El Sáhara y las contradicciones de la izquierda española 

Da la sensación de que la gente de izquierda que milita en el cine patrio tiene un talento especial para ver más allá que el resto de los mortales

Era de esperar. El silencio de la gente de izquierda que milita en el cine español a propósito de la decisión de Pedro Sánchez sobre el Sahara Occidental tenía que salir por algún lado. A modo de contradicción, porque no quedaba otra. Toda la vida apoyando al pueblo saharaui contra el invasor marroquí para acabar aceptando, sin decir ni pío, que el Gobierno “progresista” acepte la solución que tanto desea Rabat. Supongo que esto es lo que Pablo Iglesias ha definido como “cabalgar contradicciones”.  

No sé de qué otra forma puede llamarse la reacción que han tenido prominentes figuras del cine patrio, lanzadas en tromba a criticar estos días al cineasta británico Christopher Nolan por atreverse a rodar partes de su película, The Odyssey, en la ciudad de Dajla, de soltera Villa Cisneros, en el Sahara ocupado por Marruecos. Entre los hombres y mujeres “abajofirmantes” del manifiesto se encuentran los directores Sorogoyen, Icíar Bollaín, Fernando Colomo y Benito Zambrano. Y nombres como Javier y Carlos Bardem, Luis Tosar, Aitana Sánchez-Gijón, Carolina Yuste, Javier Gutiérrez, Nathalie Poza o Melanie Olivares.  

Dicen en su protesta que el cineasta británico “ha contribuido, sin saberlo, a la represión del pueblo del Sahara Occidental, ayudando a normalizar la brutal ocupación de Marruecos”. Aseguran igualmente que Nolan no ha pedido permiso a los saharauis para trabajar allí, así que le exigen que renuncie a utilizar las escenas rodadas en el montaje final. Y lo más alucinante, en la nota llegan a decir que “Marruecos ha conseguido hacer de Dajla lo que Netanyahu pretende para Gaza, convertirla en un sitio para practicar kitesurf y otras actividades recreativas”. 

Da la sensación de que la gente de izquierda que milita en el cine patrio tiene un talento especial para ver más allá que el resto de los mortales. Contemplan otra dimensión superior que a los demás nos está negada. Ellos, al parecer, ven dos Marruecos donde nosotros solo vemos uno: Para los Bardem y compañía existe el Marruecos bueno, el que coincide con Pedro Sánchez en los planes de entrega del Sahara; y luego está el otro, el malo, el que se dedica a oprimir a los saharauis. El primero se acepta, el segundo se combate. Mejor dicho, se combate a quien le estreche la mano. Siempre que esa mano no sea la del presidente de un Gobierno que se dice de izquierdas. 

«Si el PP llegara al poder, se enfrentaría a un dilema: ¿Revertir la decisión de Sánchez y volver al statu quo de la ONU, arriesgándose a una crisis diplomática con Marruecos, o mantener el compromiso adquirido por el PSOE, alienando a quienes defienden la autodeterminación saharaui?«

En la cuestión del Sahara el PP ha sido muy crítico con Pedro Sánchez, tanto por la decisión que adoptó como por la forma en que lo hizo, de espaldas al Parlamento y sin dar ninguna explicación. En su reciente Congreso el partido de Núñez Feijóo ha reafirmado su apoyo a las resoluciones de la ONU sobre el Sahara y ha expresado su rechazo al plan de autonomía marroquí. 

Si el PP llegara al poder, se enfrentaría a un dilema: ¿Revertir la decisión de Sánchez y volver al statu quo de la ONU, arriesgándose a una crisis diplomática con Marruecos, o mantener el compromiso adquirido por el PSOE, alienando a quienes defienden la autodeterminación saharaui? La primera opción podría estabilizar las relaciones con Argelia y recuperar el favor de los activistas saharauis, pero a costa de tensiones con Rabat, que utiliza la migración como herramienta de presión. La segunda implicaría aceptar una decisión que el PP ha calificado de contraria al derecho internacional, lo que podría debilitar su credibilidad entre sus bases. 

El Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que se celebrará dentro un mes, ofrece una plataforma ideal para que “las gentes” del cine español visibilicen el conflicto y, al igual que con otras causas, dejen clara su postura. El compromiso con el pueblo saharaui, que tanto concierne a los españoles, debe asumirse más allá de un manifiesto de censura contra un director británico que pasaba por ahí. Si Marruecos es el opresor y actúa en el Sahara, dicho por los “abajofirmantes”, como Israel en Gaza, alguien debería decirlo con los micrófonos delante. 

Pero me temo que para septiembre el Sahara ya no será noticia. La historia reciente sugiere que el activismo en el cine español tiende a ser reactivo y selectivo, más proclive a criticar decisiones de gobiernos conservadores que a cuestionar políticas de un Ejecutivo “progresista”, incluso cuando estas entran en flagrante contradicción con los principios que dice defender

Deja una respuesta