Air Europa: orgullo español con pasaporte turco
Los Hidalgo terminan abrazados al capital extranjero, rescates estatales y contactos políticos tras años de un discurso “100% español” y de independencia empresarial: es la paradoja de Air Europa
Juan José Hidalgo lo dijo sin rodeos en Forbes el 4 de mayo de 2015: “Para mí Iberia no es española. Es del mundo de los gobernantes ingleses y de las bolsas”. La frase se repitió hasta la saciedad, sobre todo cuando Qatar Airways se alzó como el mayor accionista de IAG.
Air Europa, según Hidalgo, era otra cosa: 100% española, orgullosa y autónoma. Capaz de competir en el mundo sin mirar fuera de nuestras fronteras. Simple. Contundente. Fácil de repetir. Hasta que la realidad lo bañó con agua fría una y otra vez.
Tras los rescates estatales, Air Europa seguirá volando con la venia… de los ‘gobernantes’ turcos. A finales de año habría caído en quiebra técnica sin una ampliación de capital o la venta de más acciones. Hidalgo firma ahora perder el control de otro 26% a cambio de casi 300 millones para sanear el balance.
La conversión previa de un préstamo de IAG en acciones, la nueva inversión de Turkish Airlines y el interés de otros actores internacionales muestran lo evidente: la aerolínea no navega sola. No puede. Su independencia absoluta se desvanece como un espejismo, más pose de populismo empresarial que estrategia tangible.
Si la dependencia económica es evidente, la política añade su dosis de ironía.
Air Europa recibió durante la pandemia 475 millones de euros de la SEPI. La rapidez de la operación y los contactos de Javier Hidalgo con Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, encendieron la polémica. No hay irregularidades judiciales probadas… pero la imagen es elocuente: la supervivencia depende tanto de influencias externas como de estrategia relacional con ‘gobernantes’ y aledaños.
Desprestigiar a Iberia durante años para acabar dependiendo de capital extranjero y rescates estatales es, en cierto modo, justicia poética. Cada inversión, cada ayuda, cada alianza hace añicos la narrativa que Hidalgo ha proyectado durante años. Todo ha sido un matrimonio entre Air Europa y el populismo empresarial: intuitivo, ingenioso… pero incoherente y dudosamente productivo.
Al final, Air Europa no simboliza independencia alguna. Es un recordatorio de que, en aviación, la autonomía es relativa. Y así, la compañía que otrora negó españolidades sobrevivirá gracias a un delicado equilibrio de capital internacional, alianzas globales, relaciones con el poder y pactos desesperados —tras el rechazo de Air France y Lufthansa— con los de Recep Tayyip Erdogan.
Que una empresa encuentre el camino para su supervivencia siempre es buena noticia. Pero esa contradicción —entre lo que se dice y lo que se hace— convierte la historia de los Hidalgo, no solo en una condena poética, sino en una lección sobre la fragilidad del discurso frente a la realidad de la gestión.