Cuando se apaguen los focos sobre Afganistán

Pedro Sánchez se ha quedado rezagado en las reacciones de los mandatarios europeos porque, más allá de la repatriación y la acogida, no sabe qué decir para no lesionar sus intereses

No es tremendismo decir que en Afganistán se han perdido, de repente, veinte años de una reconstrucción de la convivencia y el respeto de los derechos humanos. Ver a los ciudadanos afganos pretender huir desesperadamente de Kabul por temor a las represalias y a la vuelta a la imposición de la sharía, rebelan el miedo de la población al retorno a la oscuridad del túnel.

La vuelta al emirato medieval que se guía por un código tribal pesará sobre las conciencias de Occidente. Pedro Sánchez se ha quedado rezagado en el despliegue de reacciones de los mandatarios europeos porque, más allá de la operación de repatriación  y acogida, no sabe qué decir.  Pero si Francia, Alemania y Reino Unido anuncian que presentarán iniciativas para intentar evitar que Afganistán “vuelva a convertirse en un santuario terrorista” da la dimensión de que su preocupación, además del rescate de los propios y acogida de los refugiados, se sitúa en el futuro de la población que va a quedar sometida al nuevo emirato de los talibán.  

Tras el fracaso estrepitoso de EEUU, la OTAN y la Unión Europea, hubo un intento resignado en las primeras reacciones, de dar carta de naturaleza a los nuevos mulás. Pero una cosa es tener que tratar con ellos las operaciones de evacuación y otra muy distinta creer  que los barbudos de esta nueva generación son más moderados que sus antecesores.  Ya hemos visto que han empezado a practicar lo contrario de lo que dijeron ante las cámaras. Aseguraron que no querían venganza y que las mujeres afganas serán felices con su sharía (¡ qué oxímorón!) .

Algunos sectores de opinión quisieron creerles. Pero han empezado a disolver las manifestaciones a tiros, a bloquear el paso al aeropuerto de Kabul y a buscar a sus opositores casa por casa. Así es que su plan de maquillaje se ha quedado sin envoltorio en cuestión de horas. No tendrán piedad.  

El plan de maquillaje de los talibán se ha quedado sin envoltorio en cuestión de horas  

Pero los hechos ya presentaban la realidad más dura desde hacía días. Porque en la ciudad de Hérat ,donde el 60% de estudiantes universitarios son mujeres ya se les había ordenado desde hacía días que regresaran a sus casas .  La palabra de los talibán no vale nada. Lo saben quienes han negociado con ellos.

Si estamos viendo estas primeras escenas de violencia ¿qué será de las mujeres y de todo aquel que no se someta en cuanto se apaguen los focos sobre el país? Volverán al mundo de las tinieblas. El alegato de la periodista afgana  pidiendo entre sollozos, en la conferencia de prensa con el representante de la OTAN, que no se reconociera al nuevo régimen fue aleccionador.  

¿Qué piensa el presidente de España de este vuelco en Afganistán? Tardó 72 horas en ofrecer una imagen suya en la que se le veía reunido, por videoconferencia, con la ministra de defensa y el de Exteriores. Para que quedase constancia de que estaba trabajando. Sus mensajes en su cuenta de Twitter siempre han sido técnicos. Un parte de la salida de los aviones y poco más.  

Es cierto que España, últimamente, tiene poco peso internacional . Pero ha estado prácticamente en todas las misiones de la OTAN (con excepción de Kosovo) . El presidente de un país que ha estado implicado en la ayuda a Afganistán durante casi 20 años, tiene que dar la cara. Son 102 españoles los que murieron sobre el terreno. Son muchos muertos.  Otra foto presidiendo una reunión, no, por favor. Otro plasma, tampoco. Una comparecencia. Con preguntas y respuestas, por ejemplo. Y que nos cuente cómo ve el vuelco en el nuevo Emirato. 

Pero a Sánchez no le interesa asumir responsabilidades que puedan lesionar sus intereses. Es, en Europa, la otra cara de la moneda de Angela Merkel. Preside un gobierno que felicita el Ramadán y no la Navidad y que, desde la oposición, defendía la eliminación del ministerio de defensa. Es una situación incómoda para una izquierda que ha defendido el ‘No a la guerra’ y que ahora se lamenta del futuro que les espera a las mujeres afganas.

Cuando no nos topamos con un silencio atronador entre quienes se apropiaron de la definición de feminismo y ahora no dicen nada de la cárcel  que le aguarda a la mujer afgana atrapada en su burka y en casa. Del antimilitarismo militante vienen estos lodos. ¡Qué momento ‘flower power’ el de la alcaldesa Ada Colau cuando dijo a los militares que su presencia no era grata en el Salón de la enseñanza de la Fira

¿Qué hacer para impedir tanto atropello de los derechos humanos en Afganistán? ¿El abandono a su suerte es la alternativa? Si Sánchez no sabe qué decir, habrá que confiar en la determinación de Merkel y Macron.