Después de Sánchez, el abismo

La alianza con Bildu y la deriva del Gobierno pone en jaque a cuadros autonómicos y locales del PSOE, los verdaderos engranajes que sustentan a un partido

El pacto del PSOE de Sánchez con EH Bildu, además de provocar una galerna interna de la que los medios de comunicación ni siquiera han percibido la décima parte, ha abierto un melón en buena parte de los cuadros medios del PSOE, sanchistas pata negra incluidos, que podría resumirse en una pregunta que comienza a repetirse en voz baja en no pocos cenáculos y mentideros poblados estos días por socialistas asustados ante las complejas perspectivas no ya electorales, sino de pura supervivencia orgánica a la que las caprichosas decisiones de Sánchez están llevando a esta centenaria organización política: ¿Y después de Sánchez, qué?.

La respuesta es tan evidente como difícil de expresar, ya que el vaciamiento de poder, talento y recursos al que el presidente del gobierno ha sometido a su partido solo puede dar una resultante: Después de Sánchez, el vacío y el abismo.

Miren, si algo hemos aprendido en estos últimos años con los partidos de la llamada nueva política, es que por mucha presencia que tengan en televisiones y tertulias, esta sobrerrepresentación comunicacional raramente tiene su correlación en votos contantes y sonantes cuando llegan unas elecciones, o hablando en plata, que hacen falta muchos cientos de alcaldes y muchos miles de concejales para llevar un presidente a La Moncloa.

Las superestructuras organizativas estatales de las que llegaron a disponer Ciudadanos y Podemos, nunca tuvieron su correlación territorial, y claro, mientras las cosas van bien y los medios de comunicación “te quieren”, estupendo, el problema es que tarde o temprano no te querrán tanto y tendrás que sostener tu mensaje político a hombros de tus organizaciones locales y autonómicas… y eso solo funciona si efectivamente las tienes.

No hablo de redes clientelares ni gaitas similares, hablo de militantes que hablan en los bares, que repartan papeletas casa por casa y que peguen carteles cuando llega una elección. Hablo de alcaldes y concejales que visibilicen y tangibilicen unas siglas en acciones de gobierno u oposición concretas 365 días al año, hablo de militantes con presencia en las organizaciones de la sociedad civil. Y eso es algo que solo partidos como PSOE, PP o PNV tienen… o al menos tenían.

Hablo de alcaldes y concejales que visibilicen y tangibilicen unas siglas en acciones de gobierno u oposición concretas 365 días al año

Seamos claros, a Sánchez no le gusta el PSOE, nunca le ha gustado. No, no es personal, en realidad no le gustan los lugares donde le puedan llevar la contraria, por eso su primera decisión al encaramarse a la secretaría general fue demoler una complicada y levantisca organización conservando, eso si, la marca, una marca electoralemente ganadora. ¿Win-win, verdad?

Pues no tanto, a partir del apartamiento de miles de militantes mínimamente díscolos en las sucesivas cacerías de cabezas que ha encabezado el actual presidente del gobierno y su equipo, una de las resultantes es que esos miles de personas han dejado de ejercer como repetidores del mensaje del PSOE en la España profunda, esa España en la que los socialistas antaño apuntalaban sus victorias electorales.

El PSOE: camino de ser una arquitectura vacía

Por tanto y curiosamente, la brillante estrategia de convertir al PSOE en una mera arquitectura electoral efímera, eliminando la incomodidad de tener que estar constantemente consultando, negociando, explicando y movilizando a su militancia, está teniendo como resultante que la construcción resultante ya ni siquiera es electoralmente eficiente.

Y el proceso no ha terminado, ya que muchos alcaldes y casi todos los presidentes autonómicos socialistas, especialmente en la España interior,  van a tener muy complicado movilizar a su organización en las próximas elecciones tras haber traicionado buena parte de sus esencias por mor de un magro acuerdo presupuestario.

Y el problema es que además, convencido de que su éxito electoral depende exclusivamente su posicionamiento táctico y de los minutos que aparezca en los telediarios, a Sánchez todo esto le da bastante igual.

Y ya verán ustedes como no da igual.