Ahogados por la corrupción

Que nuestra deuda pública sea estratosférica es totalmente entendible al calor de los datos de nuevos corruptos y corruptelas con los que todos los días nos inundan los medios de comunicación.

Imputaciones por doquier en el marco de un sistema judicial desesperadamente lento y por veces ineficaz. Malversación de caudales públicos, blanqueo de capitales, desvío de fondos, pago de comisiones fraudulentas y así un largo etcétera. Dinero de todos para el beneficio ilícito de unos pocos sinvergüenzas que han minado la credibilidad de muchos con sus actuaciones delictivas. Falta de credibilidad y de valores éticos y morales que en mi ciudad, Ourense, se ve aumentada exponencialmente con declaraciones de concejales que, presuntamente, van en la línea de la apología del terrorismo al manifestar uno de ellos recientemente desde un salón de plenos y como representante de un partido político, su apoyo a un preso terrorista de ETA.

La corrupción salpica a todos los partidos y a diversos ámbitos de la administración, y esta, combinada con una tasa de desempleo en máximos históricos, provoca que sea sencillamente insoportable, a la vez que repugnante, para la totalidad de los ciudadanos.

Con este panorama alguien podrá pensar que nuestra democracia está enferma, que no funciona. Pues no, todo lo contrario, sí funciona porque nos permite, aunque sea con extrema lentitud, que una buena parte de los corruptos vayan saliendo a la luz pública y se empiecen depurar responsabilidades.

Las mismas que deben llevar a algunos ex miembros de dirección de la banca nacionalizada ante un tribunal para que respondan de los presuntos delitos cometidos. Y digo esto porque todos debemos saber que el rescate bancario (así reconocido por nuestro ministro de Economía) lo vamos pagar todos los españoles con nuestros dineros. Sería totalmente inadmisible e intolerable que no se le exigiesen a los responsables que hayan tenido algo que ver en este desaguisado, que respondan por los hechos que nos han llevado a esta situación.

Y además, un crédito inexistente en el mercado, motivo por el cual infinidad de actividades económicas se encuentran paralizadas y sin margen de maniobra ninguno. Y como aditivo, una unión bancaria europea que no se concreta, aumentando aún más el letargo de nuestra economía en un contexto en el que las pequeñas y medianas empresas españolas pagan por su financiación un 77% más que las alemanas y un 35% más que la media de la zona euro.

Hay que ser muy optimista para ver la luz al final del túnel, por lo que me voy quedar con las previsiones económicas de CEOE, en las que desde un análisis objetivo y no partidista (son de consumo interno) se nos dice que las previsiones para el resto del ejercicio son positivas, ya que se espera una ligera recuperación de la actividad económica española, que propiciará la salida de la recesión en el segundo semestre debido a la mejora de la competitividad y los efectos positivos de las reformas estructurales puestas en marcha. Aunque el ajuste fiscal y las restricciones financieras son los dos elementos que aportan una cierta incertidumbre a esta ansiada recuperación. Ya veremos.