Derechos Humanos del Gobierno Vasco a preguntas del Grupo Parlamentario Popular, que ha sacado al PNV de su zona de confort, esa en la que prefiere hablar de identidad vasca, autogobierno, bienestar social, etc. Y ahora, de repente, tiene que abordar el eje de “seguridad ciudadana e inmigración” en los parámetros propios de la derecha nacional española, lo que demuestra la facilidad que tienen los nacionalistas para adaptar su ideología a la estrategia política del momento. Porque que nadie se engañe: el viraje del discurso tiene como objetivo fundamental recuperar el terreno electoral perdido por un partido que se ha considerado siempre el “guía” y que cada vez lo es menos.
Resulta que la Comunidad Autónoma Vasca tiene el índice de extranjeros detenidos más elevado de España
Hasta hace poco, las instituciones vascas hacían hincapié en la inexistencia, al menos de forma oficial, de un estudio riguroso que conectara de manera directa el aumento de la inmigración ilegal con el incremento de los delitos de forma diferenciada por nacionalidad. Y, por lo tanto, se advertía del peligro que podría suponer vincular origen y delincuencia. Pero algo ha ocurrido en el seno del Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco que ha hecho saltar ese principio por los aires para que ahora se decida que lo mejor es informar a la ciudadanía sin ocultarle ningún dato, incluida la nacionalidad y el origen del presunto delincuente en el momento de su arresto.
Queda por ver si la medida mejorará realmente la seguridad ciudadana o si se trata de un mero gesto simbólico para calmar al votante cabreado. Porque la ciudadanía, tras años de buenas palabras, empieza a exigir hechos. Los robos y los delitos sexuales aumentan de manera preocupante en el País Vasco, y no vale con anunciar que ahora nos van a informar de dónde vienen los detenidos. Zupiría y los suyos tendrán que demostrar que los delitos bajan y que la percepción de inseguridad se revierte.
Al PNV no le queda otra, si no quiere perder votos, que adoptar medidas de eficacia en la delicada cuestión de la inseguridad. Porque el cambio de discurso, aunque llamativo, ya no vale, no es suficiente. También en esto llega tarde.