Botín se adelanta a todos
Aunque agosto es el mes de veraneo por excelencia, el Santander no entiende de descansos y ha aprovechado el particular ferragosto español para lucirse con dos operaciones y marcar diferencias con el resto de la banca española.
Mientras más de la mitad del sistema financiero español está pendiente del dinero que vendrá de Europa, o del Frob por los retrasos de Bruselas, el Banco Santander muestra su musculatura acudiendo a pelo al mercado para obtener liquidez o para extender a México su modelo de filiales independientes en capital, liquidez y, además, cotizadas. Es una forma clara de demostrar y ejercer el liderazgo del sector con los hechos.
Tras casi medio año de sequía, el Santander ha colocado 2.000 millones de euros de deuda senior a dos años y ha presentado los papeles para sacar a Bolsa un significado paquete –25% del capital– de su filial en México a lo largo de septiembre con lo que prevé obtener entre 3.000 y 3.500 millones de euros. Las dos operaciones no han pasado desapercibidas para los analistas de referencia.
La colocación de los 2.000 millones de euros tuvo una demanda de más de 3.100 millones, lo que viene a demostrar una cierta apertura del mercado mayorista para la banca española, que no se producía desde marzo, si bien queda por demostrar si esa apertura es especialmente selectiva para entidades que pueden presentar unos balances como los que maneja el banco cántabro.
Además, pocos días después de captar los 2.000 millones de euros, decidió amortizar unas emisiones institucionales de preferentes y subordinadas que tenía en el mercado. Apenas 1.200 millones destinados a comprar, con un descuento medio del 17%, un papel que ya no vale para recursos propios.
Pero sin duda el hecho más relevante es la operación mexicana, la colocación de una cuarta parte de la filial que más crece. La pregunta, resulta obvia: ¿Por qué vende el Santander? ¿por qué se desprende del 25% del banco que más crece, cuando hace apenas dos años que compró este paquete al Bank of America?
La argumentación es fácil cuando se analiza la estrategia que desde hace dos o tres años ha puesto en marcha Botín. El presidente del Santander tiene muy claro que quiere que las unidades de los principales países funcionen de manera independiente en capital y liquidez y, si el mercado lo permite, que coticen en Bolsa.
De esta manera, Botín pretende evitar cualquier efecto dominó dentro de su grupo, que la caída de una unidad arrastre a las demás por tener entrelazado el capital y la liquidez de unos y otros bancos. Botín lo que quiere es establecer claros cortafuegos entre unas filiales y otras.
Estas filiales se aprovechan de la tecnología, la marca y, en definitiva, de la forma de hacer banca que tiene el Santander, que incluye aspectos como la política de riesgos, la política comercial o la generación de productos. A cambio, el grupo recibe un dividendo de sus filiales.
Adicionalmente, a este diseño, si esa filial cotiza, tiene mucho más margen para realizar operaciones sin tener que utilizar la “cartera” del grupo. Así, la filial polaca del Santander, Bank Zachodni WBK, adquirirá la filial en este país del KBC y el pago de la operación se realizará con acciones de la filial.
Esta independencia de las filiales en capital y liquidez, así como su cotización, es algo que encanta a los reguladores de los países, ya que ven reducidas las posibilidades de contagio de la unidad de su país y al mismo tiempo tienen el soporte del grupo. Si cotiza en Bolsa, esa unidad está mucho más enraizada con el mercado local y está obligada a una mayor transparencia.
Esta estrategia del Banco Santander es única entre la banca mundial y también en España, pero no cabe duda de que será imitada próximamente. Telefónica ya ha anunciado que sacará a Bolsa su unidad en Alemania y parece que prepara la creación de una unidad en Latinoamérica que también saldría a Bolsa.
Pero sin duda quien está más atento a ver cómo resulta la colocación de Santander México es el BBVA. El grupo presidido por Francisco González tiene en México la unidad que más aporta a los beneficios del BBVA, con más del 40%.
El tamaño de su filial mexicana casi duplica a la de Santander. Es decir, si Santander consigue colocar su unidad en Bolsa en un valor de unos 16.000 millones de dólares, querría decir que la unidad de BBVA podría capitalizar más de 32.000 millones de dólares, cuando el pasado 30 de agosto todo el BBVA cerró con un valor bursátil de 38.721 millones de dólares.
Es indudable que si la operación de Santander va bien, BBVA irá detrás, aunque los expertos dicen que si se da prisa llegaría para hacerla en la primavera del año que viene como pronto. El problema para BBVA es que tiene una dependencia muy grande de México y si vende una participación muy elevada le entrará mucha caja pero verá reducidos seriamente sus beneficios.
La operación mariachi del Santander tiene otro ángulo adicional, que es la capacidad de Emilio Botín de sacar plusvalías moviendo la cartera del banco. Este paquete del 24,9% que se coloca ahora en Bolsa ya ha dado varias vueltas. El Santander vendió en diciembre de 2002 a Bank of América este paquete de la filial mexicana por 1.600 millones de dólares, mientras el banco español conservaba casi el 75% y el mando total en la compañía.
En mayo de 2010, después de que el gobierno de Obama regara de dólares a sus bancos ante los enormes problemas generados por las hipotecas basura, el Bank of America le dijo al Santander que quería hacer caja con su participación. El Santander se la compró por 2.500 millones de dólares, de manera que los americanos habían hecho una plusvalía de más del 50% en menos de 8 años.
Pareció que Santander pagó caro, sin embargo, todo apunta ahora a que dos años después Botín venderá en el mercado esa participación con una ganancia del 60%, que se la apuntará en forma de más reservas, con lo que reforzará aún más sus ratios de capital, que ya superan a buena parte de las mejores entidades del mundo.
Los precios de colocación no son ninguna locura si se tiene en cuenta que la unidad de Santander ganó en el primer semestre 720 millones de dólares, de modo que está en los 1.500 millones por año.
** Carlos Díaz Güell es editor de ‘Tendencias del Dinero’, publicación ‘on line’ económico-financiera de circulación restringida