Bárcenas no es el PP, que nadie se equivoque

Lo primero que quiero decir es que Bárcenas está muy bien donde está, en la cárcel. Puede que le acompañen otros a su actual morada y si es así les recordaré el dicho de no las hagas, no las temas. Pero Bárcenas no es el PP, aunque ocupase cargos orgánicos de primer nivel, por lo que no juzguemos a todo un partido por lo que haya hecho un presunto delincuente, y esperemos a que sea el juez el que dicte en su momento sentencia con todas sus consecuencias. Por lo tanto, dejemos actuar a los tribunales y que éstos clarifiquen la verdad.

El que escribe estas líneas es un humilde militante de base del Partido Popular desde los 19 años (entonces Alianza Popular), uno más de los 700.000 militantes que forman parte de este gran partido y que cree firmemente que ha llegado el momento de la regeneración democrática de las formaciones políticas. Simplemente como contribución a mantener nuestro estado del bienestar, amenazado ahora por las diversas tramas de corrupción que golpean la imagen de la política día tras día y que parece no tener fin.

La proliferación de casos de corrupción política ha ahondado en la desafección y en la desconfianza de los ciudadanos hacia la clase política de una forma brutal. La última encuesta del CIS pone de relieve que los partidos y los políticos en general, así como la corrupción y el fraude, son, con el paro y la situación económica, los aspectos que más preocupan a los ciudadanos. Urge un proceso de higienización democrática e institucional, con mecanismos de control de la financiación de partidos, entidades públicas y de depuración de responsabilidades que pongan coto a la corrupción, restablezca la credibilidad y evite que se produzcan nuevos episodios.

Es lo que pienso y lo que creo, y espero que todos creamos en el futuro de un sistema que está viciado en la actualidad y que debemos contribuir a limpiar. Y mi primera pregunta-reflexión es cuándo colocaremos al frente de algunos organismos públicos a expertos en cada una de las áreas a gestionar y no a estómagos agradecidos o palmeros indeseables que sólo piensan en mantenerse a flote entre tanta podredumbre obviando que a los partidos políticos se viene y se está por ideología, ideales, valores y principios y no para lucrarse de la forma mas rastrera y despreciable que existe convirtiendo a estos personajes en auténticos miserables de la peor ralea y que únicamente merecen mi desprecio y rechazo.

En el caso Bárcenas, hay que pedir disculpas a la militancia, votantes y ciudadanos en general que acuden atónitos a un espectáculo lamentable. Las disculpas de aquellos que permitieron que se generase tal despropósito que tanto daño han provocado a nuestro partido. No valen excusas ni el yo no sabía, yo no estaba. Los que tenían la obligación de supervisar, autorizar y gestionar, los derivo a la frase que pronunció recientemente la secretaria general de que cada palo que aguante su vela. Un partido político no es un banco donde se conceden préstamos a los amigos de turno, ni una empresa que paga magníficos sueldazos fuera de todo contexto a costa de las cuotas de los militantes y los impuestos de los contribuyentes. El que quiera entender que entienda.