Corruptos a porrillo
La salida de prisión de Luis Bárcenas, ex senador y ex tesorero del PP, ha desatado temblores en la cúpula popular y en las altas esferas del Gobierno. Apenas abandonó las rejas, empezó a largar. Es de esperar que cuente todo lo que sabe sobre los trapicheos, financiación subterránea y pagos en negro del partido. El individuo ha pasado a ser, para los suyos, un apestado peligroso.
Algo similar ocurre con otro preboste caído, Jordi Pujol Soley. Sus siete hijos han resultado ser unos auténticos linces, unos fuera de serie. Casi todos se han encaramado a la categoría de multimillonarios. Del ex President reniegan ahora quienes comieron de sus manos en CiU. Dentro de poco no parecerá sino que nunca perteneció a esa formación.
La última noticia sobre el botín del clan familiar oculto en paraísos fiscales atañe al benjamín de la familia. Oleguer ha confesado al Ministerio del señor Montoro que acumula 89 millones de euros en recursos distribuidos por remotos territorios impositivamente benignos. Si el pequeño de la tribu posee semejante dineral, ¿a cuánto ascenderá la fortuna completa de la banda?
Es llamativa la soltura con que esa saga se maneja por los paraísos tributarios de medio mundo. Sin ánimo de ser exhaustivo, embalsa fondos de una punta a otra del Nuevo Continente, desde Argentina, Paraguay y Uruguay, hasta EEUU, México y Panamá, pasando por Bahamas, Curaçao, Islas Vírgenes Británicas e Islas Caimán.
Así mismo se les han localizado caudales en el africano Gabón; en las británicas Islas de Guernsey, Jersey y Man; y en una retahíla de países europeos como Andorra, Croacia, Francia, Holanda, Liechtenstein, Luxemburgo, Reino Unido y Suiza. Los jueces prosiguen incansables, por esa vasta geografía, las pesquisas sobre el origen del formidable patrimonio de los Pujoles.
Mientras tanto, Artur Mas ha convocado elecciones para septiembre. La cita, lejos de resolver los problemas existentes, abre más incógnitas. De entrada, nos esperan tres trimestres de interinidad administrativa, en los que el Govern se abstendrá púdicamente de adoptar medida alguna susceptible de restarle votos. Así, pues, la actual parálisis legislativa tiene cuerda para rato.
Agitación y propaganda
Lo que no va a cesar ni por asomo es el derroche de gastos para apostolado identitario. Mas planea docenas de grandes actos para mantener viva la formación del espíritu nacional, al estilo de los que suelen organizar los regímenes autoritarios de todo pelaje. En asuntos publicitarios, los medios de comunicación públicos de Cataluña poco han de envidiar a los Nodos de Franco. O sea que preparémonos para otro tsunami de manifiestos proselitistas, lubricado con muníficas subvenciones a los medios afines que, como siempre, acaban sufragadas por el peculio de los contribuyentes.
Si de Cataluña nos trasladamos a otras latitudes celtibéricas, la justicia acaba de atizar un leñazo de los gordos al político socialista Juan Pedro Hernández Moltó. Este personaje pasará a la posteridad por su miserable ensañamiento televisivo con el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio. Moltó lideraba Caja Castilla-La Mancha cuando el Gobierno de Zapatero hubo de intervenirla porque yacía sumida en un socavón descomunal.
El magistrado de la Audiencia Nacional Pablo Ruz hace responsable del agujero a Moltó y a su director general Ildefonso Ortega. Les acusa de delitos de administración desleal y falseamiento de balances. Ya les propinó una fianza de 138 millones de euros. Y ahora ha emprendido el embargo de sus bienes para cubrirla.
Por último, una cita regia. Iñaki Urdangarin rechaza la posibilidad de llegar a un acuerdo con la fiscalía, por lo que irá a juicio. Su ex amigo y ex socio Diego Torres anda desmelenado. En una entrevista acusa a don Juan Carlos I de intermediar para que el Instituto Nóos consiguiera contratos por valor de más de 100 millones de euros. De paso, carga contra Urdangarin, de quien viene a decir que no sabía hacer una «o» con un canuto. Así de entretenido se muestra el ruedo ibérico. Nos aguardan unos meses movidos.