Alierta se doctora en filosofía china en la Alemania de Merkel
¡Lo ha vuelto a hacer! Como hace ahora justamente tres años, cuando Telefónica se convirtiera en el primer accionista del operador brasileño Vivo, tras pagar 7.500 millones de euros por el 30% de Portugal Telecom, lo que representaba una cantidad superior a la capitalización bursátil de la compañía lusa, César Alierta, presidente de Telefónica, ha recuperado su proverbio chino preferido que es aquel que dice que cuando “el dedo del sabio señala la luna, los imbéciles se quedan mirando al dedo”.
Y mientras todos estábamos concentrados en el dedo –proceso de desinversión de Telefónica– el presidente de la compañía estaba instalado en la luna como un mariscal de campo, esperando a que los mercados y sus representantes en la tierra, los analistas, le hicieran la ola sin ningún tipo de rubor.
Si hace tres años la operación de Vivo le supuso a Telefónica un hito mojón en su historia y convirtió a Brasil en el principal mercado de la compañía de telecomunicaciones, hoy la crisis de los emergentes es tan cierta como la de los periféricos y de eso levantó acta recientemente el Banco Central de Brasil rebajando la previsión de crecimiento económico para 2013 desde el 3,1% al 2,7%, dejando muy lejos los crecimientos del 7,5% del PIB experimentado por el país a comienzos de la presente década, a lo cual Telefónica no es en absoluto insensible.
Dicen los manuales que toda empresa lleva a cabo sus operaciones con un fin último, la creación de valor, pero este es un fin que no puede alcanzarse sin asumir ciertos riesgos. Por ello, para obtener los resultados deseados, gestionar una empresa implica gestionar riesgos, y para poder hacerlo con garantías, las empresas deben definir su sistema de gestión de riesgos y una pieza relevante de este sistema es la fijación del apetito de riesgo: cantidad de riesgo que la empresa desea asumir en la consecución de sus objetivos.
De eso, Alierta sabe lo que no está escrito y lo ha demostrado a lo largo de su dilatada vida profesional, desde que entrara a trabajar en el banco Urquijo o creara Beta Capital y tiene sobradamente demostrado su dominio de la cultura china y de la cual ha aprendido que la mejor manera de evitar que un tigre te devore es montarte sobre él.
Por eso, si la operación Vivo tenía su razón de ser estratégica en la luna de Latinoamérica, la operación alemana de E-Plus le permitirá a Telefónica obtener unos ingresos estables en la principal economía europea que compense la fuerte, pero temporal caída, del negocio en España y Brasil. La operación, tanto la alemana como la anterior con PT, no está exenta de riesgos, aunque en esta ocasión los analistas de medio mundo han caído rendidos ante la capacidad del mariscal por cerrar la operación de compra de la filial de móviles en Alemania de la holandesa KPN y convertirse, como siguen diciendo los adolescentes en “el puto amo” de las telecomunicaciones.
Liderar el mercado alemán de la telefonía móvil no sale barato y le va a suponer a Telefónica un desembolso total de 4.140 millones de euros, más el paquete del 17,6% de las acciones de la nueva T.Deutschland, lo que le va a permitir a la empresa española controlar un 65% de la operadora resultante. Mucho dinero para una compañía comprometida con reducir su elevado endeudamiento y que los analistas siguen con fruición como el que mira a la punta del dedo.
Dicen los hagiógrafos de Alierta, y no les falta razón, que el presidente de Telefónica ha sabido readaptarse a todo tipo de circunstancias y que la suya y la de la compañía es una historia de evolución permanente en un mercado que se reinventa día a día y que es el más competitivo de cuantos existen en la actualidad.
Cuando han venido los tiempos malos, Telefónica, como todo hijo de vecino, ha tenido que adaptarse vendiendo activos no estratégicos –o sí- como Hispasat, O2 Ireland o Atento para reducir su deuda, pero siempre mirando hacia el futuro como, por ejemplo, al convertirse en la primera compañía del mundo en crear una división digital para captar las oportunidades de ese nuevo mundo. Y la compra de E-Plus en Alemania también va en esa línea.
En esa combinación de saber asumir riesgos, pero salvaguardando al mismo tiempo la compañía, es donde está la mayor virtud de Alierta y eso los mercados se lo reconocen en la medida en que demuestra que es posible conjugar su política de reducción de deuda (47.000 millones a finales del 2013), la política de remuneración al accionista y una envidiable posición de liderazgo en Europa y Latinoamérica.
Por eso, no resulta sorprendente el consenso o la unanimidad que se detecta entre los nombres de más alta alcurnia del analismo financiero, desde Bernstein hasta Espirito Santo, pasando por Nomura, Societe Generale o FT, que coinciden en aplaudir la operación liderada por el líder del empresariado español.
Nadie duda del carácter estratégico de la operación, ni de la extraordinaria generación de sinergias que, según las compañías interesadas, podrían ascender a 5.500 millones de euros. La generosa oferta de Alierta bien vale su valor en la medida en que el tiempo jugará a favor de Telefónica que ganará tamaño en el mayor mercado europeo para equipararse con las dos líderes del mercado, ganará en capacidad de distribución, ahorrará costes y compartirá inversiones para desarrollar la red de 4G, clave para los próximos años. Y además, el impacto en deuda será limitado por la utilización de distintos instrumentos de financiación.
Si acaso, algunas puntualizaciones en forma de exigencias para evitar una caída del ráting de Telefónica, como la de explicar claramente el ritmo de consecución de las sinergias, la venta de activos no estratégicos, y/o el retraso del inicio del pago de dividendos más allá de noviembre 2013.
Asuntos menores en el conjunto de una operación de Alto Estado Mayor y que como dicen en el Cuartel General, a modo de resumen, implica creación de valor sostenible para los accionistas, tanto de Telefónica como de Telefónica Deutschland, ya que permite invertir en el futuro, al tiempo que se mejora la flexibilidad financiera; mejora el perfil de generación de caja del grupo y genera valor tanto para Telefónica como para Telefónica Deutschland en términos de BPA y FCF desde el primer año.
Con la operación alemana, se abre un periodo muy interesante para Telefónica en cuya cotización pesa de forma extraordinaria la situación de Brasil, no pudiéndose olvidar que la compañía de Alierta sigue en números rojos este año en bolsa en una demostración de que los inversores tienen dudas razonables sobre su plan de negocio.
FCF.- Acrónimo del denominado en inglés free cash flow, flujo de caja o fondos libre. Es el dinero disponible en la empresa una vez cubiertas las necesidades de reinversión en activos fijos y en necesidades operativas de fondos, considerando que no existe deuda y que por consiguiente no hay cargas financieras.
BPA.- El beneficio por acción, es la parte del beneficio neto total de la empresa que le corresponde a cada una de las acciones que componen el capital social. El beneficio neto es lo que queda del beneficio bruto después de pagar el impuesto de Sociedades.