De Israel a Marruecos con aviso a Madrid

Que Marruecos desafíe cíclicamente a España se debe a que es el único país que muestra oposición a sus ambiciones en el norte de África, que implican la anexión del Sáhara, Ceuta y Melilla

Vaya por delante dos preceptos determinantes pero poco explicitado de toda realpolitik: uno, que entre los principios y las conveniencias, siempre prevalecen las segundas; y dos, que a problemas similares por con distintas circunstancias soluciones radicalmente contrarias, sin importar la incoherencia entre las varas de medir.

Al grano, los Estados Unidos claman contra la anexión de Crimea por parte de Rusia, (aunque sea históricamente rusa) pero no tienen empacho en reconocer la de los Altos del Golán a cargo de Israel y pronto la de Jerusalén Este y algún día Cisjordania del mismo modo que reconocen la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.

¿Algo que objetar? Desde el punto de vista ético, mucho, pero muy poco atendiendo a la diferencia entre los intereses en cada caso. En política exterior, primero se decide lo conveniente y luego, si hay necesidad y en el mejor de los casos, se cubren las desvergüenzas como mejor se pueda. Y si no se consigue se apechuga con las críticas sin inmutarse.

El baluarte americano

En una muy inestable fachada sur del Mediterráneo, y tras el bochorno de abortar en Egipto manu militari la primavera árabe que Barack Obama alentó con una muy escasa dosis de prudencia, Marruecos es el único país que además de mantenerse estable incrementa su fidelidad y adhesión al gran hermano americano.

Marruecos está algo lejos de Israel, pero nunca vienen mal los aliados fiables en un entorno plagado de enemigos y falsos amigos. Pero tal vez eso, el apoyo a Israel en un momento de difícil digestión, no sea lo más importante para la geopolítica americana. Los avances de China en áfrica son muy relevantes, la orilla sur de nuestro mar, un festival de polvorines. De ahí la relevancia de contar con Marruecos, de mimar a Marruecos, de armar a Marruecos con carísimos juguetes mortíferos de última generación.

El Sáhara occidental, Ceuta y Melilla

Pero, claro está en este mundo de trueques, toda amistad tiene un precio, y el de Marruecos es de ampliación territorial y de influencia. El Sáhara es lo primero, lo fácil. Washington no sólo se abstendrá de echarse atrás de su reconocimiento sino que animará a quien pueda a seguir por el mismo camino.

A saber cuánto va a tardar España en tragarse el sapo de bendecir la anexión de su antigua colonia. Pero eso no es todo. Ni lo que más duele. Luego vendrán las plazas españolas. Marruecos las considera dos espinas clavadas, del mismo modo que España sufre por no poderse sacar la de Gibraltar.

El mundo es complejo, no hay ni que recordarlo, y los intereses cruzados. Turquía chantajea a su socio europeo con inmigrantes y Europa se deja porque es mejor ceder de manera hipócrita que dar alas a los partidos de extrema derecha, siempre montados en el caballo de batalla de la invasión de hordas extranjeras, y peor si son musulmanas.

Lo de estos días en Ceuta no es comparable con Turquía. Europa sabe que puede estar tranquila, que quien tiene un problema con Marruecos no es el mundo, y mucho menos Occidente. Es España. O mejor al revés, es Marruecos quien tiene un problema con España. Tal vez cuando vaya llegando la hora de la verdad, los cálidos apoyos del presente se vayan tornando tibios.

Amenaza a España

¿Recuerdan la Marcha Verde, verdadera ocupación militar del Sáhara con multitudinaria avanzada civil? Pues el episodio, visto y no visto, de la mini invasión de Ceuta, no por Marruecos sino porque Marruecos relajó un poco la vigilancia, debe de ser considerado como un precedente y una clara amenaza.

Amenaza a España, no a Europa. Las intenciones de Marruecos son claras pero se irán volviendo explícitas poco a poco, hasta culminar el primer paso, que consiste en el reconocimiento mutuo de que existe un problema, el de Ceuta y Melilla, donde parece ser que nunca lo ha habido y que jamás lo habrá.

Inmigrantes procedentes de Marruecos intentan acceder al puerto comercial de Ceuta para intentar esconderse en algún barco que los lleve a la Península, en la madrugada de este viernes. EFE/Brais Lorenzo

Las dos cosas que ambiciona Marruecos a cambio de convertirse en el baluarte americano, y por extensión europeo, en una amplia zona que ha incrementado su conflictividad son la hegemonía en el noroeste de África y la integridad territorial. Lo primero coincide con los intereses americanos. Lo segundo no lo importa a nadie salvo a España, de manera más explicita y lacerante al honor de España. Por eso Pedro Sánchez se apresuró a presentarse en la escena del alud humano como quien toma unas riendas que no están a su alcance.

Las autoridades marroquíes, empezando por su rey, son prudentes y conscientes de que no se puede actuar por la brava. Lo más probable es que tras el episodio de estos días renazca el buen entendimiento o por lo menos es casi seguro que el conflicto no va a ir a más. Pero el primer paso ya está dado. El pretexto es el nombre de un personaje hospitalizado, supuestamente en secreto, pero eso es lo de menos.

Europa sabe que puede estar tranquila, que quien tiene el problema es España

El objetivo marroquí era tomar el mango de la sartén. Ya lo tiene. Puede que pronto se olvide la doble angustia, humanitaria y nacional, de los últimos días. En cuanto el líder del Polisario Brahim Ghali deje de ser una excusa, parecerá que las aguas vuelven a su cauce.

Pero no es así. Marruecos niega con veladas excusas cualquier intencionalidad en la invasión de inmigrantes, como si estuviera por completo desligada de la crisis por la hospitalización. No es así. En cuanto vislumbre la oportunidad de dar un paso más, Marruecos aprovechará cualquier nueva oportunidad para propinar otro zarpazo. El objetivo es Ceuta y Melilla, no lo duden.