Óscar Puente ha convertido Renfe en el «Tren de la bruja»
Decir que el tren vive en España su mejor momento es una muestra más del divorcio que existe entre la mayor parte de la sociedad española y el Gobierno
Los españoles viajan este verano en el “Tren de la bruja”. Comprar un billete no es garantía de nada, salvo que en algún momento del trayecto te sacudan un escobazo. El caos ferroviario de este verano en España pasará a la historia: convoyes averiados en lugares tan remotos que ni el GPS quiere reconocerlos, pasajeros atrapados durante horas, temperaturas de sauna dentro de los vagones y la sensación generalizada de que los españoles nos hemos subido, como país, a un tren que no sabe a dónde va ni cuándo va a llegar. Y todo ello mientras los impuestos siguen subiendo y los servicios se deterioran cada vez más.
Tradicionalmente, el mes de agosto se toma como una tregua política. Pedro Sánchez y los suyos la necesitaban más que nunca, asediados por todos los casos de corrupción que le esperan en cuanto el último furgón de su séquito cierre la puerta de La Mareta, cuando se acaben las vacaciones.
La estrategia estaba clara: un mes de espetos, verbenas, sangría y, a la vuelta de las vacaciones, crisis de Gobierno. Unas cuantas cabezas que rueden (la de Óscar Puente tiene muchas papeletas) y la gente se olvida de Cerdán, Ábalos o las saunas de la familia de la señora.
Pero con Óscar Puente no valen estrategias sibilinas. El ministro de Transportes se ha convertido en uno de los protagonistas involuntarios del verano, y no precisamente por solucionar problemas y mejorar la vida de los millones de españoles que estos días viajan en tren o por carretera hacia un destino vacacional.
El ministro de Transportes se ha convertido en uno de los protagonistas involuntarios del verano
Puente es el artífice de la campaña “En busca de titulaciones falsas”, que tantos disgustos está generando en su partido. Es sabido que mear contra el viento nunca ha sido buena idea. Y decir que el tren vive en España su mejor momento es una muestra más del divorcio que existe entre la mayor parte de la sociedad española y el Gobierno.
Este verano se ha alimentado una fractura social que no va a quedar en el olvido, por muchos baños de mar que nos demos. Quizá porque este agosto ha servido para que millones de personas hayan podido comprobar, muy a su pesar, que los servicios públicos se deterioran a la vista de todos: hospitales saturados, carreteras con baches de posguerra y trenes averiados un día sí y otro también.
Si el Gobierno pretendía que los españoles se olvidaran por unos días de los casos de corrupción y del sartenazo de Hacienda, Óscar Puente se ha encargado de evitarlo.
Así que, a pesar del asueto vacacional, el español medio se está acordando del presidente del Gobierno como nunca antes en esta época de calorina. Quizá porque también en la política española, como dicen los informativos a la hora de hablar del calor, “se han alcanzado temperaturas por encima de lo normal en esta época del año”.
Y en conciertos, verbenas, entre orquestas y fuegos artificiales, suena un cántico que no deja en muy buen lugar a Pedro Sánchez. Un estribillo pegadizo, insultante y corrosivo, que va camino de convertirse en la auténtica canción del verano. Es el termómetro del enfado social.
En política, los veranos son engañosos. Y más desde que existe X (antes Twitter) y un ministro como Óscar Puente de guardia en el ídem. Mensaje va, mensaje viene, para que el jefe pueda descansar en las islas afortunadas. Como dijo alguien por aquí, el problema no es que Sánchez se haya ido de vacaciones con un séquito que cuesta un ojo de la cara y la yema del otro; el problema es que tiene que volver, y no de cualquier forma, como si no pasara nada.
El ruido es muy grande y la imagen del Gobierno está tocada. Así que todo apunta a que habrá remodelación y cambio de ministros. Una crisis que servirá para entretener al personal, haciéndole creer que el “Tren de la bruja” fue la pesadilla de una noche de verano. Pero no colará.