Con el linchamiento a Juan Carlos I Pedro Sánchez cruzó el Rubicón 

Pedro Sánchez no tiene inconveniente en arrasar a la Monarquía, el poder es el fin y los medios a utilizar son lo de menos, todo vale

El retorno de Juan Carlos I a España viene acompañado de una campaña de la izquierda y del independentismo. En su virulencia, intensidad y descaro se parece mucho a la que organizaron cuando EE.UU con el apoyo de Reino Unido, Portugal y España entró en Irak.  

Tras acosar a políticos, conciudadanos y crear un ambiente incendiario -no solo con el fin de hacer caer al gobierno Aznar sino de crear un marco que evitara que la derecha volviera nunca mas al poder- el resultado fue que la campaña fue tan burda y exagerada que la población se asustó y el PP subió en las elecciones municipales y autonómicas de este año.  

Ahora la campaña contra Juan Carlos I y, en definitiva, contra la Monarquía y la arquitectura institucional de España, es tan salvaje que estamos a punto de asistir en Sanjenjo a un homenaje popular y espontáneo al Rey Juan Carlos.  

Pedro Sánchez mueve los hilos de una campaña que lleva tiempo en marcha pero que ahora cobra mayor virulencia. ¿Por qué? Las encuestas, incluso las de Tezanos, pintan mal para el presidente del Gobierno: “Espejito, espejito, ¿quién es el mejor presidente?». Y el espejo se atreve a desafiar a Sánchez: «Del noroeste de España llega quien te substituirá…”.

Pedro Sánchez sabe perfectamente lo que hace y lo hace sin reparos. Necesita tensionar España y polarizarla, necesita proyectar e impulsar a Vox para contener al PP

Y Sánchez se apresura a comprar toneladas de manzanas envenenadas en forma de campaña contra la Monarquía y lanza a Errejón, a Aragonés, a Urkullu y a quien haga falta a llamar corrupto al Rey Juan Carlos y por extensión a toda la monarquía. El silogismo es fácil: Monarquía equivale a derecha y ambas son corrupción y privilegios. Demasiado fácil, un insulto a la inteligencia.  

¿Ha enloquecido Sánchez? En absoluto. Sabe perfectamente lo que hace y lo hace sin reparos. Necesita tensionar España y polarizarla, necesita proyectar e impulsar a Vox para contener al PP, solo el temor de una lepenización de España evitará su derrota. En su estrategia de radicalización no tiene limites, entregó el Tribunal de Cuentas al independentismo, luego el CNI y ahora no tiene inconveniente en arrasar a la Monarquía, el poder es el fin y los medios a utilizar son lo de menos, todo vale.  

Juan Carlos I nunca debería de haber dejado de pagar impuestos que luego tuvo que regularizar, pero jamás debería haberse ido de España porque era una asunción de culpa previa, el marco del relato óptimo para que la gran coalición que gobierna esta país formada por la izquierda insensata y el independentismo desatado dieran el descabello a la Monarquía.  

Supervivencia de la Monarquía

La supervivencia de la Monarquía es mucho más que la continuidad de las magnificas portadas de la revista Hola!. En la continuidad de la institución monárquica está en juego la supervivencia de España y la coalición gobernante lo sabe y por eso todo el arsenal se dirige este fin de semana contra Juan Carlos I aunque a quien apunta de verdad es a Felipe VI.  

A los independentistas no les hacía falta excusa alguna para intentar derrocar a la Monarquía pero el 3 de octubre de 2017 comprobaron de que estaba hecho el Rey Felipe VI y lo que vieron no les gusto.  

En la continuidad de la institución monárquica está en juego la supervivencia de España

Felipe VI esa noche del 3 de octubre de 2017, por primera y única vez en la historia de España, no solo defendió el Estado de derecho como había hecho su padre un 23-F de 1981, amparó a los millones de catalanes indefensos que refugiados en sus casas veían en directo un golpe de Estado dado desde el poder de la Generalitat y que estaba a punto de alcanzar sus objetivos en medio del caos perfectamente organizado ese día.  

El independentismo sabe que con este Rey jamás alcanzara su perturbante sueño y su anhelo de arrasar a la Monarquía se comprende. Sánchez, por su parte, ha ligado se suerte  a la de unos dirigentes políticos descerebrados, o su suerte está echada o España se va por el sumidero.