Cándido en la España socialista de Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero  

En la versión española, Cándido aplicaría la doctrina panglossiana que aparece en la primera edición del cuento de 1759 a la realidad española de nuestros días. Resumen: el mal es necesario para que triunfe el bien

Si Voltaire resucitará, con toda probabilidad escribiría una versión  española de su cuento titulado –picaresca o sátira- Cándido. Título original en francés Candide, ou l´Optimisme. Título de la versión en lengua castellana: Cándido en la España socialista.   

El cuento 

Ese cuento en que el joven Cándido, viajando por el mundo, va corroborando la verdad de la doctrina de Pangloss, su preceptor y profesor de metafísica. Un Pangloss –trasunto del filósofo y matemático Gottfried Leibniz que, por cierto, poco tiene que ver con el susodicho y al que Voltaire probablemente no habría ni leído- que sostiene que “está demostrado que las cosas no pueden suceder de otro modo; porque estando todo hecho para un fin, todo es necesariamente bueno hasta llegar a ese fin”. La conclusión: “Aquellos que dijeron que todo está bien, se equivocaron; debían haber dicho que todo es perfecto”.   

En la versión española, Cándido aplicaría la doctrina  panglossiana que aparece en la primera edición del cuento de 1759 a la realidad española de nuestros días. Resumen: el mal es necesario para que triunfe el bien. Un par de ejemplos –mandato de Pedro Sánchez- de la versión española de Cándido a modo de resumen y compendio. Finalmente, otro ejemplo –postmandato de José Luis Rodríguez Zapatero- que corrobora la teoría del doctor Pangloss.   

Tormentos y temblores   

1. Los “tormentos infernales que nos devoran” son “indispensables en el mejor de los mundos, un ingrediente necesario”, porque “está demostrado que las desgracias particulares hacen siempre el bien general: cuantos más males particulares haya, tanto más crece aquél”.  

Si en la versión original los contagios favorecen el comercio, en la española el gobierno socialista puede “afirmar con orgullo que pese a todas las adversidades España cuenta con un gobierno social ejemplar” tras sustituir a otro que “usó las instituciones” para “esconder sus vergüenzas y perseguir a sus adversarios políticos” y “usó su mayoría absoluta para agrandar las brechas de desigualdad y discordia territorial”… así “la democracia española puso fin a ese tiempo oscuro de nuestra historia reciente”. Traducción: el mal generado por el PP posibilita la vuelta del bien encarnado en el PSOE.        

2. “Todo aquí es perfecto –decía Pangloss-, porque si en Lisboa hay un volcán, es porque no puede estar en otro lugar; es imposible que las cosas dejen de estar en donde deben estar, luego todo está perfecto” y siempre habrá quien se ocupe en “socorrer a los habitantes”.    

Si en la versión original un temblor en Lisboa supuso una sacudida infernal, en la versión española la respuesta del gobierno socialista a la sacudida del PP es la llegada al poder de “un gobierno ejemplar” que con sus “políticas… está cambiando a mejor la vida de la gente”. Resultado: “el PSOE [el bien] nació y existió para evitar abusos a los trabajadores, para proteger a las familias y para defender a quienes más lo necesitan”. Cosa que se alcanzó gracias al estallido en Madrid del volcán PP [el mal] el 1 de junio de 2018.     

Un intelectual de intervención 

Entre las muchas valoraciones -calificaciones y descalificaciones- de las que ha sido víctima Voltaire –cierto: no puede ser considerado filósofo, pero sí un moralista defensor de la libertad y la tolerancia-, me permito destacar la que hizo Fernando Savater en su Diccionario filosófico (1995). Voltaire, dijo, brinda un buen ejemplo de la “vocación intelectual de intervención” en la estela racionalista de Descartes y Spinoza.    

Voltaire combatió el error, lo absurdo, lo ridículo, lo inconsecuente y el desvarío. Nunca fue gratuito y siempre quiso implementar actitudes intelectuales críticas. Añadan que Voltaire fue un excelente y divertido divulgador. Un intelectual afortunadamente malicioso al que se le entiende todo. Como se le entiende todo al Pedro Sánchez que discursea en el Cándido español.    

Voltaire –con su fe en la razón: admitan la contradictio in terminis– molestaba –ex profeso, por supuesto- a los clérigos, los beatos, los predicadores, los biempensantes, los inquisidores, los guardianes de la fe, los sabihondos. Igualmente como ocurre hoy.  

Voltaire, hoy, sigue molestando –su figura y sus ideas- a los “buenistas”, los publicistas, los consultores políticos, las maquinarias de prensa de los partidos políticos, los vendedores de humo y un largo etcétera a los que pone en evidencia de manera amable y sardónica. Como lo demuestra la versión española de Cándido en donde el lector percibe la polarización política –también, la impermeabilidad ídem- de una España que peca de optimismo, aunque esté angustiada por su presente y futuro.   

Rodríguez Zapatero recibirá el Premio Doctor Pangloss 

Les Amis de Voltaire han concedido recientemente el Premio Doctor Pangloss a José Luis Rodríguez por la defensa de la gestión socialista en Andalucía fundamentándose en la teoría panglossiana del mejor de los mundos posibles.  

El mérito, según aparece en el acta del jurado: mostrarse “orgulloso” del comportamiento de unos políticos condenados por malversación y prevaricación (el jurado desconoce que el caso está pendiente del recurso presentado en el Tribunal Supremo).  

En cierta manera, José Luis Rodríguez Zapatero ha devenido el Pangloos español. Recuerden: “estando todo hecho para un fin, todo es necesariamente bueno hasta llegar a ese fin”. José Luis Rodríguez Zapatero o el antiKant que hace bueno el refrán español según el cual “no hay mal que por bien no venga”.   

Cándido no es tan cándido  

Y el caso es que Cándido –así como algunos de los personajes que aparecen en el cuento-, sea en su versión francesa y española, no era/es tan cándido como parece. Unos y otros, a fin de cuentas, entienden que, a diferencia de lo que decía Pangloss, “es preciso confesar que nuestro mundo solo es motivo de lamentaciones, tanto en cuanto a lo físico como lo moral” y que “en Westfalia [lean cualquier lugar del mundo] todo iba pesimamente”. Y “nada creo, y menos aún en esos sueños escritos que nos venden de un tiempo a esta parte”.