Ataques del PP al sindicalismo

El PP está empeñado en limitar al mínimo la influencia y la capacidad del sindicalismo de clase, en la línea que marcó Margaret Tatcher. Se trata de debilitar las principales organizaciones estructuradas de la izquierda social. Y por ello no ha frenado sus ataques durante la legislatura.

1.- El PP ha liquidado el sistema de «concertación social» que se ha construido a lo largo de los años de democracia y que ha sido señalado como una de las principales conquistas positivas de la España democrática. Durante muchos años la negociación y los acuerdos entre sindicatos, empresarios y Gobierno permitió establecer una estructura consensuada respecto a las normas laborales y sociales, desde la negociación colectiva a las reformas de los sistemas de previsión social.

Esta es la razón última de la reforma laboral del PP, con el apoyo de CiU, ha significado un ataque a la línea de flotación del movimiento sindical. La liquidación del sistema de negociación colectiva existente durante todos estos años y la potenciación de la unilateralidad del empresario en las relaciones laborales han significado un ataque en toda regla a lo que es el principal fundamento y la razón de ser del sindicalismo.

2.- El Gobierno ha potenciado una reducción drástica de los liberados sindicales en los organismos públicos, pasando por alto los acuerdos anteriormente firmados. Asimismo, ha reducido de forma sustancial las subvenciones institucionales y las subvenciones finalistas para realizar actuaciones sociales como son la información a parados, inmigrantes, etc. Se trata de reducir el capital económico y humano de los sindicatos con el fin de debilitar su relación con la sociedad, todo ello acompañado de una amplia campaña mediática desde los medios públicos y privados de la derecha.

3.- Por último, el Gobierno del PP a través de las actuaciones de la fiscalía y determinados jueces está llevando a cabo una campaña de criminalización contra la base sindical a través de procesos con petición de penas desproporcionadas contra trabajadores/as que han participado en piquetes sindicales en procesos de huelgas. A pesar de no haber cambiado la ley, nunca se había visto una situación parecida donde hay más de 260 personas trabajadoras procesadas por participación en «piquetes de huelga» y para las que el ministerio Fiscal pide 125 años de cárcel. Si la ofensiva de los ataques del PP no ha ido más allá es debido a que la función sindical está recogida en la Constitución.

Las razones de la ofensiva antisindical son claras. El PP precisa eliminar o reducir la fuerza de aquellos que se oponen a su deriva de regresión democrática y a su recorte de derechos. Y el sindicalismo ha estado en primera línea en la lucha por oponerse a los objetivos del Gobierno, potenciando las múltiples movilizaciones sociales como las diversas «mareas”. El Gobierno lo sabe y no perdona. Igual que recuerda la experiencia de la “etapa” de Aznar, cuando los sindicatos con la huelga general contra el decretazo iniciaron su declive.

El sindicalismo confederal está pasando un momento difícil. Las crisis no son un buen momento para el movimiento reivindicativo. Y en una grave crisis como ésta aún menos, cuando el miedo atenaza a los trabajadores por su miedo a la pérdida del puesto de trabajo.

Pero los sindicatos pueden aprovechar la oportunidad para renovarse. Volver la mirada hacia sus orígenes, a la sobriedad organizativa, la profundización en la autonomía sindical y potenciando aspectos como el límite de mandatos que eviten la perniciosa burocratización. No hay duda de que procesos de renovación costosos y duros, como el que está realizando CCOO, son la mejor garantía de su futuro.

El sindicalismo de clase y confederal sigue siendo el principal instrumento, imprescindible, para la defensa de los intereses de la clase trabajadora y los sindicatos deben ser la una pieza clave que permita que no salgamos de la crisis con muchas más diferencias sociales que a la entrada, cuando llegue una posible recuperación.

*Manel García Biel es miembro de la comisión de control confederal de CCOO